Poetas
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Poetas
[Sin título]

Una mujer, es una estrella en el infinito.
Es dolor, sin miedo.
Es amor, sin espera.

Creación sublime de Dios
grito de la naturaleza en la aurora.

Silencio en el atardecer
huracán en el amor.


(En Estrada Buccaro, Rossana, Transitando entre la subjetividad poética y la comunicación, Guatemala: Universidad de San Carlos, 2008, p. 249.)
[Sin título]

Vestidos gastados por el tiempo,
mirada hundida y penetrante
sonrisa que a través del tiempo
se hizo tu luz.

Mujer anciana que por mi pueblo andas
eres mi paso y un poquito a la eternidad.

En ti, veo ese escondite de fuerza.
Quédate a mi lado siempre… y en el más allá.


(En Estrada Buccaro, Rossana, Transitando entre la subjetividad poética y la comunicación, Guatemala: Universidad de San Carlos, 2008, p. 250.)
Cantata Heroica
Poesía de Ida Edelvira Rodríguez Música del Mo. Zenón Rolón



El Patriotismo (Bajo)
El genio de las Batallas (Tenor)
La libertad (Contralto)
La patria (Soprano)
Coros
Primer momento

a) Introducción
Desciende de los cielos y en vértice espantoso
Los vientos de la Pampa veloz arremolinan;
Cual huracán Tremendo, su aliento poderoso
Del mar las ondas hinche, su mirada fulmina.

Le ve el poeta, y templa la lira ya olvidada,
El labrador la esteva sobre la tierra deja,
El veterano esgrime la enmohecida espada,
La madre al hijo abraza y sofoca su queja.

Parece que los Andes su base estremecida
Sintieran, y su cresta, do el cóndor no anidara,
Por titánico esfuerzo temblase conmovida
Y estruendo de batallas sus cóncavas llenara!
Recitado
Yo le siento también! Soplo purísimo
Viene á enjugar mi enardecida frente…
Quebrantará mi secular cadena
Su aliento prepotente?…
Con mi destino fiero
En lucha sin cuartel, sufro la pena
Los martirios atroces
Que en su pugna inmortal sufrió altanero
Prometeo, hasta hundirse en el abismo
Las deidades feroces.
Las selvas del trópico se agitan: Él pasa,
Le lleva en sus alas el viento veloz;
Su aliento de fuego los aires abraza,
Profético canto entona su voz.
“Oíd mortales el grito sagrado:
Libertad, libertad, libertad!”
Recitado
¡Oh, sí! Te escucho, misterioso acento,
Y nueva fuerza siendo
Que me impide mis hierros á trozar.
“Oíd el ruido de rotas cadenas, etc”
Recitado
Como Spartaco, la cadena horrible
Mi anhelo irresistible
Al fin en trizas mirará saltar!
Música
Libre! ¡Libre! Soy un ave
Que de un clima a otro pasa:
¡Hoy sobre el trópico canto,
Mañana en la yerta Pampa!
Los hierros de tres centurias
Rompió fuerza sobrehumana.
Alzase mi voz, soberbias,
Las blancas olas del Plata
Y del Rimac, dulcemente
Suspiran las ondas lánguidas.
Mi poder incontrastable
Halló el Alcides
Que hará abatir de los Andes
Las cumbres jamás holladas!
De los cráteres ardientes
Haré ciclópeas fraguas,
Y de opresoras cadenas
Libertadoras espadas.
Mi fuerza nunca tomada
Busca el héroe.
Qué escalará las montañas.
Y de la vieja Europa
Los asombrados ojos
Verán en el espacio
Verán un nuevo sol
Y alzarse en medio al fuego
De cien y cien combates,
Cual nuncio de victorias
Celeste pabellón!
Aria b) La Lucha- El Triunfo
Recitado
Cual pasaban en vértigo furioso,
Sembrando destrucción sobre la tierra
En el sueño profético
Del exiliado en Padnos, de la guerra
Los ginetes extraños;
Así cruzar ante mis ojos veo,
Tras un guerrero, un escuadrón glorioso.
Música
Y á la legión invicta que conquistara un mundo
Perder por primera vez su indómita altivez.
Y en “San Lorenzo”, el Héroe, la fulgurante espada
Mostrar al oprimido, llevándole á vencer.
Baluarte inaccesible de altísimas montañas,
Decir á su falange: “De aquí no pasarás”…
Salvar sus principios, bajar por sus laderas,
Y en una tierra esclava, mi nombre pronunciar.
De Chacabuco anuncian la espléndida victoria,
Las notas rumorosas del bélico clarín…
Mas miro densa sombra velar el “Sol”!… No! Rasgada,
Y en Maypo nuevos lauros conquista el adalid!
Recitado
Lima ideal, sultana voluptuosa
Que contempla en el Rímac su hermosura,
Engalana su regia vestidura
Con flores de azahar, y espera ansiosa
A su Libertador, que en mi deseo
La salva, como a Andrómeda, Perseo.
Música
Sí! La ciudad gloriosa
De los altivos incas,
Recibe engalanada
Al Héroe salvador,
Y se alzan de las huacas,
Para aclamarte férvidas
Las milenarias momias
De los hijos del Sol.
Aclamación
“Loar eterno al Héroe
Que del Padre inmortal la gloria excelsa
Dá á conocer al mundo.
Póstrense ante Él de hinojos las edades
Y los pueblos pasados y futuros
Proclámenle invencible!”
Segundo momento

La Muerte
Recitado
Bardos, cubrid las liras
Con fúnebres crespones,
Y suspendidas de los mustios sauces
Que del inmenso Plata
Bañan sus ramas en la linfa fría
Pueblos ingratos, que le visteis solo
Atravesar los mares,
Dejad correr el llanto: el Héroe espira
En extranjeras playas.
Música
Sobre la frígida tierra extranjera,
En su delirio va la bandera
Que á la victoria llevó su acción;
Y moribundo pide á sus hijos
Que al patrio suelo lleven prolijos
Su corazón.
Y otros espacios buscando el alma
Huye, y extiende su yerta calma
De los sepulcros la soledad,
Y sólo turba su paz grandiosa
El fiero acento, la voz gloriosa
De ¡Libertad!!
Y unidos á ella vibran
Los funerales sones:
Bardos, cubrid la lira
Con tétricos crespones!
Tercer momento

Apoteosis
Del Plata las bravas ondas,
Del Andes las rocas ásperas
Los fragosos ciclones
De la Pampa ilimitada;
Todo se anima y conmueve,
Inmenso coro todo alza,
Y el Pacífico responde
De Atlante á la voz airada:
“¡Gloria al Héroe!” “¡Gloria al Héroe!”
Todo clama.
Para aclamarle surgimos
Las aborígenes razas,
De nuestros hondos sepulcros
Por sus hechos evocadas.
El Querandí belicoso
Su grito lanzó en la Pampa,
Y contestó el Araucano
En la Patagonia helada.
Del Uruguay en las márgenes
Blandió el Charrúa su lanza,
Y del Paraguay sus flechas
Templó el Guarní en las aguas.
Hoy en paz descansaremos
En nuestras tumbas calladas:
De nuestra patria la tierra
No oprime extranjera planta.
Del Plata las bravas ondas,
Del Andes las rocas ásperas, etc.
Fin
Agradecemos a Susana Arenz que nos permitió acceder al manuscrito s/a, caja Nº 482, del INET, Buenos Aires.
La Fe

¡La Fe! La tierra prometida de mi cordón umbilical.
La tierra de mis pasos vacilantes
La tierra de mi primera palabra.

¡La Fe! ¿Cómo podría olvidarte?
¿Cómo podría alejarme de ti?
Si tú me enseñaste a gatear
A caminar, a correr y a jugar.

¡La Fe! El problema por el que ahora sufres
Es que las aguas te están arrastrando
¡Terraplén Maravilloso!
¡Que triste es ver que te vas
Debemos hacer algo!
¡Tenemos que hacer algo!


(traducido al español por Ronald Brooks).

(En Rossman, Yolanda. Una aproximación a la autonomía multicultural desde la poesía de escritoras costeñas. Bilwi, 2006, pp. 90-91.)
One day on my way

One day on my way I saw a pretty little bird
Wissling and dancing on the limb of a tree
One day on my way I saw a tiny little rabbit
Jumping around having lots of fun.

One day on my way I saw some healthy and happy children
Running, laughing, and jumping around
as children always do
It was nice to see them play.

One day on my way I met some old friends
Who I did not see for some years ago.

One day on my way as I board the old taxi
turning around the corner, there were two young men joined together
a hand cuff, was the third, police and guns around
My heart skip a beat, my eyes got loaded with tears
I said Lord help me, for my three loving children, paradise for them
I wish.

When I looked at that tall handsome young black man,
with that hand cuff, guns and police around
it made my mind flash all over
Black look up, those funny and nasty words
Black stay in the back, don’t belong to us.


(En Memoria centroamericana)
Rosa

Do you know of someone who speaks so nice about you?
the question like her peer of beautiful brown eyes wondering how
this may be. It is not a question to wonder, and it is not a question to sit
and think. You are not the rose that bloom into Miss Maurine
flowers garden, no, oh, no,
you are the rose that bloom into Miss Maurine heart, mind and soul.

Just keep on and on blooming, don’t ever fade away.
Rose, Rosa Miss Maurine Rose.


(En Memoria centroamericana)
Tell Maurine

We enjoy our staying at Miss Maurine
We enjoy that delicious dish,
We enjoy, for real, our trip to Port Limón, Costa Rica.
Tell Maurine we will be coming back
Tell Maurine, tell Maurine, tell her we will be knocking on her door again
Tell Maurine we will be coming back.
All the nice people from this port, we love you,
But really not as Miss Maurine, and her loving son.
Sheila, Miss Felicia, the young people from the church group,
We love you too, but still not as Miss Maurine and her loving son.
Tell her we will be knocking at her door again
Tell Miss Maurine we will be coming back.


