Estimado lector:
A estas alturas debo reconocer que la historia de Colombia, que yo creía conocer cuando empecé a contarla, es impredecible. Me creí capaz de completar un capítulo por mes, y hasta de ponerles de antemano tema y título a los capítulos futuros. No contaba con lo imprevisto. Y por eso me sucede como a nuestros presidentes de la República: lo que debiera hacer en un período me toma por lo menos dos. (Y ahoraempiezo a entender a los que reclaman tres).
De manera que, benévolo lector, le pido excusas —otra vez de antemano— por las demoras que en adelante pueda seguir sufriendo esta historia, que en los últimos quinientos años ha padecido tantas.
ANTONIO CABALLERO