No es fácil establecer el catálogo completo de las obras impresas en el taller de Nariño. La importancia de su imprenta tiene que ver más con el acontecimiento cultural que representó el hecho de ser la primera imprenta de carácter privado de la que tengamos noticia en el actual territorio colombiano. Si bien es cierto que por la imprenta de Nariño no corrieron mares de tinta, también lo es que el volumen de impresos estampados no fue nada desdeñable. El mismo Espinosa, su impresor, dejó constancia de cómo en no pocas jornadas “se ha trabajado de día, y algunas veces de noche, cuando ha cargado más el trabajo” y también “algunas veces en días de fiestas, cuando hay riesgo de que se pierda el papel”. Así, según testimonios de sus empleados, se sabe que la Imprenta Patriótica reprodujo cerca de 70 números del
Papel Periódico de Santafé de Bogotá,
una oración en honor al arzobispo de Santafé y fundador del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, fray Cristóbal de Torres, y, por supuesto, los célebres
Derechos del Hombre y del Ciudadano. Además, estampó varios impresos menores (esquelas de convite, asertos de conclusiones y varios sobrescritos para cartas) y otras obras que no han llegado hasta nosotros por diferentes avatares del tiempo.
Historia de la historia natural
Debido a las importantes dificultades técnicas que experimentaba por aquellos años la Imprenta Real, que llevaron a su cierre temporal en septiembre de 1792, es probable que en el taller de Nariño se estamparan otros trabajos de mayor envergadura. Según afirmó el mismo Nariño en mayo de 1795 durante su proceso judicial, allí se había impreso, con licencia del Gobierno, un libro titulado
Historia de la historia natural, probablemente una traducción de la
Historia de las ciencias naturales del filósofo y matemático Alexandre Savérien hecha por el religioso
Francisco Martínez D’acosta, deán de la catedral de Santafé.
Solo nueve cuadernillos de un plan de impresión que contemplaba doce, según había sido anunciado en la edición de
junio de 1791 del
Papel Periódico de Santafé de Bogotá, fueron impresos en la Imprenta Real. Sin embargo, la obra no terminó de imprimirse en el taller oficial. En agosto de 1793, Rodríguez escribía en el mismo periódico: “los últimos tratados no se han podido imprimir, pero saldrán presto”. Cerca de un año después aún afirmaba: “quedó a medio imprimir la historia natural del citado M. Saverien”. Aunque no se sabe si
los cuadernillos restantes fueron impresos, según el testimonio de Nariño es posible pensar que alguno fue estampado en su imprenta. No de otra manera es posible explicar la aseveración de Nariño, aseveración no rebatida por las autoridades virreinales durante el proceso judicial.
Tratado sobre la fuerza de la fantasía humana
El
Tratado sobre la fuerza de la fantasía humana, de Ludovico Antonio Muratori, traducido por el mismo deán Martínez también se pudo haber impreso en el taller de Nariño. Aunque en el pie de imprenta no se especifica el taller tipográfico, el nombre del impresor es el del padre adoptivo del impresor de Nariño y regente de la imprenta virreinal, Antonio Espinosa de los Monteros. Por lo demás, esta obra solo se conseguía en las oficinas de la Imprenta Patriótica, y entonces era común que las obras se adquirieran en las instalaciones del taller de origen. De hecho, durante la confiscación de los bienes de Nariño por parte de las autoridades reales, se encontraron en el taller tipográfico 29 ejemplares de esta obra sin encuadernar y en proceso de preparación para ser distribuidos en todo el virreinato.
Más allá de si en la prensa de Nariño se estamparon estas obras, el taller era visto con mucho entusiasmo por los grupos ilustrados del virreinato y por un sector importante del Gobierno Real: ellos veían en la máquina tipográfica del santafereño una herramienta fundamental para difundir la afición por la lectura y por los libros en los neogranadinos.