(En Memoria centroamericana)
La inculta poetisa

Yo soy la inculta poetisa
hija de estos patrios lares,
la que cubre sus pesares
con una amable sonrisa.
Soy la que besa la brisa
en las horas vespertinas,
la que duerme en la colina
y en la pampa solitaria,
la compañera del paria,
la verdadera argentina.

Soy la que en noches de calma
canta una endecha amorosa,
que la envía cariñosa
al compañero de su alma.
Soy la que llevo la palma
de modestia y gentileza,
a quien la naturaleza
no ha dotado de hermosura,
soy la humilde criatura
llena de amor y nobleza.

Soy la que de madrugada
cuando el jilguerillo canta,
bien temprano se levanta
porque ya está acostumbrada;
debajo de la enramada
alegre prende el fueguito,
preparando el matecito
para llevarlo a su dueño,
que cumplir con él, es su empeño
con su lindo paisanito.

Yo también fui la patriota
de otros tiempos y otra era,
la que tejió la bandera
que jamás tuvo derrota.
Soy la que dejó la nota
más alta que se haya dado,
y sus joyas ha empeñado
haciendo mil sacrificios,
para ayudar a los patricios
que esta patria han libertado.

Soy la que adornó su trenza
con celeste escarapela,
y con eso se consuela
porque no halló recompensa,
como si fuese una ofensa
que al tirano se le hiciera,
cortada esa cabellera
que otro le hubiera adorado,
sólo por haber llevado
insignias de su bandera.
Alem

¡Atención! ¡Suena el clarín!
la libertad se pregona,
por ella se convulsiona
la patria de San Martín.
Del uno al otro confín
todo el pueblo se estremece,
y de nuevo resplandece
el sol glorioso de mayo,
igual que si en cada rayo
una esperanza naciese.

Palpitan los corazones
por el entusiasmo henchido,
engendrando en su latido
patrióticas emociones.
Se oye de nuevo canciones
después de un silencio largo,
toma la lucha a su cargo
todo el pueblo mendocino,
es que el civismo argentino
despierta de su letargo.

Allá va la juventud
a defender su derecho,
y de muros en cada pecho
va naciendo una virtud;
del silencio en la quietud
el viento furioso zumba,
a su empuje se derrumba
el poder del caudillismo,
la ignominia va al abismo
y el fraude encontró su tumba.

Por fin llegó ciudadanos
la ráfaga salvadora,
como la luz de una aurora
para eclipsar los tiranos.
Por sierras, montes y llanos
lleva el alma perfumada
a la libertad soñada
y apenas el pueblo ruge,
la vieja máquina cruje
cayendo despedazada.

Al caudillo y al mandón
les hará bajar la frente,
la impetuosa corriente
de patriótica opinión.
El pueblo corre a la acción
olvidando sus rencores;
vencidos o vencedores
ante todo mendocino,
pensad que soy argentino
y como los luchadores.

A cumplir con su deber
va el Partido Radical,
siempre noble, siempre leal,
siempre dispuesto a vencer.
Para llevar al poder
a patriotas de verdad
a base de libertad;
verá el gran pueblo argentino,
que el civismo mendocino
impuso su voluntad.
El jilguero

Canto yo cuando me piden
como canta algún jilguero,
cuando se halla prisionero
y no lo quieren soltar,
y al ver otros pajarillos
por el jardín jugueteando,
siempre se está lamentando
y así yo voy a cantar.

El jilguero de la jaula
ve el éter claro y sereno,
y el matizado terreno
por donde libre voló;
yo que contemplo angustiado
perderse allí en lontananza,
una risueña esperanza
que al tocarla se truncó.

Pues él tiene más ventura
porque el alpiste más fino,
se lo ofrece con cariño
la mano de una deidad.
Yo aunque gima o que llore
no tengo quien me consuele
y él tiene quien se conduele
aunque en una jaula esté.

Yo no tengo en mi desgracia
donde reclinar mis sienes,
y tú cuando lloras, tienes
quien alivie tu dolor.
Yo si lloro es en silencio
y las lágrimas que escondo,
van solitarias al fondo
de mi herido corazón.

No quiero arrostrar tu vida
de mi vida en el naufragio,
yo no quiero que el contagio
de mi dolor llegue a ti;
del jardín abandonado
de mis últimos amores,
para ti guardo las flores
las espinas para mí.
La cantora

Yo soy la que en rancho pobre
he visto la luz primera,
en el llano y la pradera
creció mi juventud;
soy la de rostro tostado
mas de alma pura y ardiente
hija de un gaucho valiente.

La que aprendió la guitarra
en vez de tocar el piano,
la que ha sentido al paisano
dulces endechas cantar;
la que guarda entre recuerdo
como venturosa calma,
algo que los toca el alma
como gloria nacional.
Cifra

Si no fuera que estoy lejos
y tengo que galopar,
tuitas las noches vendría
a tu ranchito a cantar.

No vayas porque mi padre
dice que no te reciba,
porque tú no vas por mí
sino por comer de arriba.

No vayas porque mi padre
cuando llegues al palenque,
te dará las buenas noches
con el mango del rebenque.

Que me cante o no me cante
a mí no me importa nada,
ojalá su mancarrón
lo tape de una rodada.

Más negro será el destino
que vos tendrás con tu suegra,
porque ella es blanca, muy blanca
y tiene conciencia negra.
Ser afrodescendiente

Llegaron, porque los trajeron
de prepo nomás,
arrancados de sus pagos.
Se afincaron como pudieron
se quedaron y siguieron…
se callaron hasta mimetizarse.
Pero… dicen que África sigue al negr@ a donde vaya.
Mamá África se rehace,
en cada célula y se reproduce para no morir.
Así, generaciones tras generaciones,
denotan su paso,
a pesar del blanqueamiento.
El silencio fue… y se transformó
en un grito ahogado.
Hasta que al liberar se pueda decir:
¡Aquí nos trajeron!
¡Aquí nos quedamos!
¡Y ahora… AQUÍ ESTAMOS luchando por nuestros derechos!
(1998)
Cuando tocamos un tambor

Cuando tocamos un tambor,
se eleva nuestra alma
hasta llegar muy lejos,
al encuentro de nuestros ancestros.
Cuando sentimos tocar un tambor,
nuestra sangre corre o mejor dicho galopa,
porque nuestro corazón se emociona.
Cuando escuchamos un tambor,
lo sentimos…
y todo nuestro cuerpo se mueve al compás.
Cuando tocamos, escuchamos, bailamos…
¡¡¡ay, África Mía!!!
Porque te extraño tanto,
pero qué orgullosa me siento…
de tener el color,
el color de tu tierra en mi piel.
(2015)
Busco…

Estoy buscando a mi abuela, abuelo.
Ellos negros son, de mirada profunda,
de cuerpo cansino y…
mano extendida en un apretón fuerte y solidario.
Claro, hoy ya han atravesado el límite de la vida
y los acuna la muerte.
Pero está esa sabiduría genética
que sin explicación se apoderó de mí
y que al descubrirla, ¡ay Dios!,
mi orgullo de pertenencia me invade.
Estoy revelando su historia
que también es tuya
para que cuando la sepa en pequeños fragmentos,
reconstruiré mi pasado, el tuyo, el nuestro.
El conocerlo me hará revivir pasados ignotos
que acallaron a sabiendas.
Me hará reconocerme en todo y
en cada detalle de historia y presente…
en nuestro hacer cotidiano, en nuestro lenguaje
, en nuestra invocación a los santos,
en las comidas y en el baile,
en la sabiduría de la música y las letras
que quedaron en el tiempo…
Cuando esto suceda, cuando esto sea asimilado,
veré que su viaje y toda, toda su lucha,
que hoy anida mi corazón
y lo suelte a volar a ciegas, no ha sido en vano.
Y será el momento que pueda compartir con todos aquellos
que aún teniendo su abuela, su abuelo
como los míos, lo ignoran y hasta lo desconocen,
comprendan que somos parte de una cultura milenaria,
nietos de esos bravos esclavizados
que por siglos resistió y que aún tratando de destruirla perdura.
Entonces sí, cuando a sabiendas
seamos conscientes de nuestra nietez
seremos una gran familia que al
reencontrarse en sus raíces
y empoderar su historia
podremos emprender un proyecto
que nos incluya a todos.
(2013)
No quiero que me llames “Negra”

No quiero que me llames "Negra".
Aunque sea con cariño,
me estás discriminando y no te justifiques.
Tengo como todas las personas un nombre,
un nombre que eligieron mi padre y mi madre,
un nombre individual que me identifica,
acompañado por el de mi familia.

No me gusta que me digas “Negra”,
cariñosamente o no.
Yo no identifico a las personas por su color,
color de piel, ni su etnia, ni su religión, ni su sexualidad.
Como yo no lo hago, no lo hagas conmigo.

No quiero que me digas “Negra”.
Yo soy y me siento negra
ése es mi color de piel
y todo lo que ello conlleva.
Porque llevo ese color, color del África Sursahariana
y me inunda el orgullo de representarla en esta sociedad.

