Pueblos Originarios: representación del espacio en las sociedades nativas
“El mundo (ümüârî) está compuesto por diferentes seres que constituyen distintos mundos de vida. La naturaleza tiene vida y por eso el pensamiento se extiende por todo el mundo; en ella no existe nada que no esté relacionado con el hombre porque los Ayawa lo dejaron así: todo es conocimiento. A la naturaleza también la denominamos ümüârî porque el mundo está lleno de naturaleza; por esta razón, nosotros los humanos somos y formamos un pequeño conjunto de ella”..
Kaj Arhem, et al., Etnografía makuna (2004).
Los mapas son las formas en que diferentes grupos humanos representan el espacio a partir de sus visiones del mundo, del entorno y de la sociedad. Desde hace milenios, las sociedades que han habitado el continente americano han concebido y representado su entorno de múltiples maneras. En este sentido, abordar las cartografías nativas implica entender cómo las sociedades americanas representaron su entorno a partir de sus propias nociones de lo que es el mundo. Para ello, debemos poner entre paréntesis nuestras ideas sobre lo que es un mapa para ver cómo las culturas representan sus espacios a partir de sus estructuras de significado y en sus propios medios y formatos. Al hacerlo, vemos que la manera como dibujamos el mapa de Colombia actualmente es una entre muchas, y que diferentes culturas perciben y representan ese mismo territorio de formas distintas.
Abordar las cartografías nativas implica entender cómo las sociedades americanas representaron su entorno a partir de sus propias nociones de lo que es el mundo
Concebimos los cambios en el tiempo y las transformaciones socioculturales como un desarrollar y enrollar el hilo en el territorio. Es decir, que el tiempo no se manifiesta de un modo independiente del espacio. Nuestra existencia no se piensa en forma abstracta como ser en el tiempo; el propio verbo ser, como tal, no existe en nuestro idioma guambiano. Siempre somos en una posición dada en el espacio..
El tiempo entonces puede verse como un fenómeno espacial y, en esa medida, puede cartografiarse. Se puede dibujar, pintar, tejer en una manta o en un sombrero y cubrir el cuerpo o la cabeza con él, representar en el barro, en una vasija. De hecho, muchos de los patrones que encontramos en pintura rupestre, en tejidos y en otros objetos cotidianos siguen estos patrones. El tiempo y el espacio dejan así de ser construcciones abstractas para materializarse y hacerse evidente a los sentidos.
El sombrero tradicional de nuestros mayores, hombres y mujeres, el kuarimpoto, formado por una cinta larga—tejida con varias hebras—que se cose en espiral a partir de un centro, repite la figura del caracol. Los mayores pueden leer en él la historia, así como su visión de la sociedad en su conjunto y de la manera como las cosas están interconectadas. En él están marcados el origen del tiempo y el espacio..
El tiempo puede verse como un fenómeno espacial y, en esa medida, puede cartografiarse
En ese contexto diversos objetos cotidianos pueden operar como indicadores de tiempo y representaciones del espacio. Por ejemplo, la orientación y las conexiones con el exterior de la casa pueden marcar el recorrido del sol a lo largo del día y con él la hora. Durante el año, pueden demarcar solsticios y equinoccios, y funcionar como un observatorio astronómico. La casa puede representar el cosmos, el cuerpo, el plano celeste, el entorno cercano, el inframundo, o todos esos ámbitos al mismo tiempo, dependiendo de si se mira el interior o el exterior o si se ve de lejos o de cerca.
La casa puede albergar a los vivos o a los muertos y ubicarse en la superficie o, como los hipogeos (tumbas) de Tierradentro, como construcción subterránea y concebirse como el inframundo. Allí, los ciempiés, los anfibios y los reptiles que adornan sus paredes evocan ese mundo subterráneo, ese inframundo. Además, la lectura de las formas que representan esos animales forman parte de lo que dentro de una sociedad se ha aprendido a interpretar. Por ejemplo, los rombos o los zigzag que estos forman pueden representar la piel o el reptar de la serpiente. Los cruces de líneas en diagonal habrían sido estrellas o telas de araña y los cuadrados concéntricos, caparazones de tortuga. A su vez, la serpiente y la estrella pueden estar asociados con el origen sobrenatural de los líderes. Estas u otras pinturas pueden plasmar grupos familiares o parentelas, cada uno de ellos identificado con sus nombres. La cruz se interpreta como un árbol de la vida o la forma en que se sacrificó a un líder e incluso ambas cosas a la vez. La línea puede dar lugar al dibujo de una montaña o al de su nombre, ya sea alfabético o jeroglífico.
Pero los mapas no son solo visuales, en algunas sociedades los nombres operan como mecanismos de representación del espacio y la sociedad. En este sentido, el nombre puede verse como una forma de asignar un lugar a los individuos en la sociedad. Nominar es crear una especie de mapa de la sociedad. Los muiscas del siglo XVI, por ejemplo, podían saber de dónde era una persona y a qué unidad política pertenecía al escuchar el nombre de su madre. En un caso de 1594 en el valle de Ubaque, los testigos dijeron que los nombres de las mujeres señalaban el lugar de nacimiento y el nombre de la madre. Con base en estas dos ubicaciones, una geográfica y una social, una de nacimiento y otra de parentesco, se podía determinar qué papel jugaba un individuo en la sociedad.
Los mapas no son solo visuales, en algunas sociedades los nombres operan como mecanismos de representación del espacio y la sociedad
El nombre era una cartografía social tan poderosa que, entre algunos grupos nativos se debía mantener secreto. Pronunciar el nombre desplegaba información vital de la definición del ser y de la comunidad, por lo cual era peligroso revelarlo. Así como las autoridades del imperio español cuidaban sus mapas con recelo, los Awá del Pacífico y muchos grupos del Amazonas mantenían en secreto sus nombres. Para otros, en el Chocó, nombrar es un acto de creación que debe manejarse con prudencia.
Estos mapas representan un entramado de relaciones dentro de la sociedad y con su entorno
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