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El valor de la donación del Fondo Arturo Alape
Biblioteca Nacional de Colombia
22/11/2018

La donación del archivo personal de un intelectual como Arturo Alape no es un hecho fortuito, ni un regalo desinteresado, es el resultado de un trabajo de más de dos años de gestión que inició cuando decidimos incluir el libro: El Bogotazo: Memorias del olvido, en la Biblioteca Básica de Cultura Colombiana, un proyecto digital de la BNC que a la fecha cuenta con 75 libros para el disfrute de los lectores y espera terminar el año con más de 120. 

De la mano de esta donación están los compromisos que hemos adquirido con Manuel Ruiz y su Familia para preservar y difundir el legado de Arturo Alape y su obra, una tarea que demandará enormes recursos para garantizar el acceso al público de todo el material, pero que asumimos con la responsabilidad de saber lo que su obra significa para el país.

Las donaciones de archivos o bibliotecas personales hacen parte de la esencia de una Biblioteca Nacional, la posibilidad de contar con la documentación completa del autor le permite al investigador acceso, de primera mano, a la información producida en el proceso creativo de su obra pero, paralelamente, las huellas que cada autor va dejando a lo largo de su vida.

La donación de un archivo, o una colección bibliográfica a la Biblioteca Nacional, siempre llevará consigo un mensaje de confianza en la institución y los funcionarios que hacen posible que se garantice la continuidad de su misión, un legado de más de 240 años de labores ininterrumpidas.

En los últimos cinco años la Biblioteca Nacional ha gestionado, a través de su oficina de Selección y Adquisiciones, donaciones como el archivo personal del poeta Eduardo Carranza, la colección de partituras del maestro Jorge Olaya Muñoz o la Biblioteca del periódico El Tiempo; más recientemente hemos recibido la colección de la diseñadora gráfica Ligia Henao que reúne un gran número de piezas sobre el teatro en Colombia y que contó con una muestra de su archivo en una de las salas de exhibición donde el público pudo conocer un poco más el valor de esta colección. 

Hay que recordar también la donación que el escritor Daniel Samper Pizano, y su esposa Pilar Tafur, hicieron de varias primeras ediciones y traducciones de nuestro nobel de literatura Gabriel García Márquez. Yen los próximos días anunciaremos una nueva colección de gran valor para la historia política del país, que aún se encuentra en proceso de organización, y que nos tiene muy orgullosos de poder haber logrado gestionar de forma exitosa. 

Las donaciones a bibliotecas o instituciones con colecciones patrimoniales en Colombia aún representan un porcentaje muy reducido de sus adquisiciones, y los recursos para compra no alcanzan a competir con los abultados presupuestos de instituciones extranjeras, poniendo en riesgo el patrimonio bibliográfico y documental del país. Por eso celebramos iniciativas como estas que reconocen y valoran el papel desempeñado en la salvaguarda del patrimonio. 

Poder recibir un archivo tan completo como el que hoy nos llega facilitará el estudio y la investigación sobre la obra y el contexto en que fue producida. Como ejemplos de donaciones exitosas recibidas por la Biblioteca Nacional podemos mencionar el caso de la biblioteca del filólogo Rufino José Cuervo en 1911, la del intelectual sucreño Apolinar Diaz Callejas, la del Historiador Horacio Rodríguez Plata, la biblioteca y el archivo personal del filósofo Danilo Cruz Vélez, o el archivo personal de José Antonio Osorio Lizarazo. Sobre este último fondo vale la pena resaltar el papel del historiador Oscar Iván Calvo, quien también colaboró con su equipo de estudiantes en la organización y preparación del archivo que hoy día recibimos. Sea la ocasión para agradecer su compromiso con el patrimonio bibliográfico y documental del país y con esta institución. 

Hasta hace unos años solo los historiadores se acercaban con curiosidad a estos archivos, rastreando chismes del personaje en su contexto; hoy en día las disciplinas que han aprendido del valor documental son cada vez más diversas. Carreras como literatura han expandido sus horizontes y han empezado a fomentar la investigación en bibliotecas y archivos, disciplinas como diseño gráfico o artes plásticas han perdido el miedo a explorar las posibilidades de creación y apropiación que los archivos tienen y los resultados son cada vez más alentadores. Precisamente, uno de estos resultados lo podrán apreciar a finales de esta semana con la inauguración de la exposición financiada por una de las becas de creación que otorga la Biblioteca Nacional a los artistas para que propongan nuevas lecturas e interpretaciones de las colecciones patrimoniales, colecciones como la que hoy recibimos. 

El archivo privado de Arturo Alape no es un monólogo, por el contrario, reúne cientos de voces de todos aquellos que fueron protagonistas o inspiraron su obra. Aquí está todo el material que Alape recopiló durante más de 50 años de trabajo investigativo, sus entrevistas, el proceso de construcción de sus libros, sus múltiples versiones, enmendaduras, títulos posibles, o los problemas que estos implicaban –porque su obra, al partir de la realidad, refleja sus problemas y contradicciones.

El desarraigo, que encarnó buena parte de la obra de Alape, encuentra hoy un lugar, un espacio donde descansar, con las posibilidades inmensas de hacer lo que su obra siempre promovió: la re-interpretación del pasado. Su archivo estará disponible para re-leer la historia del país a través de los lentes de Alape, con los insumos que nos legó de sus investigaciones, pero también con su intensa vida, la cual lo convirtió en protagonista de la historia del siglo XX colombiano.

El compromiso que adquirimos hoy los funcionarios que trabajamos cada día por la Biblioteca Nacional, es reiterarles una vez más a los familiares y al público que hoy nos acompaña que el propósito de esta institución es garantizar la preservación de la memoria bibliográfica y documental del país, más allá de cualquier bandera política. 

Pero en medio de este acto vale la pena hacer una reflexión: la Biblioteca Nacional no cuenta aún entre sus colecciones con el archivo de una autora colombiana, sea esta la ocasión para hacer un llamado a los familiares de escritoras, historiadoras, filósofas o intelectuales colombianas para que vean en la Biblioteca Nacional el lugar donde pueda reposar este tipo de documentos, garantizando su acceso al público y difundiendo su obra. 

El pasado 3 de noviembre Carlos Arturo Ruiz habría cumplido 80 años, que este acto sea un homenaje a su obra. 

 

Consuelo Gaitán 

Directora

Biblioteca Nacional de Colombia