Llevo en la actualidad las cadenas rotas,
el dolor infringido por los latigazos y los desprecios,
la miel del amor y la dulzura de los hijos,
pero también la sabiduría genética y ancestral.
Llámame Lucía Dominga Molina Sandez
porque mi orgullo es ser Afroargentina del Tronco Colonial.
(2014)
Tambor abuelo

Mi abuelo el tambor
que del África llegó.
Encadenado a negras manos,
porque fueron apresadas
y luego esclavizadas.
¡¡¡Cuando NO!!! La conveniencia
un señor las liberó.
¡¡¡Cuando NO!!! La conveniencia
las cadenas cortó.
Su presencia fue silenciada
pero no por ello olvidada,
resguardado en las casas
su identidad camuflada.
Hasta que llegó el momento
y su libertad cobró.
¡Oh! Tambor Abuelo
que resuenas en nosotros
trayendo en cada sonido
el latir de corazones
de aquellos que ya no están.
Pero se encuentran
en el altar
de nuestra ancestralidad
siendo parte de nuestra identidad.
Suena, suena tambor abuelo.
Suena ya sin parar.
Para despertar a aquellos
que dormidos aún están
y que no pierdan más tiempo y
asuman ser
Afroargentinos del Tronco Colonial.
(2015)
Estas estrellas sólo existen para nosotros

Mirando el cielo azul
que de tan azul lo veo turquesa
alumbrado por millones de estrellas.
Veo pasar una que fugaz se esconde
en un hueco oscuro del firmamento.
Las demás titilan como si hablaran,
hablaran entre ellas,
dispuestas de tal manera que yo te veo a vos
tan lejano y sin embargo cerca de mi mano.
¿Sabes por qué?
Porque se reflejan todas en el agua del estanque
y yo aprovecho el instante y te hablo
aunque no me contestes y sí, brillas y brillas,
juegas y juegas con las luces multicolores,
te escondes detrás de una y la otra te ilumina para que yo
te vea, sí, y así lo hago.
Porque yo y mi mente entran en el juego
y te descubro y te distingo entre luces y sombras.
Mi mente, mi mente, corre hacia vos
porque siento tu llamado y quiero acariciarte…
Pero si lo hago tu imagen desaparece, te vas presuroso
bailando al compás del ritmo del agua en movimiento.
Y yo… quiero retenerte…
Vuelvo a la realidad y veo que solo yo te veo
destacándote en el conjunto de estrellas,
porque de ese modo existen ellas y vos en ellas.
Porque de ese modo existen para mí y vos, para nosotros.
(2015)
Lumba a Benkos Biojó

Landé luango mi
ajuindo a t asueto
añú, elelo ele lo lai
alokumbelo gende mi,
gende suto.

Benkos ugungú
libertá suto
libertá nguiní.

Benkos kalunga bo
namgbuenda suto
Elégua, Elégua
ma majana…

Ma chilumba
ma agüelo
suto a t asueto
a tan abalsa Nguini
a tan ablasa yumará
to ma ria
suto a ta bukú
Benkos Biojó.
Oda a Benkos Biojó

Adelante mi etnia
huyendo, luchando, somos libres
añú elelo lo lai
asesinada mi gente
torturada nuestra gente.

Benkos artífice
de nuestra libertad,
libertad de los negros.

Benkos te saludo
nos mostraste el camino
Elégua, Elégua
tranzada al revés la vida.

Los niños
los jóvenes
los abuelos
liberados unidos
en un solo abrazo: negros
y hermanos indios.

Todos los días
te bendecimos
Benkos Biojó.

Mabungú. Triunfo. Poemas bilingües palenque-español (2011), ps. 50-51.
Diaspora. Ario gende mi

San Basilio te ba?
Ario, ya me boy.


¿Afrika te ba?
¡Ya me boy!
Ario gende mi
ario gende suto
i lo keta ki abla bo,
i ta abla utere
ario: Kongo, Arará, Kuniri, Bantú
ario: Keke, Yareue, Tafé, Uru
ario: Muanga, Ucambo, Chokó
ario: Yorumba, Mandinga, Lukumí.

Ario: Masunga, Mulango, Majuancho.
Ario: to labandondo nguini
ma gende di tyela mi…
Kolaso suto.

Poke itando awe
ri Afrika mi
akanfora mi ñamo yo
añu-ele le le lo
poke tando awe ri Afrika mi
akanfora mi ñamo
akanfora… enteguesa suto
bila mi, bila suto.

Que bó tre mi
que bó tre suto angini
yulungu… yulungulu
leko, leko.

¿Afrika te ba?
Ario, tyela mi.
¡Ario ya me boy!
Diáspora. Adiós mi gente

¿San Basilio te vas?
Adiós, ya me voy.


¿África te vas?
¡Ya me voy!
Adiós mi gente,
adiós gente nuestra…

Y los que están aquí se los digo
les hablo a ustedes,
adiós: Kongo, Arará, Kuniri, Bantú
adiós: Keke, Yareque, Tafé, Uru
adiós: Muanga, Ucambo, Chokó
adiós: Yorumba, Mandinga, Lucumí.

Adiós: Masunga, Mulango, Majuancho.
Adiós: lo labandongo nguini,
adiós a todos los hermanos negros
la gente de mi tierra
nuestro corazón.

Porque estando lejos de mi tierra
de mi África (ya me voy)
extraña aquí, me llamo yo
añu ele le le lo
extraños inteligentes para enfrentar
mi vida, nuestras vidas.

¿Qué me trajiste extranjero?
Dolor muerte, separación,
llanto a gritos desde el alma.

¿África te vas?
Adiós tierra mía.
¡Adiós! ¡Ya me voy!
Adiós tierra mía.
¡Adiós! ¡Ya me voy!

Mabungú. Triunfo. Poemas bilingües palenque-español (2011), ps. 70-73.
La abuela negra narra: Cosmogonía de África

¡Yen yereeé! ¡Yenyereeé!
Ekuaaa… Ekuaa.

La abuela, sentada fuma
con la cachimba al revés,
la candela va por dentro,
un sahumerio de recuerdos
fortalece su vejez.

Camina para adelante,
sus huellas van hacia atrás.
Marca el son del tambor,
historias para contar.

Los bisnietos y los nietos,
atentos sin parpadear,
oyen hablar de Olodumare,
Babalú Ayé y Yemayá.

De Fam, el primer hombre,
de Sekumé y su mujer.
La abuela, como una Orisha,
¡Habla! ¡Cuenta! ¡Narra!

Fuma, fuma su cachimba
con la candela hacia adentro,
el fuego la ilumina.

Con mucha sabiduría
empezó su narración:

La Diáspora de los Orishas
protectores de sus negros,
en la oprobiosa travesía,
hacia la Tierra Nueva
nombrada de Ultramar.

Se aviva la llamarada…
se corre un velo de niebla,
las leyendas ancestrales
comenzaron a brotar.

Cuenta del león y el tigre,
la hiena y el camaleón,
dela araña diligente,
la tortuga y el muerto
en macabra procesión.

Es la fuente milagrosa
para saber la verdad.

De los afrodescendientes
y sus raíces de África
¡Cuna de la Humanidad!

¡Yenyeré, yenyeré!
¡Ekuaaa!
Un agüela timbo chitia: Kosmogonia ri Áfrika

¡Yen yereeeé yenyeré!
¡Ekuaa Ekua!

Un agüela sendá nfumá
ku un kachimba bindanga
un kandela seba pa lendro,
un kochá ri ma kolá
kañaña chocho elé.

Itando su kamino landé
ma pitingo bar i trá.
Soki ri negunguú itoria
pa shitiá kuendo.

Ma ñeto, ma monasito
a ta poné kuirao
ekuchá ri Olodumare,
Babalú Ayé i Yemayá.

Ri Fam un primero ombre,
ri Sekumé i mujé elé
un agüela kumo un Orisha
a tá shitiá, a ta shitiá.

Nfumá, nfumá kachimba elé
ku un candela lendro
adde i un lú llegá.

Ku muy Rrucho
a ta shitia un kuendo:
un diáspora ri ma Orisha.

Ata arrego ri ma jende timbo,
un maniao banchoke
a ta miní Tiela Nuevo
elé a ta ñamá ri Ultrama.

Fobo ri kolaso adde,
lande un paño ri nsulú,
ma kuendo ri Áfrika
ansetro suto: se ase a saí se:
Elé a ta shitiá ri leo i mankueba,
un iena i un uanubú,
ri un guandanda arilé.

Un kotea, i un muetto
Ané a ta ke bae ku muette
un prosesio elé.
Asina kasimba pa komponé,
ri ma afroresendiente. Ansetro ri Áfrika
kuna ri umanirá.

¡Yen yeré, yenyereeee!
¡Ekuaa Ekua!

Mabungú. Triunfo. Cosmogonía Africana. Poemas bilingües: español-palenquero. Tomo 2. (2016), ps. 31-34.
Los Orishas escuchan

Los Orishas escuchan, beben
sorbos amargos…

Un llanto no llorado
oprime sus almas
sus espíritus libres
sin mancha ni ataduras,
en la manigua selvática
de África ancestral.

Prohibidas las despedidas,
cortadas las líneas de sangre,
aniquiladas las familias…

Sólo el látigo
y la oprobiosa Karimba,
collar de hierro
tallado en dagas de miseria.

Yemayá deja caer su llanto,
cada lágrima,
un mar desconocido,
propicia el renacer
en nuevas tierras.

Reflejadas en el espejo-luz
se arcoiridizan, siete colores.

Siete potencias se agitan:
Ochún, Changó, Orumla,
Yemayá, Ogum, Obbatalá
y Elegua
¡Claman!

Se transparentan en medio
de las heridas putrefactas.
Babalú Ayé… extiende sus manos,
el dolor se hace soportable,
la gusanada
se inclina reverente.

La travesía hacia el exilio,
¡aborrecida! no pedida,
atormenta a Nzamé,
Creador de la oscura
armonía africana.
Ma Orisha ekuchá

Ma Orisha ekuchá, ndrukú ané
un pitingo ri apu maluko.

