Huésped de la niebla
A Gustavo Adolfo Bécquer
Entre los brazos de la enredadera
la ventana de párpado cerrado
llora la ausencia de la primavera.
Y el temblor de tu canto enamorado,
por el blanco camino carretero,
te arrastra en sangre, nardo y luz bañado.
Árbol que llora en cielo verdadero
con voz de rima y ruiseñor herido
de amor y luna y llanto prisionero.
Un caracol de sangre en pecho ardido
murmura tu presencia de alba pura
por el sueño recién anochecido.
Una ola de música apresura
su temblor de guitarra destrozada
entre los brazos de la desventura.
Qué río con estrellas tu mirada!
Qué llama de jazmín tu frente ardida!
Qué isla de tu sueño desterrada!
En instantes de alondra repetida
de sangre, nieve y luna la amorosa
canción de blancas alas detenida.
Golondrina de sueño y mariposa,
tu saeta en el alma se ha clavado,
volando voladora y temblorosa.
Hilo de luz al infinito atado
y huésped-ruiseñor de niebla y nieve
al olvido y al tiempo arrebatado.
Llegando al corazón como a leve
arpa irreal, tu rima verdadera,
con pecho de cristal, volando mueve
todas las alas de la primavera.
Poema