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Tres miradas centenarias a las letras colombianas: efemérides literarias en la FILBo 2024
Biblioteca Nacional
10/04/2024

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Para el año 2024, el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes se ha dispuesto honrar la memoria y el legado de tres grandes figuras de la literatura colombiana, en conmemoración de su centésimo aniversario de nacimiento: Dora Castellanos, Arnoldo Palacios y Jorge Gaitán Durán. Como parte de la celebración, se ha diseñado y planteado una dinámica asociada a la investigación de su obra y legado, reflejados a través de la poesía, el cuento y la novela, principales géneros trabajados por dichos intelectuales y presentes en el estudio de las letras colombianas para el siglo XX.

Cada uno de estos autores desarrolló una amplia trayectoria literaria y cultural, relacionada con la divulgación y promoción de las ideas humanísticas, así como la inclusión de realidades sociales y geográficas, vistas desde el entorno y ámbitos donde se desarrollaron, desenvolvieron y vivieron. Para apoyar y adherir el fomento al estudio de la cultura en el país, la Ley General de Cultura, no. 397 del 7 de agosto de 1997, establece la promoción del arte en todas sus dimensiones y en las manifestaciones simbólicas derivadas de esta, como herramienta de reflexión, comunicación y expresión.

Desde un sentido más personal, es de especial relevancia la intención de leer y abordar diversas aristas presentes en la vida de cada uno de los autores celebrados, como una herramienta de análisis en el desarrollo de su obra y de la intención altruista y social de acercar el conocimiento y el territorio a todas las personas, desde un ámbito nacional e internacional.

Curaduría: Alejandro Lozano y Gabriela Gómez,  investigadores de la BNC.​


RECITAL POÉTICO. ELLA ES.
Dora Cecilia Echeverría de Castellanos

Dora Castellanos, pseudónimo de Dora Cecilia Echeverría, fue una poetisa esmerada, quien desde su obra enlazó la cotidianidad del espíritu, la conciencia del alma y las vivencias del ser humano desde el amor y la naturaleza. Nacida en Bogotá en 1924, realizó sus estudios en el Colegio Departamental Femenino de La Merced. Desde su infancia comenzó a escribir poemas, don que le permitió desarrollar una amplia y reconocida carrera literaria. Paralelamente a su faceta poética, ejerció una extensa carrera administrativa, a lo que ella denominaba “oficios alimenticios”, en entidades públicas y privadas, entre las que se cuentan la Alcaldía de Bogotá, el Ministerio de Educación Nacional, Telecom, la Contraloría General de la República y la multinacional General Electric. Además, participó en dos versiones de la Conferencia Panamericana: las ediciones IX y X, celebradas en Bogotá, 1948 y Caracas, 1954, respectivamente.

Estuvo radicada durante muchos años en Venezuela, país donde trabajó como consejera cultural en la embajada de Colombia en Caracas. Dora Castellanos es especialmente recordada por ser la primera mujer en ocupar un espacio como miembro de número en la Academia Colombiana de la Lengua, designación efectuada en 1978 y cuya ceremonia de posesión se dio en abril de 1980. Este suceso importante definió precedentes para la lucha y reivindicación de la mujer en cargos y espacios académicos usualmente asociados a los hombres. Posteriormente, fungió como miembro correspondiente hispanoamericano de la Real Academia Española.​

Su extensa obra ha sido recopilada en varias publicaciones, siendo las primeras Clamor de 1948 y Verdad de amor de 1952. También sobresalen las antologías Escrito está, publicada en 1962 y Eterna huella en 1968. Para los años setenta publicó Hiroshima, amor mío (1971), Luz sedienta (1972) y Año dos mil contigo (1977). Luego llegaron las obras Amaranto en 1982 y La Bolivariada, publicada en 1983. Esta última representa una llamativa y dinámica visión histórica y social sobre Simón Bolívar desde la poesía, con toques líricos y épicos. De hecho, fue lanzada durante el bicentenario del nacimiento del Libertador. También ejerció una nutrida carrera periodística en medios de comunicación impresos al colaborar en la redacción de secciones y columnas de opinión, como es el caso de El Espectador con su apartado “Vitrina”, “La columna dórica” en El Tiempo y “Cromosomas” de la revista Cromos.