Un leko se yolá nú, no,
oprimí ma mbwembé…
Ma ánima sueto ané
no a tené kutre, ni singa,
in ri monde muy muy guandú
ri Áfrika ansetro suto.

Jurú, Jurú ma ñingurí
kota ma puende ri pola
anikilá ma famia.

Solo un musinga
I un fuñi Karimba…
Karena ri jierro
ase ma motete ri mojosera.

Yemayá rejá kae leko elé,
kara lágrima
un molingo ke konosé nú, no
ase Rrenasé
aá ma tiela nuebo ané.

Rreflejá un epejo-lu
se arkoirisa ané nsiete kolo.

Nsiete kutu se tetemblá:
Ochum, Changó, Orumla,
Yemayá, Ogum, Obbatalá,
Elegua ¡Klaman!

Se asé klarito in merianía
ri ma güasá santantón.
Babalú Ayé… eplayá mano elé,
un ndoló se ase sopottable elé
ma ngongochí
se ñingotá ku Rreberensia.

Un trabesía pa un malemba
¡Maluko! Piri nú, no
jirí a Nzamé,
elé a krea ri lugumbé
alegronía ri Áfrika.

Mabungú. Triunfo. Cosmogonía Africana. Poemas bilingües: español y palenquero. Tomo 2 (2016), ps. 143-146.
Reposa mi alma,
recibe las instrucciones
para un nuevo día.
La noche silenciosa
invita a escuchar
la música de los vientos.
Florece el girasol
y se marchita
con la caída del sol.
Del cielo llueve rocío,
lágrimas de alegría musical.
En la noche de luna
el jazmín me trae un mensaje.
Alrededor de la lámpara
danzan las criaturas nocturnas.
Se oye un murmullo
en el silencio de la noche,
los vientos se abrazan amorosamente.
Hoy veo claros los días,
como claros serán los días
de mañana.
Los vientos llevan
el perfume de la rosa.
¡Ah! qué bella rosa.
La naturaleza tiene una orquesta
maravillosa, sólo se escucha
en el silencio de la noche.
Mar en calma,
vientos amarrados.
¡Ay cuando se suelten!

De La palabra sagrada (1998)
¿Esta es mi tierra?

He mirado el mar de mis costas
… detenidamente y repetidas veces;
He mirado las gaviotas
Que vuelan hacia lo alto
Desafiando los espacios
Diseñando con su vuelo
Remolinos de constancia.
He visto navegar los barcos
Libremente sobre el mar
Y al pescador… amigo de las redes,
Amigo del anzuelo,
Amigo del mar y de sus secretos.

Nací y morí mil veces en estas tierras
Donde aún se ciernen las huellas
Del yugo esclavo;
Pero he vuelto a nacer,
Mas no he encontrado
El humo espeso de la esclavitud
Pero se destila la zozobra del egoísmo,
La lujuria y la codicia
De este mundo materialista
Que solo piensa en la maldad.

Entonces me pregunto:
¿Qué pasó con el mundo?
¿Qué pasó con las tierras?
¿Qué pasó con nuestros pueblos
que están perdiendo lo bueno?
Soy testigo del hombre
que escudriña el mar esperanzado;
del leñador sediento que trabaja
la montaña;
del sembrador que busca un sosiego
en el cultivo;
y del hombre aquel… aquel que se
obligó a robar por un pedazo de pan
para sus hijos.

He encontrado la miseria a cada paso;
el machismo que aventaja al mundo entero,
el libertinaje de aquella que alcanzó la liberación
y no la supo interpretar.

Escucho el llanto amargo
de aquel que llaman gamín:
el que quita de mano ajena
un reloj, una pulsera, un paquete
y lo vende… lo vende a esa sociedad
que permite la delincuencia.

He encontrado en cada esquina
la mano asesina de un hermano;
la mano fuerte del que oprime;
la boca grande del que insulta;
un pie grande que empuja desde arriba;
y el gemir de un pobre hombre,
que lucha por sobrevivir
entre la miseria y la injusticia.

He visto morir también
el fruto verde en el vientre inmaduro.

¡Oye gente de mi tierra!
¡Gente de todas las etnias!
¡Gente de todas las clases!
¡Oye jefe del hogar!:
¿No te duele que tus hijos sientan hambre
mientras tú malgastas lo que ganas
en licor, en el juego y en mujeres libertinas?

Y tú… hombre de caudales:
¿no te conmueve la miseria en que vivimos
mientras tú te ahogas en la plata
ignorando al campesino que trabaja para ti?
¿Acaso te has olvidado del que te siembra el café,
del que cosecha el arroz,
del que te cuida el ganado?

Quisiera decir tantas cosas…
… pero no quiero ver llorar al hombre
que está en el mundo sin vivir en él
y que viviendo en él… no existe.

(De Todos somos culpables)
Delfín de mis días

Para encontrarte a solas,
tuve que cruzar la noche.
En profundos sueños, advertí tu sombra
y te vi distante una noche de octubre;
te busqué en el aire, en la muchedumbre;
te busqué en el mar, bajo las gaviotas;
me volví velero y navegué en tu orilla;
saltaste a mi lado huracán de seda,
delfín de mis días, cometa sin tiempo;
me hablaste al oído, vendaval de fuego;
me cubriste de olas, marejada gris;
aroma de arrullo, te encontré en la noche,
nadando en las aguas de mi mar azul.
Salta delfín en mis aguas tranquilas
y dame la clave del ritmo perfecto;
Invéntame olas
de luces coloridas,
de espumas saladas,
de largas estelas;
cúbreme de algas
en un remanso de estrellas
cuando haya encallado
en la empinada ruta
de tu océano.

(De Analogías y anhelos)
Yo… Viajera

He viajado todo el tiempo:
por el mar, por los ríos,
por las nubes,
por los bosques y quebradas,
por rieles y carreteras;
he viajado también por los andenes,
entre túnicas, camisas y calzones;
he viajado entre medias y zapatos;
en corpiños, también en pantalones.
Antes de ser, viajé en el pensamiento
De un hombre y una mujer enamorados;
fui creciendo y viajé en los corazones
de aquellos jovencitos que me amaron.

He viajado ya mujer en las miradas,
en los sueños de aquel que me desea;
he viajado también en las carteras
de quien guarda mi retrato con nostalgia.

He viajado muchas veces, he viajado
hasta meterme en cuadernos y amuletos;
y seguiré viajando mientras viva
en el ritmo de un compás que nunca muera.

(De Susurros de palmeras)
Pentagrama de pasión

Soy el pentagrama de tu pasión
Que me llama,
que se siente en clave de do
Arriba de sol,
soy el espacio de tu corchea
soy tu Fa,
La do mi,
Soy tu
línea,
mi
Sol
Re
Fa,
Motívame con tu batuta,
Toca en mí,
Cántame en tu clave
Soy la figura para tu nota
el compás para tu ritmo
soy tu punto en la redonda
Vuelve a mí en ritornelo
Y salpícame tu estacato
Prolóngame con tu calderón
para sonarte eternamente

(De Pentagrama de pasión)
Herencia y legado de tambores

Bongó, bongó, bongó tambora
Bombo guasá tumbadora
Tu tam tam me suena a ritmo
Tu bom bom bom me enamora.

El bembé sale de tu alma
De tu risa la guaracha
Omelenko del quejido
De tus cueros la charanga.

Redoblante de ritmos de aurora
Bombo que queja en la noche
Quiero beberme tu rumba
Percutida con derroche.

Canto que heredé de mis abuelos
Canto que a tus hijos legaré.

Para mi ritmo antillano
Tambores batá me llaman
Chingui chingui de maracas
Y mi bongó me reclama.

Para mi rumba Nayera
La guitarra es la que manda
Y la timba campesina
Va encendiendo la pachanga.

Litorales colombianos
Con cununos embrujados
Entonando con marimbas
El rumor del currulao.

(De Cantos, inéditos)
I

Soy Marta
Mi nombre es grito
de guerra y de amor

Mi nombre
algarabía y silencio
síntesis
entre el tumulto y la soledad

Mi nombre
alarido amurallado en la memoria
sinónimo de amores trashumantes
antónimo de gloria
y se parece mucho
a la desolación

Mi nombre
una canción ya cantada

el cielo donde danza el águila
la carroña
donde se alimenta el buitre

Mi nombre
es presagio de los días sin agüeros

Soy Marta
y soy mi salvación

No me abandono
me huyo y me encuentro
no me abandono

(De Acantilado)
II

Tengo algo
de los beduinos del desierto

De los que miran
con párpados cerrados
por la furia
de la arena levantada
y ellos abajo
como unos sobrevivientes
de la maldición del paraíso

Tengo el alma ardiente
de las negras y negros africanos
mis hermanos
hijos del sol y de la luna
supervivientes
un día después
de la creación
y un día antes de la expulsión

Los sin tierra
los vecinos de la piedra negra
del volcán del Kartalá

(De Kartalá)
Rotundamente negra

Me niego rotundamente
a negar mi voz
mi sangre
y mi piel

Y me niego rotundamente
a dejar de ser yo
a dejar de sentirme bien
cuando miro mi rostro
en el espejo
con mi boca
rotundamente grande
y mi nariz
rotundamente ancha
y mis dientes
rotundamente blancos
y mi piel
valientemente negra

Y me niego categóricamente a
dejar de hablar mi lengua, mi acento y mi historia

Y me niego absolutamente
a ser de los que se callan
de los que temen de los que lloran

Porque me acepto
rotundamente libre
rotundamente negra
rotundamente hermosa.

(De Rotundamente negra)
A una abuela cualquiera

La vieja levanta un trozo de
sueños
en el caminar del día
y un trozo de melancolía
de la que aún recuerda
Se trenza el pelo
como hizo alguna vez
con su vida
y empieza a caminar.

