La Comisión Corográfica: un vasto esfuerzo para la construcción de una nación
Sin temor a equivocarnos, sin que pueda tachársenos de exageración, podemos asegurar que de los trabajos científicos costeados por el Tesoro Público, ninguno ha contribuido en igual escala al conocimiento del país, ninguno ha hecho marcar con tanta precisión su topografía y sus riquezas, como los que puso en planta, formó y publicó la Comisión Corográfica.
Luis G. Rivas
Es un hecho notable en la historia de la cartografía mundial que al promediar el siglo XIX muy pocos países, en su mayoría europeos, contaban con un mapa oficial de su territorio. Se calcula que para 1885, ocho novenas partes de la superficie terrestre eran totalmente desconocidas desde el punto de vista cartográfico. Dentro de ese contexto cobra particular relevancia la Comisión Corográfica de la Nueva Granada, la empresa gubernamental que tuvo a su cargo la elaboración del primer mapa nacional de Colombia y los de las provincias que entonces la conformaban. Fue el segundo país, después de Venezuela, en ser sometido a levantamiento cartográfico sistemático en el continente americano, en ambos casos por obra del geógrafo italiano Agustín Codazzi y bajo la autoridad de sus respectivos gobiernos.
Los trabajos de campo de la Comisión Corográfica, su historia, sus antecedentes y la publicación de su último mapa se extiende durante cerca de un siglo
Que llevemos nuestras miradas al Norte, que las llevemos al Mediodía, que registremos lo más poblado, o los desiertos de esta colonia, en todas partes no hallamos sino el sello de la desidia y de la ignorancia. Nuestros ríos y nuestras montañas nos son desconocidos, no sabemos la extensión del país en que hemos nacido, y nuestra geografía está en la cuna.
Transcurría una época en que los principales aportes españoles a la cartografía colombiana eran desconocidos entre los criollos o estaban aún ejecutándose. Caldas, por su parte, acariciaba su propio sueño sobre lo que debía hacerse:
Si se formase una expedición geográfica-económica destinada a recorrer el Virreinato; si ésta se compusiese de un astrónomo, de un botánico, de un mineralogista, de un encargado de la parte zoológica y de un economista, con dos o más diseñadores... no hay duda que dentro de pocos años tendríamos la gloria de poseer una obra maestra en la geografía y en la política, y de haber puesto los fundamentos de nuestra prosperidad.
Con estas palabras, Caldas prefiguró aquello que cuatro décadas más tarde habría de convertirse en la Comisión Corográfica. Poco se hizo en los turbulentos años posteriores a la Independencia, pero en mayo de 1839 el Congreso expidió una ley “autorizando al Poder Ejecutivo para que contrate dos ingenieros geógrafos que trabajen la descripción de la Nueva Granada y que levanten una carta general de toda ella y un mapa corográfico de cada una de sus provincias”.
Finalmente, el general Tomás Cipriano de Mosquera dio los pasos iniciales en su primera administración y una nueva ley, de mayo de 1849, poco después de comenzado el gobierno de José Hilario López, ordenó “dar principio al levantamiento de la carta geográfica de la Nueva Granada”. El 1 de enero de 1850 se firmó el contrato entre la Secretaría de Relaciones Exteriores y Agustín Codazzi para dar comienzo a los trabajos corográficos. Codazzi ya había dirigido la Comisión Corográfica de Venezuela, que levantó los mapas de ese país entre 1830 y 1839, y había llegado a la Nueva Granada como catedrático del Colegio Militar de Bogotá —donde realizó el levantamiento topográfico de la ciudad y sus alrededores—, bajo los auspicios del general Mosquera, luego de la crisis de la “oligarquía conservadora” venezolana de principios de 1848 que lo había expulsado de esa nación. Esta fue la imagen cartográfica más conocida de Bogotá, divulgada y reproducida en las imprentas de la ciudad y del mundo a lo largo del siglo XIX.
La Comisión Corográfica de la Nueva Granada sobrevivió a dos guerras civiles nacionales y a varios cambios de gobierno, incluido el que entregó el poder a los conservadores luego de las reformas del radicalismo liberal de mediados de siglo, pudiendo decirse que fue un proyecto genuinamente bipartidista. El gobierno, la prensa, los partidos políticos y los líderes de opinión asignaron la mayor importancia a los trabajos corográficos para el progreso de la nación. Existía la conciencia de que de ellos dependía la posibilidad de la Nueva Granada de salir de su postración y entrar por fin en una senda de progreso. Manuel Ancízar sintetizó en una frase los medios por los cuales el país habría de lograr esos objetivos: “educación, industria, caminos, inmigración, son faces de una sola necesidad nacional, y elementos correlativos e inseparables del progreso”.
Educación, industria, caminos, inmigración, son faces de una sola necesidad nacional, y elementos correlativos e inseparables del progreso
Prerrequisito para el desarrollo industrial era el conocimiento de los recursos naturales con que contaba la Nueva Granada; incluso para algunos el país debía desarrollarse sobre la base de la explotación de dichos recursos, más bien que con la industria. Como escribió El Neo-Granadino, “ningún país será enriquecido con obras y empresas de industria mientras sus moradores ignoren qué recursos físicos les rodean y qué necesidades existen… datos que solo la estadística puede suministrar”. Para todos los efectos prácticos, el levantamiento de “la estadística” de la nación se encomendó a la Comisión Corográfica. En otro aspecto, la inmigración de extranjeros industriosos para “dar aliento al trabajo y a las artes” solo sería factible después de “explorar, medir y deslindar las tierras baldías pertenecientes a la nación y propias para la colonización de extranjeros”, lo cual no sería posible “en circunstancias de carecerse de una carta general de la República”, como escribió Ancízar.
Prerrequisito para el desarrollo industrial era el conocimiento de los recursos naturales con que contaba la Nueva Granada
Los trabajos cartográficos de la Comisión Corográfica salieron a la luz en 1865, cuando se publicaron la Carta Jeográfica de los Estados Unidos de Colombia y el Atlas de los Estados Unidos de Colombia, antigua Nueva Granada. En 1863 se había dado a la estampa la Geografía Física y Política de los Estados Unidos de Colombia, redactada por Felipe Pérez y, en 1853, la Peregrinación de Alpha de Manuel Ancízar, con el relato y la descripción de las provincias recorridas en los dos primeros años de trabajos. La obra botánica de Triana fue objeto de varias publicaciones, algunas de ellas en Francia, pero quedaron inéditas, hasta la segunda mitad del siglo XX, las láminas de paisajes, tipos y costumbres del país, que se guardaron en la Biblioteca Nacional de Colombia.
Finalmente, en 1889 y 1890 se publicaron el Atlas Geográfico e Histórico de la República de Colombia y el Mapa de la República de Colombia, con los cuales concluyó el ciclo de la Comisión Corográfica y se hizo realidad el viejo sueño de Francisco José de Caldas.
La Comisión Corográfica constituyó la empresa científica y de progreso material de más vastas dimensiones emprendida en Colombia con anterioridad al siglo XX
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