En este fragmento se recopila una mirada íntima y nostálgica sobre la vida de Bolívar, donde Dora Castellanos reforzó el sentimiento de la pena derivado de los altibajos, decepciones e incluso añoranzas presentes en su vida.

“...y al fin tendré que morir de pena viéndome solo, porque los ingratos y los pérfidos así lo han querido.
Nadie se escapa al levantarse de las mordidas de la envidia.
Ya usted sabrá que hemos escapado de una terrible conspiración.
Cartagena ha sido hasta ahora la pena que ha afligido mi corazón (...)”
 
Dora Castellanos “Dijiste de la pena, Simón Bolívar” en La bolivariada, p. 129.

Su poesía indaga sobre la vida, la maternidad, la muerte y el amor, jugando con los pensamientos y las ideas de un mundo fantástico y aterrizando las vivencias diarias que expresan sensaciones, como si se tratara de un canto a la vida. Así mismo, su obra se desarrollaba conforme el paso de sus años, expresando así un estado de ánimo o sentimiento concreto. Esto, pues, se representa desde los momentos o fases de su vida, desde una conjunción entre lo vivido y lo escrito.

Incluso, su obra es de sencilla y de amena lectura, permitiendo que los lectores se familiaricen con las estrofas y versos descritos. Por ejemplo, este poema recopilado en Clamor y titulado “Hay algo en mí” trasciende entre la duda, la ansiedad y la expectativa ante un posible sentimiento:

“Hay algo dulce en mí
que no he sabido
si es tristeza o dolor.
Hay algo triste en mí
y aún no he sabido
si es dulzura o temor.
Hay algo en mí, distinto
de lo que soy (...)”
 
Dora Castellanos. “Hay algo en mí” en Clamor, p.48.​


O el poema titulado “Algún día”, recopilado en Verdad de Amor, que además se inspira en la naturaleza para expresar un estado de ensueño ante la vida romántica:

 “Un día llegarás;
El amor nos espera.
Y me dirás:
Amada, ya llegó la primavera.
Un día me amarás.
Estarás de mi pecho tan cercano
Que no sabré si el fuego que me abrasa
Es de tu corazón o del verano (...)”

 Dora Castellanos. “Algún día” en Verdad de Amor, p.11.


MITO: CULTURALIDAD EN MARCHA
Jorge Gaitán Durán

La vida y obra de Jorge Gaitán Durán estuvo rodeada de cultura e intelectualidad. Nacido en Pamplona en 1924, vivió gran parte de su infancia y adolescencia en Cúcuta, capital del Norte de Santander. En 1941 viajó a Bogotá para estudiar ingeniería civil en la Universidad Nacional de Colombia, al mismo tiempo que asistía a las tertulias literarias y de bellas artes, lideradas por el poeta Rafael Maya. Al año siguiente, entró a cursar derecho en la Universidad Javeriana, carrera que terminó en 1947.

Durante su estancia en la capital colombiana, colaboró con el diario El Tiempo como crítico de literatura y cine. Es en este punto donde surgió el insistente deseo de Gaitán Durán por transformar los círculos y las tertulias intelectuales presentes en la ciudad, así como establecer un punto de encuentro que favoreciera la discusión animada en torno a la cultura. Para emprender esta labor, tuvo comunicación con algunos escritores y poetas de su tiempo como Jorge Zalamea Borda y Hernando Téllez, quienes colaboraron en algunas publicaciones escritas por el autor pamplonés[1].

Insistencia en la tristeza y Presencia del hombre, de 1946 y 1947, respectivamente, fueron los primeros poemas escritos por Gaitán Durán. Presentados a manera de poemarios, estas obras establecieron un punto de partida para la poesía colombiana de aquel tiempo por su fervoroso deseo de libertad, el cual invitó a reflexionar sobre el desarrollo de las letras, la creencia y la fidelidad a un estilo propio, propiciado por aquel hombre joven y entusiasta, poseedor de grandes ideas transformadoras para el beneficio común.

Para comienzos de la década de 1950, Jorge Gaitán Durán emprendió un viaje a Europa con el propósito de renovar sus fuentes de inspiración y observar la mirada intelectual de aquel continente. Un lugar primordial para el desarrollo de esta nueva mirada intelectual fue París, ciudad donde profundizó su crítica cineasta y donde conoció a su esposa Dina Moscovici. Tiempo después, tuvo la oportunidad de viajar a Rusia, China, Inglaterra y España. A su regreso a América, hizo una parada en Brasil para luego regresar a Colombia, donde ya tenía el claro propósito de fundar una publicación cultural, para lo cual se alió con el crítico y ensayista colombiano Hernando Valencia Goelkel.

