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Que la cultura una lo que la violencia ha dividido
Proyecto TIC
22/09/2017

Sembradíos de plátano adornan el recorrido a lado y lado de la carretera que de Belén de Bajirá conduce a Riosucio, en el Urabá chocoano. La riqueza en recursos naturales de esta región –que explica la disputa territorial entre Antioquia y Chocó por esta zona– contrasta con el modo de vida sencillo de los pobladores de estas tierras que sobreviven con lo justo, o con un poco menos, y que, por alguna razón social y cultural, mantienen una actitud alegre y festiva.

26.jpgA casi una hora en carro de Belén de Bajirá, por una carretera pavimentada casi en su totalidad, está la vereda Santa María La Nueva del Darién, Riosucio, un caserío que no tiene más de once años y que está poblado, especialmente, por forasteros que han llegado desde distintos lugares de Colombia a buscar una vida nueva, distinta, en este lugar recóndito de la geografía nacional. A quince minutos en moto de Santa María está el campamento de los excombatientes de las FARC, donde pasan sus días estos hombres y mujeres que están en su proceso de reincorporación a la vida civil. Esta zona ha sido golpeada duramente por la violencia. Ha sido una zona de guerra.


La llegada de una biblioteca

Tres tiendas que hacen las veces de cantinas anuncian la llegada a Santa María. La música, que va desde el reggaetón hasta el vallenato y desde la bachata hasta los corridos, es un sonido constante que anima al baile, al canto y a la bebida.

Entrando por un pequeño camino, justo al lado de una de estas tiendas –decorada al estilo de una fonda antioqueña–, se llega al Centro Educativo Santa María, un colegio que acoge a estudiantes de diversas veredas cercanas, y que tiene dos grandes construcciones de madera y solo una en material en las que los estudiantes tienen que turnarse sus estudios por jornadas para poder compartir los pocos y mal dotados salones.

Hasta allí llegaron los cuatro módulos de colores que componen una de las Bibliotecas Públicas Móviles que el Ministerio de Cultura, la Biblioteca Nacional de Colombia y la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, han llevado a 20 veredas aledañas a las Zonas Veredales y Puntos Transitorios de Normalización. Hasta allí llegó también Sandra Orejuela.

Esta mujer, de sonrisa amplia, mirada expresiva y gestos amables, es una gestora cultural que siempre ha abierto puertas de par en par con su actitud cercana, su trabajo comprometido y su alegría. Su experiencia habla por ella: fue bibliotecaria de la Biblioteca Pública Municipal de Itsmina "Abraham Ayala"; en 2015 fue una de las finalistas del II Premio Nacional de Bibliotecas Públicas Daniel Samper Ortega; cuando no se le veía rodeada de niños en el desarrollo de una actividad de promoción de lectura, estaba en la Cárcel de Itsmina, haciendo talleres de alfabetización digital con los presos. Pedro Pablo, uno de los reos, decía en ese momento: "el mundo cambia muy rápido, y hay que agradecerle a Sandra y a la biblioteca el hecho de no dejarnos presos y perdidos".

Con todos estos conocimientos, Sandra se unió al grupo de los Bibliotecarios de la Paz que comparten la misión de hacer de las Bibliotecas Públicas Móviles espacios de encuentro y lugares para todos. Incluso, mucho antes de que llegaran los módulos a Santa María, ya ella estaba trabajando con la comunidad para desarrollar actividades y servicios que aportaran a sus necesidades.

"La verdad, cuando supe que había sido escogida para hacer parte de este proyecto, la emoción fue muy grande. No pude dejar de llorar. Y ya que estamos en terreno, se puede sentir que la receptividad es muy grande. Estoy muy contenta porque esta biblioteca será muy valorada, muy tenida en cuenta por la comunidad, y van a ser utilizados todos los espacios y servicios que desde ella estaremos generando". Así, con ilusión y esperanza, hablaba Sandra sobre sus primeros días en la región.

Una biblioteca… un motivo de fiesta

27.jpgEl sábado 25 de marzo de 2017 es ya un día recordado en la corta historia de Santa María. Desde la noche del viernes 24 la comunidad estaba preparada para una festividad en la que no faltara nada. Un ganadero de la región donó una res que fue preparada por las mujeres de la comunidad, quienes desde la noche anterior adobaban la carne que sería el almuerzo masivo del otro día. Mientras tanto, en el colegio, casi diez personas inflaban globos y organizaban el espacio de la Biblioteca Pública Móvil para su gran día… el de su inauguración y entrega oficial a la comunidad. Los niños, no querían esperar al día siguiente para curiosear y acercarse a los libros, juegos o tabletas.