Bajo ese sol indiferente
y sin misericordia
bajo la degollante
mirada del día
Bajo los zapatos del cielo
que ya no mira
por dónde camina.

Se ha detenido
a recoger un trozo de llanto
que cayó de su cartera
y en esta esquina oculta
se mira solo desde nuestra acera
su infinito rostro
cargado de sonrisas

Camina erguida
aprisionando los besos
de todos los hombres necesarios
golpea o acaricia a los hijos
entre su llanto
y su felicidad con límites
se enamora a veces
de algún viajero
para descansar la vida
desnudando los sueños
sin verdad posible

Se ha fabricado un altar
bajo la casa
donde no le limiten
la esperanza
señalándola
(como si Dios tuviera límites)

Camina erguida
aprisionando los besos
de los hombres
y los hijos necesarios
para que su piel cercada
de mujer
y de otros
sea eterna.

(De Naciendo)
El cabello de Illari

Te miro y tu rostro pequeño tiene un marco de cabello crespo que combina maravillosamente con tu sonrisa.
Ayer lo tenías trenzado en seis líneas rectas que terminaban juntándose en sus puntas al final de tu nuca.
Ese pelo tuyo combina con tus dulces ojos sonrientes cuando cintas de colores son entretejidas en medio de tus trenzas resultando en hermosos cabellos coloridos.
A veces, cuando son muchas tus trenzas parecen danzar al son de tus carreras y de tus saltos y tus carcajadas. Es una danza que solo tu perfecto cabello es capaz de crear.
Otras veces, adornado con cuentas de colores, se asemeja a una ancestral danza que se mueve con juegos, impulsos, vueltas y piruetas que cuentan historias al compás de tus correrías. Son colores amarrados a tu hermoso pelo, que recuerda carnavales y comparsas, ritos y leyendas, sincretismos y abuelas. Recuerda historias y religiones de muchos pueblos como el mío.
Cuando esta suelto, me parece una densa selva llena de palmas o un frondoso baobab milenario que asido seguro a la tierra sostiene su copa tupida de ramas que apunta al cielo y no le tiene miedo al sol. Imagino entonces un par de manos negras bajo ese árbol, que es sabio, batiendo tambores que anuncian buenas nuevas para todas las niñas, que como tú, cargan con orgullo ese crespo cabello extraordinario.
Yo voy a enseñarte, hija mía, así como un día aprendí de mi madre y ella de su abuela y su abuela de otra madre, a construir caminos y perfectas veredas en tu cabeza.
Te voy a enseñar hija de mis entrañas a diseñar obras de arte, a delinear imágenes, a tejer un mundo brillante y lleno de colores en las trenzas de tu cabeza. Y un día cuando aprendas a peinar tu propio cabello y los cabellos de tus hijas vamos entonces a construir un nuevo mapa. Construiremos un mundo nuevo en tu cabeza que les permita a todas las niñas negras como tú, llevar con orgullo la hermosura de nuestros cabellos.
Te prometo hoy, mi pequeña, que tus peinados y los peinados de tus hijas asombraran al mundo y tu figura monumental no tendrá entonces que usar más disfraces para brillar.

(De Rotundamente negra)
Umbral

Aún es temprano
el sol apenas está saliendo
la mañana está fresca
las plantas están húmedas
es temprano
apenas amanece
aún es temprano
los dientes están frescos
las manos limpias
la mañana tiene ese dulce olor a madrugada
es hora de limpiar la casa
recoger la basura del día anterior
y empezar a existir
ahora que casi entendemos lo que pasó
podemos mirar al sol de frente
cambiarnos las ropas viejas ajenas
y volver a empezar
aún es temprano
huele a montaña
a niños recién bañados
a tetas llenas de leche
a historia amanecida
reconstruida
rescatada
el sol apenas está saliendo
huele a pan fresco
a lágrimas de ayer
es temprano
aún se puede empezar todo de nuevo.

(De Desde el principio fue la mezcla)
Un mundo sin miedo

Me resisto a creer
en presagios y anuncios del Apocalipsis
me niego a recibir sin resistencia
esas voces que anuncian
señales de muerte
de nuestros tiempos…

No estoy dispuesta a morir
bajo la bandera de estos hermosos sueños
que son justamente
los que quiero vivir
suficientes antepasados reposan
por la defensa de los mismos principios
suficientes ausencias
tengo impresas en el ayer.

Sucede que estamos arribando
a la era de la vida y la verdad
sucede que se acerca
el fin de los finales tristes
y de las guerras perdidas
sucede que tengo una niña en casa
que está decidida

a llegar a grande
y sucede que le prometí
un mundo sin miedo
por eso
me resisto a ser parte
del odio y del terror
y me niego a morir
en la siguiente batalla
me niego a recibir llorando el día nuevo
sucede que en casa tengo
una brillante sonrisa sin dientes
que me ha cambiado la vida
y la muerte
y el libro del Apocalipsis
fue desterrado de mi biblioteca
y las noches de lluvia se convirtieron
no sé por qué mágico encanto
en hermosas canciones de cuna.

(De Desde el principio fue la mezcla)
Carta a mis abuelas

Primero vino una abuela de hace años
y tomó su asiento en la primera fila
Después vivieron los días difíciles
y los muchos hijos
y en una de esas
de que si quiero
de que si no…
de que los hijos solo vienen y ya
en una de esas
vino mi padre
y nació bendito
con la certeza de la esperanza
con el sol en la mano
y mi abuela sonrió…
como sonreía siempre
con la bendición de cada hijo
con la misma sonrisa que nos heredó al marcharse
con esa sonrisa del color de las más fuertes
con la misma sonrisa de las que no se detienen nunca
a pesar de las montañas a su paso

Luego siguieron los días difíciles
y mi abuela que busca
y trata de entender
la mejor forma de ser feliz
y un día que parece que es
y muchos días que no es feliz
y revisa los recuerdos
y recuenta los hombres a su paso
y vienen más hijos y más sonrisas
y la misma hambre de antes
Luego murió mi abuela
sin la sonrisa de antes
y sin verme las palabras

Mi abuela sigue sentada en la primera fila
y me cuenta cuentos al oído
y me muestra caminos y atardeceres
y nunca la vi
pero mis manos se parecen a sus manos
según cuenta mi padre
y mis sueños son sus mismos sueños
según mi padre.

(De Rotundamente negra y otros poemas)
18

¿Mamá…?
Conocía de viajes
Y de puertos,
De amigos
Muy negros
De Panamá y de Limón.
A veces, (…) ¿Olvida el rincón solitario
Donde embrollaba sus memorias
Y me habla de una mamá buena,
Con cabello blanco
Y piel de achiote
Con ojos de candela,
Sabia y jamaicana
Sabia y señora. (34)

(De La lluvia es una piel, 1999)
24

Como todas las negras,
mis tías saben coser.
Por las tardes,
Después del trabajo
construyen vestidos e ilusiones
de los retablos de las colchas
y a veces,
Igual que yo
oyen voces; es el hilo
con que tejieron sus vidas. (41)

(De La lluvia es una piel, 1999)
A él, mi progenitor

Mi padre…
Era constructor
De barcos de papel moneda,
Navegantes de su muelle de naipes colorados
Miraba al mundo por sus lentes
Rotos a la mitad
Y la lotería en los dedos.

El día que se fue…
No volvió del hospital,
Hasta que lo vi
En una caja color ceniza.

Los encargados de guiar su alma,
Me dijeron que debía despedirlo y olvidar…
… de vez en cuando,
Cierro la cortina
Y abro las ventanas
Para recordarlo
Un poco más humano. (37)

(De La lluvia es una piel, 1999)
III

Yo,
Navegante estelar,
Embarcando donde
Todo sobra,
Después del mundo,
Desciendo
De una isla negra
Clavada en el centro
De contradicciones,
Incertidumbres y pasos
Que van y vienen
En direcciones
Opuestas al tiempo. (5)

(De Sangre de madera, 1995)
XIII

No hay gaviotas negras
En el horizonte,
Ni ventanas que dejen entrar
Lo que no está.
Solo la densidad perfecta
De una sombra,
Una fogata
En que bailan mis pies
Y el ritmo de mis manos
Marcando el paso
Del sol
Que se aleja.

De pequeña,
Madres y abuelas
Desataban rituales
De muerte,
Orden
Y castidad,
Y mientras murmuraban
Lenguas jamaicanas
Lenguas antiguas
De honor y respeto
Recetan el rice and beans.
Tías y primas
Limpian la tierra de partos
Y encienden semillas
Congregadas en tierra,
Con profecías de ruido
Y tristeza.

De pequeña
Me acostumbré al simbolismo
De esferas:
Colores marcados con sol
Y muchas veces,
La canción solo fue
Una memoria errante.

De pequeña,
Recé:
Señor,
Si es que tanto me amas,
Aparta este cáliz amargo de mí…
Y la profecía
Sigue transmigrando.

Rebeldía en Crisis

Hermana:
Quiero hablar con usted,
Para que se convierta.
¡Basta!
He dejado a Dios,
Solo le diré
Que a veces
He rezado tanto
Que las palabras
Se acoplan a mis dedos,
Y así
He dejado a Dios
Y sus misterios
Encerrados
En cada paso.
Por eso,
Es que pateo santos,
Destruyo y rompo biblias
Y hasta me parece
Que rezando
He creado el Génesis
Y reemplazado
Al mundo con fe.
¿Es eso tan extenso
que no cabe en su religión?
Ahora
Déjeme,
Quiero que los demonios
Me muestren la verdad. (10-12)

(De Sangre de madera, 1995)
A mi raza

Ya es tiempo raza querida
que, acabado el servilismo,
demos pruebas de civismo
y tengamos propia vida.

