Volumen 4: historia y memoria local
Cómo recordamos

La Laguna

Frente al páramo de Santurbán se encuentra el corregimiento de La Laguna, emplazado sobre un territorio que ha presenciado el crecimiento de ilustres personas, el trazado de rutas emprendidas por infatigables mulas y las lesiones ocasionadas por el desencadenamiento de lamentables conflictos. Desde este corregimiento, ubicado en el departamento del Norte de Santander, sus pobladores nos comparten las historias y recuerdos que han dado forma a su habitar en estas tierras. 


Por: Eva Mariela Vera Rico
Corregimiento La Laguna (Mutiscua- Norte de Santander)
Biblioteca Rural Itinerante Timote Cuica

En los tiempos en que los vehículos y las carreteras no eran más que un sueño, el mundo se movía a lomo de mula. En ese contexto nace La Laguna como un punto donde se cruzaban los caminos de aquellos que desde Cúcuta o Pamplona se aventuraban a conquistar la montaña. Por el Mortiño y la Piñuela el camino del silencio se acercaba serpenteante; a su vez, por la loma del hato llegaban aquellos que desde Silos iniciaban su jornada. En este sitio las viviendas de la familia Collazos y Suárez servían de refugio a los cansados viajeros; además, se comerciaban los frutos del páramo: carne de ovejo, quesos y papa, entre otros, eran vendidos a los viajeros y arrieros que se encargaban de llevarlos a los mercados de Pamplona, Piedecuesta y Bucaramanga.

Cerca de La Laguna, por el año de 1854, se desarrolló una batalla cuando el general José María Melo tomó el poder. Los sileros y los habitantes de la naciente Mutiscua, fundada pocos años atrás, subieron al cerro de Media Luna a luchar por sus respectivos partidos. A la postre, triunfaron las fuerzas legitimistas derrocando al dictador Melo y reivindicando en el poder al presidente general José María Obando. Dicha contienda se conoce como la Batalla del Cornal. 

Hasta 1936 el comercio estuvo centrado en Silos. En su casco urbano se ofrecían al público más de 10 establecimientos comerciales que con la apertura de la vía nacional se vieron relegados, tomando especial importancia el puerto terrestre de La Laguna que desde este año fue testigo del paso y el progreso de los dos Santanderes.

Durante muchos años Benigno Suárez y Humberto Collazos fueron los propietarios de los terrenos donde se erigió el corregimiento de La Laguna y se dedicaban en sus casonas a la agricultura y a comercializar los productos propios del páramo (queso, ovejo, cuajada, hortaliza, cerdo, papa) para todos aquellos que transitaban estas tierras. 

A finales del siglo XIX el comercio entre ciudades se hizo más fuerte por el crecimiento de estas y por la demanda de productos y servicios que acarreaban las mismas. Esto generó el desarrollo de La Laguna como un pequeño puerto terrestre en la entrada del páramo de Santurbán y el Almorzadero, y como un paso obligado para todos aquellos que deseaban viajar al interior y exterior del país. 

En estos años el asedio de la violencia partidista era el pan de cada día de los habitantes de esta región. La violencia generada por las disputas entre liberales y conservadores promovió la creación de grupos insurgentes y de bandoleros que azotaron a los humildes pobladores de estos páramos nevados. La Laguna no fue ajena a esta realidad y sirvió muchas veces de cuartel para las tropas de los generales Ramón González Valencia, Vicente Villamizar y José María Melo.
 
Con la llegada del siglo XX surgieron la carretera (1930-1936) y los primeros vehículos, y así La Laguna tomó un nuevo esplendor e inició una época de oro en la que se comenzaron a construir nuevas casas. Las familias Vera, Capacho, Suárez, Contreras, Hernández, Rozo, Cacua, Jaimes, entre otras, construyeron sus hogares y fundaron establecimientos comerciales que, hasta el día de hoy, brindan a los viajeros sus servicios (talleres de mecánica, restaurantes y el primer punto telegráfico de la zona que durante muchos años fue atendido por doña Asunción Olaya).