En abril de 1955 salió el primer ejemplar de Mito: revista bimestral de cultura. Arte, cine, literatura y filosofía fueron las principales temáticas trabajadas en esta empresa cultural, integrada por destacados intelectuales del momento, permitiendo así el desarrollo de áreas concretas. Para el ámbito literario participaron Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Octavio Paz, Jorge Luis Borges y Álvaro Mutis, entre otros. Sobre cine comentaban los directores Francisco Norden y Guillermo Angulo. Alejandro Obregón, Enrique Grau y Eduardo Ramírez Villamizar, por su parte, participaron desde el arte; incluso este último diseñó algunas de las portadas de Mito, añadiendo así un toque artístico único. También participó frecuentemente la crítica de arte Marta Traba. Incluso, hubo un segmento sobre teatro, destacándose Enrique Buenaventura en esta temática. Por otra parte, desde la filosofía participaron Danilo Cruz Vélez, Fernando Charry Lara y Rafael Gutiérrez Girardot.

Para finales de la década de 1950 se divorció de su esposa Dina y poco tiempo después estableció una relación con la escultora Feliza Bursztyn. En 1958 publicó su compilación Amantes en la revista Mito, donde explotó una mirada erótica a partir de la reflexión y la conciencia del espíritu. Tal es el caso del poema “Se juntan desnudos”:

“Dos cuerpos que se juntan desnudos
Solos en la ciudad donde habitan los astros
Inventan sin reposo al deseo.
No se ven cuando se aman, bellos​
O atroces arden como dos mundos
Que una vez cada mil años se cruzan en el cielo”
 
Jorge Gaitán Durán. “Se juntan desnudos” en Mito. Año IV. 1958.

Para 1961 se dio la publicación de Si mañana despierto y un año más tarde, su obra El Serpentario obtuvo el primer puesto en el Premio Nacional de Cuento. Luego de pasar una temporada en Francia, se preparaba para regresar a Suramérica cuando el avión de Air France en el que viajaba, y el cual estaba programado para realizar varias escalas hasta llegar a su destino final, se estrelló en cercanías a Pointe-à-Pitre, la ciudad más poblada del Archipiélago de Guadalupe, territorio de ultramar de Francia y ubicado en las Antillas.

Gran parte del legado de Gaitán Durán está representado indiscutiblemente en Mito, la cual configuró como una catapulta para el estudio y la reflexión de las artes en Colombia a través de una mirada novedosa, fresca y dinámica. Desde un sentido eufemístico, esta publicación fungió como la luz y la renovación de las letras en el país al incluir temáticas que previamente no habían sido tratadas. Tal es el caso de literatura sobre el Marqués de Sade, cuya circulación era nula o prácticamente fragmentada en Colombia. Así mismo, la revista sirvió como “una parábola maravillosa de inteligencia, de decisión, un campo abierto que nunca después ha quedado desierto”[2].

UN CHOCÓ ÍNTIMO
Arnoldo Palacios

Arnoldo Palacios nació el 20 de enero de 1924 en Cértegui, Chocó. Creció entre ríos, tradiciones y letras. Esto último gracias a que su padre le inculcó desde pequeño el amor a la lectura. Debido a la poliomielitis que redujo su movilidad a temprana edad, no podía realizar muchas actividades físicas. Esto le permitió pasar sus tardes observando y escuchando lo que ocurría a su alrededor, sintiendo la inevitable necesidad de expresar todo aquello que pasaba por su mente durante este tiempo a través de la escritura.​

Después de hacer sus estudios de bachillerato en la capital Quibdó, viajó a Bogotá para estudiar Derecho en el Externado Nacional Camilo Torres. Arnoldo Palacios no empezó directamente con los libros, sino con la prensa. En 1944, con tan solo 20 años, empezó a escribir en el semanario bogotano Sábado, espacio que servía como un prototipo de laboratorio para que el joven desarrollara su camino literario, el mismo que lo llevaría a su primera obra Las estrellas son negras, cuyo primer manuscrito se quemó durante el 9 de abril de 1948, con motivo del Bogotazo. Este borrador ya se encontraba listo para revisión por parte del editor, pero a raíz de lo acontecido, tuvo que reescribirlo en tres semanas. El libro, finalmente publicado a finales de 1949 por la Editorial Iqueima en la capital colombiana, narra la historia de Irra, un hombre que se enfrenta al racismo, a la pobreza y al hambre.