Ya es tiempo de comprender
—pues está probado el hecho—
que es imposible el Derecho,
si no se cumple el Deber.

Y, lo que el Deber nos traza
en tan solemne momento
es, redoblar el intento
de mejorar nuestra raza.

No es la raza negra, no;
aunque en tal sentido se hable;
la que ha de ser responsable
de “aquel tiempo que pasó”.

Pero no puede eludir
la responsabilidad
que es suya en la actualidad,
para con el porvenir.

Evitemos ese mal,
Teniendo perseverancia
Para extirpar la ignorancia
De nuestra esfera social.

Mas, si hemos de conseguir
tan nobles aspiraciones,
he aquí las indicaciones
que hemos todos de seguir:

Los hombres han de estudiar;
hay que abandonar el vicio
y salvar el precipicio
en que se van a estrellar.

Comprendiendo la razón,
tratarán de consagrarse
para unidos, procurarse
la mayor ilustración.

Y, nosotras las mujeres
cumpliendo nuestra misión,
tenemos la obligación
de entender nuestros deberes.

Que si todos por igual
—sin que haya rémora en eso—
buscamos en el progreso
nuestra perfección moral

tal vez tengamos la gloria
para que el mundo se asombre,
de consignar nuestro nombre
con honra y prez en la Historia.

Y si tal éxito alcanza
el noble esfuerzo que haremos
el estigma borraremos
que la Sociedad nos lanza. (17-19)
Redención

Cual tras negra tormenta, un claro día
lucir suele con bellos esplendores
y cual brilla en un rostro la alegría
tras un cúmulo inmenso de dolores,

así mi pobre raza, que llevaba
una vida de mísera agonía
y bajo el férreo yugo que la ahogaba
en dura esclavitud triste gemía,

hoy se encuentra feliz, pues con sus galas
la hermosa Libertad augusta y santa
la cubre, y la adorna de esas galas
bate las palmas y sus glorias canta.

Raza humilde, sencilla y laboriosa,
modelo fiel de abnegación constante,
que vertiste tu sangre generosa
al impulso del látigo infame.

¡Canta tu gloria sí; pues no es posible
que al cesar tu baldón y tu tortura,
una plegaria mística y sensible
no se exhale de tu alma con ternura…

Haz que hasta el Solio del Eterno suba
tu acento, y di con voz que tierna vibre
¡Perdón, Señor, te imploro para Cuba!
¡Ya su crimen borró! ¡ya el negro es libre…!

Pide al Hado feliz, que tu Derecho
respetado en el mundo siempre veas,
y exclama desde el fondo de tu pecho:
¡Oh Santa Libertad! ¡Bendita seas! (20-1)
Corona al genio

Dedicada al ilustre hombre público, señor Juan Gualberto Gómez,
y recitada por su autora en La Bella Unión Güinera, el año 1893.

Jamás te apartaré de mi memoria
¡noche grata! ¡solemne! ¡inolvidable!
pues me ofreces, la más inmensa gloria
que en la vida sentir me fuera dable…

Luchando con mi estéril pensamiento
no os extrañéis, señores, que batalle;
que al poderoso influjo del talento,
¡es fuerza sí; que mi entusiasmo estalle!

Y aunque con mano torpe y vacilante,
permitid que con íntima alegría,
para cantar la gloria de este instante
pulse las cuerdas de la lira mía…
De mi lira ha tiempo abandonada
y que, por sinsabores de la vida
yace a mis plantas triste y olvidada;
rotas sus cuerdas mustia y abatida…

Mas… ¡ella no me olvida! si el marasmo
sacude el alma en un feliz momento
y la invoco con férvido entusiasmo,
¡y ella me inspira con su dulce acento!

Y por eso, señores, yo le imploro,
que en esta noche de entusiasmo santo,
¡me brinde, por favor, cuerdas de oro
para lanzar los ecos de mi canto!

Pues esto y más, merecen en conciencia,
los genios eminentes; distinguidos
que en esta fiesta de la inteligencia
con placer admiramos reunidos.

Porque, cual ramo de galanas flores,
por doquiera que la vista giro,
¡todo es gracioso! ¡todos son primores
y no puedo decir lo más que admiro…

Aquí, la culta dama, que recrea
con su palabra dulce y elocuente;
allí, el varón ilustre, que la Idea
lanza al espacio con su voz potente.

Y… más allá, ¡distingo emocionada
al que en mi raza brilla por gigante…
¡aquel que Cuba contempló admirada!
¡permítanme, señores, que le cante…

Que he de cantarle, sí, con deferencia,
al hombre que fundo todo su anhelo
en ilustrar la inculta inteligencia
del triste esclavo en el cubano suelo.

Al hombre que amparado en su derecho,
con faz serena y con la frente erguida,
¡presenta siempre su valiente pecho
a los rudos embates de la vida…

¡Al león de la tribuna, en cuya frente
quiso Dios colocar el sacro fuego
del humano saber, y un alma ardiente,
para más gloria consedióle luego…

¡Héroe que no sucumbe en la batalla
por más que en pos de sí vaya dejando
jirones de su carne, ¡no desmaya!
con cívico valor, ¡sigue luchando!

Por eso yo le admiro noblemente
y al contemplarle me entusiasmo tanto,
que me atrevo a pedirle reverente,
¡benigno acoja mi modesto canto…

Canto, sin método, orden ni concierto
cual siempre brota de mi torpe lira;
mas… ¡puedo asegurarte, Juan Gualberto,
que en él no lleva envuelta la mentira…

Deja que te salude una cubana
ya que eres gloria de la patria mía;
y permite, que a título de hermana,
te demuestre mi inmensa simpatía.

Y puesto que en tus hechos has probado
(y el eco de tu fama así lo abona)
que eres un progresista consumado,
¡permite que te ofrezca esta Corona

Corona indigna de la noble frente
que no abate la suerte en sus reveses
¡hay que ser un genio prepotente
para cantarte como tú mereces!

Marchando recto sin traición ni dolo,
prosigue pues luchando con exceso,
que en esa noble lucha no estás solo
contigo están los hombres de progreso…

Y de los que hoy llenáis vuestros deberes,
de la futura luz de los destellos
dirá la Historia en gruesos caracteres:
“¡Cumplieron como buenos! ¡bien por ellos!” (85-88)
En la brecha

Humorada poética, dedicada al director de “Escuela y Hogar”,
Sr. Valentín Cuesta y Jiménez, que me pidió colaboración.

Como soldado de fila
—pues no he de decir “soldada”—
me hecho al hombro la mochila,
y acudo firme y tranquila
a tu bélica llamada.

Ya me tienes en la “brecha”,
arma en ristre —digo, pluma—,
pues que de esta lucha, en suma
el final es, ver deshecha
de la ignorancia la bruma.

Con un general VALIENTE
cual tú, yo espero la gloria
de triunfar, y que la historia
de nuestra letras, patente
anote nuestra victoria

Vayamos, pues, a luchar;
que, en este noble bregar
de la pluma, hay una cosa
que nos es grato alcanzar;
y es, ¡una fama gloriosa!

Yo celebro a los patriotas
que en el campo abierto han peleado
por ver sus cadenas rotas,
y con inspiradas notas
sus hazañas he cantado.

Mas, entre el bravo guerrero
y el literato eminente,
si mucho admiro al primero,
al segundo, lo venero
con entusiasmo ferviente.

Que el literato es faro
que alumbra la inteligencia;
y de su pluma al amparo,
surge con destello claro
la hermosa luz de la ciencia

Por eso yo quiero ser…
¿literata? ¿por qué no?
¿qué acaso porque soy… YO,
tal vez no pueda obtener
lo que tanto me halagó?

¡Pues quiera el mundo o no quiera,
siempre en la “brecha” estaré
tremolando mi bandera,
y en lo alto de la trinchera
al fin, la colocaré!… (194-195)
Primera fase: El pasado

La pobreza ancestral

Pobrecitos que éramos en casa.
Tanto
que nunca hubo para retratos;
los rostros y sucesos familiares
se perpetuaron en conversaciones.

“Familia… Hogar”
Madre y padre, vivos los dos,
tan viejecitos, pero
raíz al fin.
Mi esposo y yo, el tronco fuerte
del árbol del amor;
los hijos y los nietos
floreciendo, multiplicados.
En fin, la dicha verdadera,
nada costosa. Bastaba
cumplir el mandamiento:
Creced y multiplicaos.
Fue el tiempo de soñar.
¿Y el de lo cierto?
Centroamérica, Europa, el otro
mundo
Cada cual, a veces hasta sin despedirse
cogió su rumbo.

