Suma de rosa y trébol


 

— 1 —

 

  La lengua de los ríos
  buscando tu camino,
con su carga de pájaros
y su barca de trinos,
con su árbol de nube
creciendo en el vacío.


El girasol del aire
buscando tu camino.
Una lanza de sol
su corazón ha herido.
En el centro del día
se queda suspendido.

Flechada de la noche
—buscando tu camino—
huye la golondrina,
flor triste, negro lirio,
estrella de los montes
con puntas de zafiro.


Ay, si mi corazón:
de sangre largo río,
golondrina flechada,
girasol de alto círculo!


 

— 2 —

 

Quiero la rosa
y el verde trébol.

 
 

Nubes redondas
el cielo aroman.


 

Pájaro pinto
que al aire canta.
¡El corazón
con plumas y alas!


 

Nubes redondas
navegan altas.


  

Ese suspiro
que va en el viento,
está en la rosa,
está en el trébol.


 

Nubes redondas
de abril y enero!


 
 

— 3 —

 

Tu voz, la estrella y el río
están en la poesía.

 
 

Tu voz, lejana, ascendiendo
por el cielo de la música.
Tu voz, pistilo del aire,
en el aire suspendida.
Tu voz, despuntando fina
por los cristales del día,
y el día corriendo, líquido,
hacia tu voz nunca oída.


 

La estrella que va desnuda
por aguas de azogue, quietas,
la clara, límpida estrella
que el cielo en el agua deja,
sin sombra de azul, ni huella
de nube, bruñida apenas.

 
 

El río, su movimiento,
su poderío, su acento.
Su viaje que va derecho
al mar, sueño verdadero.
El río, como el amor,
de sí mismo siempre huyendo.
El río como el amor,
entre márgenes de tiempo!

 
 

Tu voz, la estrella y el río
están en la poesía.


 

— 4 —

 

Ya viene la mañana
por la ancha plaza.
Trae sobre su pecho
la rosa colorada.
La camisa bordada
de fina plata.
En la trenza morena
la perla malva.
En la voz—verde
rumor de agua.
Un jacinto de niebla
en la garganta.


 

Está cortando sueños
su fría espada.
¡Abrid para que entre
puertas y ventanas!
Que este sueño sin muerte
corte su espada.


 

Ancha es la plaza
y un vuelo de palomas
la pone blanca.


 
 
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