Aquel sábado el sol salió pronto y el cielo, poco a poco, se fue despejando para ofrecer un día caluroso y húmedo, que de forma inmediata adhería la ropa a los cuerpos mojados en sudor. En el improvisado patio de tierra del colegio se armó la mesa de centro y se ubicaron las sillas al estilo de un auditorio, pero el sol picante provocó que el improvisado espacio se desarmara y que las sillas se fueran acomodando en los mínimos resquicios de sombra que aparecían en algún lugar. Todo estaba listo y lo que empezó como una presentación formal, se convirtió en una fiesta en la que los cuerpos de niños y adultos se movían al ritmo de la música y las danzas tradicionales… el sol ya no fue un impedimento. "Esto es pa' abajo", dijo uno de los cantantes de la papayera y las caderas de los pequeños se movieron con una cadencia envidiable para cualquier persona del interior del país.

Cuando la música, después de casi una hora de baile, finalmente cesó –no sin faltar algún reclamo del que quería más–, el centro de las miradas volvió sobre la biblioteca y sobre el listón blanco que Sandra y el Alcalde Municipal de Riosucio, Luis Enrique Mena, se disponían a cortar. Todos, casi 200 personas, se reunieron cerca a la puerta de entrada de este nuevo espacio.

Apenas vieron la tira desprenderse en dos, los niños se intentaron escabullir por cualquier mínimo espacio para entrar a conocer una biblioteca pública. Después de leer el reglamento junto a Sandra, los pequeños finalmente pudieron jugar y divertirse en este lugar novedoso y atractivo, no solo por la tecnología, sino también por los juegos, libros y todas las nuevas oportunidades que llegaban con estas herramientas. La papayera volvió a sonar y ya nadie quería salir de la biblioteca.

Ivan Darío, un pequeño estudiante del colegio de Santa María, dijo que lo que más le gusta de la biblioteca es que tiene "unos cuentos muy buenos". El día anterior a la inauguración, mientras se inflaban las bombas y se organizaba el espacio, él leía concentrado El canto de las ballenas de Dyan Sheldon y Gary Blythe…

"La abuela de Lili le contó una historia. –Alguna vez –dijo– el océano estaba lleno de ballenas. Eran tan grandes como las colinas y tan apacibles como la luna. Eran las criaturas más maravillosas que puedas imaginar…".

Un legado que se comparte

29.jpgYa han pasado varios meses desde aquella inauguración. Sandra ya tiene una pupila de la comunidad que la acompaña, desde aquel primer día, en todas las labores necesarias para la biblioteca y la comunidad. Yulieth Johana Cano, de 27 años, nacida en Apartadó (Antioquia) y habitante de Santa María, es la auxiliar bibliotecaria de la BPM de Santa María.

Yulieth es técnica en primera infancia y por eso ha enfocado sus esfuerzos en fortalecer la lectura en los niños por medio de diferentes actividades para promover la lectura. "Desde la Biblioteca Pública Móvil yo puedo ofrecer lo que sé; desde este espacio podemos rescatar talentos, acompañar a niños, jóvenes y adultos. Es muy reconfortante saber que se da todo por la comunidad, por verla unida, progresando…".

Con actividades de promoción de lectura como La hora del cuento o de intercambio generacional entre adultos mayores y pequeños como El abuelo con su cuento, encanta, Sandra y Yulieth están promoviendo nuevos espacios de participación y brindando nuevas oportunidades para una comunidad cuyos únicos espacios de esparcimiento, además de las tiendas, eran las dos canchas de fútbol.

Walter Carmona, líder de la comunidad de Santa María, concluye que "la biblioteca trae cultura... y un pueblo que no tiene cultura es un pueblo medio. Gracias a la lectura conocés tu historia, la de otras personas, otros mundos. La biblioteca en Santa María es un caso excepcional, es lo mejor que le pudo haber pasado a esta comunidad. Y no solo sirve para esta comunidad, sino para toda esta región… 

Por: Johnatan Clavijo