Soy
la sobreviviente,
la que está aquí,
la fuerte.
Solitaria.
El patio de mi casa

(Sí es particular)
Nadie adornó su espacio con arecas
ni se enredó en la cerca la piscuala.
Patio sin otro ruido
que el silencioso andarlo
de mis pies descalzos.
Sitio para mí sola, donde la ternura
y su modo simple de crecer y darse
como la hierba fina,
me fue vedado.
Patio donde el sonido de la lluvia
dejó su oficio de agua
para ir cayendo, espesa y contenida,
más bien como lágrimas.
Ancho para una celda. Camino
interminable se me hizo
de tanto darle vuelta y repetirlo.
Patio perdido y ya recuperado
pues regresa
desde el fondo de un sueño
como un hueco en la infancia.
Segunda fase: la maternidad

Mami

El día es propicio
para salvar distancias.
Hasta las nuestras.
Por eso, te llamo
con un apodo familiar y antiguo.
Puede
empezar ya en ti el asombro, desde
el sitio en que estás, por estas
cosas que vas a oír:
¿Cómo pudo existir tan grande espacio
entre las dos? ¿Cómo
vivimos tantos años, sin que nada
fuese a ambas común?
Ahora
es que puedo entender. Y te agradezco
el desamor, la angustia,
el desamparo. Y
la total ausencia de esa sustancia
elemental que me hace
vivir sin nadie, en medio
de mil manos, deseando
una mano que impida
mi perenne caída inevitable.
Mañana última

En la habitación, de la que ha sido
dueña hasta ese día,
la instalan, como si fuese una extranjera.
Callada, como siempre,
está ahora
en la esquina más breve de su cuarto.
Con tanta luz como no tuvo nunca,
entre flores pobrísimas, entretiene
su obligatorio ocio, desde
una mañana hasta la otra
en que sin reverencias, sin adioses,
más callada que nunca
deja que la lleven a otro sitio,
distante del Planeta
que con los hijos y el marido hizo...
Y así empezó mi asunto con la muerte.
Seguro que hubo amor,
pero escaseaba el tiempo de mostrarlo
y hacer que lo entendiera.
Y, a partir de ese día
todo fue ya inútil. Se hizo tarde
para sentarnos a hablar y conocernos
cuando yo fuese mayor y ella más vieja.
Hija buscando la risa de su madre

Si la encontrara
conservaría la risa de mi madre. Paso
el tiempo buscándola y lo pierdo.
La risa tiene un ruido
como de fuego que no apaga nadie.
Por donde ando y busco está el silencio.
Orientada hacia el sol,
sobre su luz indago. Un resplandor siquiera…
Obligada regreso hacia las sombras.
Hice un espacio en mi aorta, como urna;
en él preservaría algún momento
en que mi madre haya sonreído:
¿Sobre el fogón tal vez? ¿Con su destreza,
blanqueando entre la espuma
las diarias suciedades?
¿En sus escasos sueños? Quién lo sabe.
Tal vez si hubiera fotos, encontrara
aunque sea, algo como una cruz
o una ironía
al centro o a un costado
de sus labios. 1
¿Beso, dibujo, testimonio?

Nacido hace muy poco,
no has aprendido aún a remontarte
hasta este sitio
de tibias ramas ahuecadas, donde
la gorriona reclama tu presencia.
Solo sabes caer,
dar con tus plumas húmedas en mi puerta.
A tumbos avanzas o te escurres,
haces lo que puedes;
es tan frágil tu cuerpo.
Me inclino, tú te escapas, te persigo
pretendiendo salvarte y no te dejas.
Con nuestros gestos, ¿a qué nos parecemos?
Somos, apenas,
tú, el breve proyecto húmedo de un ave,
y yo, una mujer que estará mañana, a esta hora
un poquitín más vieja.
¿Pero, juntos, qué somos?
¿Un mágico dibujo que se mueve,
beso de alguien a quien quise mucho
y ahora lo devuelve
desde su desolada lejanía?
¿Testimonio, constancia de la vida,
o la simple verdad? Un gorrioncito resbalado
Desde lo alto de su nido
y una mujer esperando que amanezca,
para sumir a los que tienen un tiempo más.
Tercera fase: África y los orishas

Para festejar a Oggún

Un año entero esa mujer estuvo transitando
entre el rojizo polvo
que desde tiempo inmemorial
cubre las calles del pueblo.
Todo un año, señor, como quien dice…
Un rato esta mañana.
Según ella,
hija legítima de la Santísima Caridad del Cobre,
le confirmaron el privilegio de su raza
en la laguna de Terán, sitio de aguas
santificado por la necesidad
de sostenerse en algo
dominando a todos.
Pero la tradición de los abuelos
impone sus deberes a la raza.
En eso estriba
todo el trajín de esa mujer vestida de amarillo,
que de amarillo adorna su cabeza
con pañuelo impecable.
El trajín de Joaquina todo el año
no acaba sino en junio
el día veinticuatro, cuando
ella asume el privilegio
de convertir este pueblo y su pobreza
en breve reino de luces y sonidos.
Porque la historia es esta:
La santa-diosa-madre de la mujer
vestida de amarillo
tiene una deuda con Oggún y el día
del guerrero varón, será la hija
quien con sudores pague.
Y todo el año Joaquina vende dulces,
lava
para la calle, plancha
difíciles preciosidades como nadie.
Joaquina vive en una choza
de pareja y limpia tierra como piso
y techo de madera. Quita
su oscuridad con una breve lámpara,
se alimenta
como un gorrión, se acuesta
junto con las gallinas.
De un sobresalto
está en pie antes que el sol.
¡Ah!, pero el veinticuatro…
La casa hecha para el guerrero cobrador,
si usted la viera. Fina
glorieta de caña brava fina y fino guano.
Luces
de qué sé yo cuántas bujías.
Y, me olvidaba,
la comida del santo. Nunca
la vio Joaquina así, tan abundante,
y solamente
para que con los ojos
la reina-santa-madre y el guerrero se harten.
Por tres noches
sube el canto ancestral, baja tranquilo,
en el espacio se deshace.
Joaquina mueve las caderas,
se inclina, tanto
que roza la tierra apisonada. Rápida
se alza como en vuelo cuando
el tambor es ruego y es mandato
a un tiempo.
El veinticinco, empiezan
a desmontar el guano, las cañas bravas,
el alumbrado prodigioso que por tres días
concedió a esa mujer la gloria
de aposentar al tan temido santo.
Y no descansa. No. Despide
a los mortales convidados. Vuelve
a tapar su cabeza de amarillo, y lava
y plancha y hace dulces, vende
atravesando calles polvorientas
hasta el año que viene.
Ochún

Viene, desde el fondo del río con su nombre
hasta la orilla, un pez. Toca
el rostro de la muchacha que se estremece.
Ya su fiesta de amor se ha confirmado.
Que en pez del río Ochún la roce
es como untarse de miel y polvos de flores.
Ella es la diosa del amor, su carne es vencedora
y basta.
No piensa la muchacha que invocándola,
puede venir la paz y la abundancia; ignora
que todo eso también es parte del amor…
e historia.
Sí, eran tiempos feroces
trampas tendidas entre los sembrados
para atrapar al enemigo
y Ogún allí, plantado junto al hambre.
¿Quién se atrevía?
Nadie recuerda, no sabe o no le importa
el destino que entonces
fijó la diosa a su belleza.
Fue por bondad lo que se cuenta de otro modo
con malicioso orgullo.
Ahora, a esta muchacha,
a la que el pez del amor rozó la cara,
no piensa
en que alguien, al menos, reconozca un día
(del que ya es tiempo) esta verdad.
Ubi Sedi

En lengua de mis mayores,
digo todo
lo que mi Madre Única complace.
Desde Abeokuta, donde
nació aquella mujercita engañadoramente endeble,
en realidad olosi,
fui yo la elegida para decir.
Por sobre muchas cabezas de parientes
buscó la mía, puso
su mano en ella y dijo:
“Tú, son lucumisa”.
Por su boca hablaban “todas
las estrellas del cielo” en nombre
de abolá. Ella, la principal,
que lleva
cadena de plata en los tobillos.
Omi Sande me llama
porque hija suya soy, legítima.
Su voz aquí, sus ruidos,
su movimiento como irumí,
Acho ayiri.
Mi paso lento se hace
por la jícara de agua que nadie ve y no importa.
Ella la puso sobre mi cabeza para mi bien y basta.
A ella le debo,
la nombro siete veces
con siete nombres suyos.
Después le digo:
Ororó, irawá, “rocío
de la madrugada”, y siempre
va ella sobre mí, como si fuera
oyaba soro
y hace iré aye en mis mejillas
para que nunca olvide
quién soy, de dónde vengo, a qué me debo.
Vuelvo a llamarla y viene desde
el fondo de los océanos.
Llega, recibe lo que le ofrezco.
Entonces, me limpia suave, espaciosamente
con ramitas de ifefe y okablebe; tengo
hasta mi día final iré.
África

Cuando yo te mencione
o siempre que seas nombrada en mi presencia
será para elogiarte.
Yo te cuido.
Junto a ti permanezco, como el pie
del más grande árbol.
Pienso
en las aguas de tus ríos y quedan
mis ojos lavados.
Este rostro, hecho
de tus raíces, vuélvese
espejo para que en él te veas.
En mi muñeca
vas como pulso de oro
—tanto brillas—; suenas
como escogidos cauríes para
que nadie olvide que estás viva.
Todo sitio al que me dirijo
a ti me lleva.
Mi sed, mis hijos,
la tibia oleada que al amor me arrastra
tiene que ver contigo.
Esta delicia de si el viento suena
o cae la lluvia
o me doblegan los relámpagos,
igual.
Amo esos dioses
con historias así, como las mías:
yendo y viniendo
de la guerra al amor o lo contrario.
Puedes
cerrar tranquila en el descanso
los ojos, tenderte
un rato en paz.
Te cuido.
Oriki para las negras viejas de antes

En los velorios
o la hora en que el sueño era ese manto
que tapaba los ojos
ellas eran como libros fabulosos abiertos
en doradas páginas.
Las negras viejas, picos
de misteriosos pájaros,
contando
como en cantos lo que antes
había llegado a sus oídos,
éramos, sin saberlo, dueñas
de toda la verdad oculta
en lo más profundo de la tierra.
Pero nosotras, las que ahora
debíamos ser ellas, fuimos
contestonas,
no supimos oír; teníamos
cursos de filosofía,
no creímos,
habíamos nacido demasiado cerca
de otro siglo. Solo
aprendimos a preguntarlo todo
y al final, estamos sin respuestas.
Ahora, en la cocina, el patio,
en cualquier sitio, alguien,
estoy segura, espera
que contemos lo que debimos aprender.
Permanecemos silenciosas,
parecemos tristes
cotorras mudas.
No supimos
apoderarnos de la magia de contar
sencillamente
porque nuestros oídos se cerraron,
quedaron tercamente sordos
ante la gracia de oír.
Autorretrato