Luego de su primer libro, viajó a Paris con una beca para estudiar Lenguas y Literatura en la Universidad de la Sorbona. Durante este periodo empezó a escribir La selva y la lluvia, una historia que retrata a la Colombia liberal de los años 40 y los acontecimientos del Bogotazo. Pero, ni allí ni en Colombia encontró apoyo para su publicación. En 1957 Arnoldo se trasladó a la Unión Soviética, concretamente a Rusia y es en la Editorial Progreso de Moscú donde consiguió su publicación en español al siguiente año. De esta primera edición, se conocen pocos ejemplares. Por suerte, uno de ellos hizo parte de la donación que efectuó el diplomático y académico colombiano Germán Arciniegas a la Biblioteca Nacional en 1976. El ejemplar lleva la firma y dedicatoria que Palacios escribió a Arciniegas, y entregado en Varsovia durante el año 1959. 

Otra de sus obras más conocidas es Buscando a mimadredios. La primera edición, al igual que sucedió con La selva y la lluvia, fue publicada por una editorial extranjera, esta vez en Paris en 1989. Sin embargo, Arnoldo optó por escribirla en español, pues era imperante plasmar, así como lo hizo en todas sus obras, ese lenguaje chocoano que lo mantuvo arraigado a su región. Más tarde, el texto tuvo una traducción al francés a cargo de Beatriz Palacios, trabajo que pudo resultar complejo a la hora de tratar y trasmitir el lenguaje, las culturas y las tradiciones al contexto francófono.

Esta obra llegó a Colombia en 2009 gracias a la editorial de la Universidad del Valle y con la financiación del Ministerio de Cultura. Palacios empieza su libro con el primero momento en que no pudo levantarse de su cama:

“No sabría recordar el tiempo ni la impresión de haber caminado niño con mis propias piernas. En cambio, no se borrarían de mi memoria las horas en que me desperté en mi camastro sin poderme levantar”

Arnoldo Palacios, Buscando mi madrededios, 2009.

Cuenta cómo la ayuda ofrecida por los curanderos que se acercaron con toda clase de merjunjes a ayudarlo, contrastaba con la reacción del pueblo al enterarse de la noticia y la llegada de toda la familia a su casa con el único propósito de animarlo. A partir de este tipo de anécdotas de su vida, Arnoldo narra la cotidianidad del Chocó, nutrida de tradiciones, sociabilidad, historias y creencias que pocos conocen.

Cerca al fin de su vida y con el apoyo de Álvaro Castillo Granada, Palacios publicó en el 2014 Cuando yo empezaba, texto que recopila la mayoría de las columnas que escribió para el semanario Sábado, anteriormente mencionado. Además de la transcripción de algunas entrevistas que le hicieron en diferentes eventos, la obra permite conocer al Arnoldo joven, tal como el título lo sentencia, cuando él empezaba su obra. La gama de géneros es amplia: columnas de opinión, descripciones de destacados ilustres, pero, sobre todo, relatos o anécdotas de sus viajes que reflejan su interés por el hombre, desde gobernantes, ilustrados y vecinos, hasta viajeros:

“yo quise y he querido siempre hablar sobre el hombre, sus problemas, sus sueños, su vida íntima, su fuerza, su vigor, su esperanza, sus luchas, porque creo también que el escritor debe estar comprometido con todo lo que atañe, a cuanto lo rodea, especialmente como hombre”

Arnoldo Palacios. Cuando yo empezaba. 2014, p. 140.


[1] Uno de los artículos escritos para ilustrar la obra del autor nortesantandereano es “Problemas de la Nueva Poesía” de Hernando Téllez, publicado en el libro Presencia del hombre de Jorge Gaitán Durán, Editorial Espiral, 1947. Signatura A 68258.​

[2] Fragmento del prólogo “El regreso para morir es grande” sobre la obra de Jorge Gaitán Durán en Obra literaria de Jorge Gaitán Durán. Poesía y prosa. Biblioteca Básica Colombiana. Colcultura, 1975, p. 11.​