1
Domingo
El domingo se llega
con sus colores:
soledad y silencio,
calles en calma.
La ciudad se sacude
nerviosamente
el sonido argentado
de las campanas.
—En dónde estás, amor?
pregunta el alma.
Para qué tengo el canto
sobre los labios,
para qué el pensamiento
que se desata
en un juego de luces,
si no se le halla?
Para qué los colores
de la corbata?
—En dónde está?
La tarde me mira y calla.
Buscad mis pies cansados!
Bajo las palmas,
por los huecos desiertos
de las ventanas;
en el campo, en las puertas,
sobre las canchas!
Buscad, ojos inquietos!
Buscad, oídos!
Porque en alguna parte
su voz me llama.
—En dónde estás, amor?
repite el alma.
2
Basket
Juegan bajo la tarde,
(qué triste tarde!)
niñas sobre la arena,
flores girantes!
Camisetas azules,
crepusculares
uniformes ceñidos
sobre la carne.
Su voz morena sube,
tallo vibrante!
Con cuchillos de grito
se corta el aire.
Qué vaivén de los cuerpos
y qué distante!
Me acerco? no me acerco?
Rueda la bola,
vuela sobre las manos,
y en un instante
se me muere el paisaje
sobre los ojos
y me duele la vida
por todas partes.
Mi corazón juguete,
campo de basket!
3
Fiesta
Estoy solo ante el mundo.
Un ambiente de tibias,
de espesas palabras.
De calor y de senos turgentes.
Danza. Caricia. Obscenidad.
No. No puedo encontrarte.
Te has perdido
como una luz robada por la sombra.
Fantasma, te me evades.
Canción, te me silencias.
Oh! turbio corazón!
Quién pudiera vengarse
siendo menos, casi nada,
hasta provocar lágrimas!
La mujer que me dijo: ven!,
como flor sin aroma
brillaba en el florero de la noche
en agua de mi alma.
Y sentí que el rocío de las estrellas
adornaba sus pétalos de carne
como si fueran lágrimas.
4
Ausencia
No puedo ir! No puedo ir!
Y sin embargo está tan cerca!
El corazón me dice: ve!
Es una calle, un breve paso.
No puedo ir! No puedo ir!
Hay un abismo en cada huella!
Cada recuerdo nos separa:
yo vi en sus ojos alegría
cuando le dije: no vendré:
No puedo ir! No puedo ir!
Y sin embargo cuánto diera
por recorrer esta distancia
que no es distancia sino tiempo
que va del ser hasta el no-ser.
No debo ir! No debo ir!
Y la canción estrangulada
me deja un trémulo vacío
como una voz ida, fugada,
hasta otro verso que no es mío.
5
Insistencia
Hoy espero el milagro:
lo persigo, lo quiero.
La sombra que refugia
la aurora de sus senos,
el sueño de su frente,
la vaguedad del gesto,
la angustia del vocablo,
el yelo de su fuego,
y ese temblor constante
del cielo en los luceros,
dirán por fin la vana
razón de su misterio.
Pregunto... dudo... espero...
No puede la palabra
luchar con el silencio.
6
Indiferencia
El viento agita banderas
sobre follajes y ríos:
me voy hasta el horizonte
por recoger los sonidos;
tal vez me traiga su voz
como en los tiempos ya idos.
Pero su voz no es la misma
cálida voz que he perdido.
Ya la vida son dos vidas
que tienen opuestos rumbos;
ya los ojos no se encuentran
en la mirada desnudos.
Indiferencia. Cansancio.
Se va levantando un muro.
Poema Siguiente
Poema