Figura solitaria transitando
un camino inacabable
Sobre los hombros lleva
su mundo:
trinos,
sueños,
cocuyos
y tristezas.
1 En un intercambio por correo electrónico que tuve con Georgina Herrera para pedirle permiso para incluir sus poemas en esta edición, la autora me comentó que “Mami” (de Gentes y cosas) y “Mañana última” (de Grande es el tiempo) eran poemas dedicados a su madre en distintas épocas y con distintos puntos de vista y añadía: “tengo otro que te envío también: “Hija buscando la risa de su madre”. Ese no aparece en ningún libro publicado porque precisamente está en mi último libro: Gracias a la Muerte. Se titula así porque le tengo miedo por lo inevitable y pienso que ella me huye cuando me ve y por eso le estoy agradecida. Este último libro aparece junto con el resto de todo lo que he escrito, hasta los poemas no publicados, en una especie de súper antología que se está preparando para mis ochenta años” (correo electrónico, 8 de mayo de 2015).
Trofeos IV

Escribir el nombre del amor.
Escribir el nombre del hambre,
el nombre de la espera y el tumulto.
Escribir el nombre de los dioses
y el nombre de la guerra.
Gritar el nombre de los muertos
y despoblar las prisiones.
Amar la creación desde la muerte.
Soltar amarras y volar.
Aprender a ser niña.
Necesitar dudar.
Madre

Mi madre no tuvo jardín
sino islas acantiladas
flotando, bajo el sol,
en sus corales delicados.
No hubo una rama limpia
en su pupila sino muchos garrotes.
Qué tiempo aquel cuando corría, descalza,
sobre la cal de los orfelinatos
y no sabía reír
y no podía siquiera mirar el horizonte.
Ella no tuvo el aposento de marfil,
ni la sala de mimbre,
ni el vitral silencioso del trópico.
Mi madre tuvo el canto y el pañuelo
para acunar la fe de mis entrañas,
para alzar su cabeza de reina desoída
y dejarnos sus manos, como piedras preciosas,
frente a los restos fríos del enemigo.
Restos del Coral Island

“Esa chatarra que se ve en la orilla
son los restos del Coral Island,”
decía mi padre
hechizado por las columnas de luz blanca
que levitaban de los huecos rojizos
que tal vez sirvieron de anteojos
a la proa de ese gran transatlántico
que dice mi padre era el Coral Island.
Vamos sentados en un ómnibus cotidiano,
rápido y caluroso como este mes de julio de 1986.
No quise preguntarle porque me dio un vuelco el corazón.
Un zumbido de mariposas también me impidió hacer preguntas.
Mi padre me miró de un modo peculiar.
¿Habíamos entrado los dos
a reconocernos en aquel himno del pasado?
Mi padre y yo mirándonos sin decir nada.
Yo sólo tenía oídos para escuchar el chirriar de las olas
contra los hierros tutelares del Coral Island.
Y pensé en una historia de amor,
en una pasión desmoronada sobre dientes de perro y espuma de mar.
Una loca pasión bien muerta,
fenecida,
de la que ni siquiera se desprende ya
una columna de luz blanca
ni el portento a la vista que se llamó,
alguna vez, el Coral Island.
“Esa chatarra que se ve en la orilla
son los restos del Coral Island,”
decía mi padre sin mirarme.
El tambor

Mi cuerpo convoca la llama.
Mi cuerpo convoca los humos.
Mi cuerpo en el desastre
como un pájaro blando.
Mi cuerpo como islas.
Mi cuerpo junto a las catedrales.
Mi cuerpo en el coral.
Aires los de mi bruma.
Fuego sobre mis aguas.
Aguas irreversibles
en los azules de la tierra.
Mi cuerpo en plenilunio.
Mi cuerpo como las codornices.
Mi cuerpo en una pluma.
Mi cuerpo al sacrificio.
Mi cuerpo en la penumbra.
Mi cuerpo en claridad.
Mi cuerpo ingrávido en la luz
Vuestra, libre, en el arco.
Elogio de Nieves Fresneda

Como un pez volador: Nieves Fresneda.

Olas de mar, galeotes,
Azules pétalos de algas
Cubren sus días y sus horas,
renaciendo a sus pies.

Un rumor de Benín
La trajo al fondo de estatierra.

Allí están
sus culebras,
sus círculos,
sus cauris,
sus sayas,
sus pies,
buscando la manigua,
abriendo rutas desconocidas
hacia Olókun.

Sus pies marítimos,
al fin,
troncos de sal,
perpetuos pies de Nieves,
alzados como lunas para Yemayá.

Y en el espacio,
luego,
entre la espuma,
Nieves
girando sobre el mar,
Nieves
por entre el canto
inmemorial del sueño,
Nieves
en los mares de Cuba,
Nieves.
Mujer negra

Todavía huelo la espuma del mar que me hicieron atravesar.
La noche, no puedo recordarla.
Ni el mismo océano podría recordarla.
Pero no olvido al primer alcatraz que divisé.
Altas, las nubes, como inocentes testigos presenciales.
Acaso no he olvidado ni mi costa perdida, ni mi lengua ancestral.
Me dejaron aquí y aquí he vivido.
Y porque trabajé como una bestia,
aquí volví a nacer.
A cuanta epopeya mandinga intenté recurrir.

 Me rebelé.

Su Merced me compró en una plaza.
Bordé la casaca de Su Merced y un hijo macho le parí.
Mi hijo no tuvo nombre.
Y Su Merced, murió a manos de un impecable lord inglés.

 Anduve.

Esta es la tierra donde padecí bocabajos y azotes.
Bogué a lo largo de todos sus ríos.
Bajo su sol sembré, recolecté y las cosechas no comí.
Por casa tuve un barracón.
Yo misma traje piedras para edificarlo,
pero canté al natural compás de los pájaros nacionales.

 Me sublevé.

En esta misma tierra toqué la sangre húmeda
y los huesos podridos de muchos otros,
traídos a ella, o no, igual que yo.
Ya nunca más imaginé el camino a Guinea.
¿Era a Guinea? ¿A Benín? ¿Era a Madagascar? ¿O a Cabo Verde?

 Trabajé mucho más.

Fundé mejor mi canto milenario y mi esperanza.
Aquí construí mi mundo.

 Me fui al monte.

Mi real independencia fue el palenque
y cabalgué entre las tropas de Maceo.

Sólo un siglo más tarde,
junto a mis descendientes,
desde una azul montaña,

 bajé de la Sierra

para acabar con capitales y usureros,
con generales y burgueses.
Ahora soy: sólo hoy tenemos y creamos.
Nada nos es ajeno.
Nuestra la tierra.
Nuestros el mar y el cielo.
Nuestras la magia y la quimera.
Iguales míos, aquí los veo bailar
alrededor del árbol que plantamos para el comunismo.
Su pródiga madera ya resuena.
Mitologías

Furias del huracán acostumbrado,
vientos misteriosos golpeando el arrecife,
palos de muerte y de coral
inundaron las bahías de la Isla
y se tragaron el aire de Camilo.

Sus pulmones fueron hélices negras
que naufragaron en un soplo,
desde donde las turbonadas de la misericordia
están girando,
como troncos de manigua varados,
enjaulados
en una eterna comandancia boreal.
Las chalupas y las bocas jadeantes
navegan por los mares
y Camilo perdido.

Habrá lluvias de octubre en su sombrero alón.
Pero, ¿dónde encontrar su barba fina,
acorralada entre esas aguas frías e imprevisibles?
¿Cómo apretar su firme mano
ebria de pensamiento y ebria de acto?
¿Dónde posar sus ojos,
aves anidadas del héroe?
Oh pueblo mío insurrecto,
tú que lo vieras nacer en el discurso
y arder en los vertiginosos ríos de la Invasión:
Para ti derribó madrigueras impías.
Oh pueblo mío de nubes.
Oh pueblo suyo el que lo halla
con una flor silvestre,
amable,
deshojable,
lanzada a la intemperie,
sobre este mar de las mitologías.
Trabalenguas

El gallo de Goya gallaba en la boya
El gallo de Gaya gallaba en la vaya
Si el gallo de Gaya gallara en la valla
Y el gallo de Goya gollara en la boya
el gallo de Gaya no gollara en la valla
ni el gallo de Goya gallara en la boya.

(De Lengua de trapo, 44)
Sorbo del recuerdo III

Yo era Ma Zunzún: abuela, Doña Cuca Colibrí:
éramos las comadres del gran comadreo,
de aquí para allá, de allá para aquí.
—Visítame, abuela.
—Te visito luego.
—Y, no te olvides, ven con abuelo.
Helados de piscuala, festines de masarreal en platos
de gardenias y copas de dedal.
A la rueda rueda y al tingo talango,
Al pozo caído, a vivir jugando.
—Mi madre, mi padre, mi hermanito y yo
comimos de un huevo y la mitad sobró.
Mi padre, la yema: mi madre, la clara.
Y mi hermanito y yo…nada nos tocó.
—¡Oh!

(De Jícara de miel, 49)
Yo vivo en el cáliz de la rosa náutica

Yo vivo en el cáliz de la rosa náutica,
farera insomne de tu llegada.
No cobro aranceles. Pago con moneda fuerte
la estancia.
Cinco zunzunes estaban en los muelles.
y una abeja de oro.
y dos palmas jimaguas.
Vuelo, fuerza y dulzura son mi lema,
los símbolos de mi escudo de armas:
la oculta heráldica de mis mayores,
el abolengo del mundo
de arcabuces
esquivación
y lágrimas;
porque
hacia el lado opuesto de las islas que visitó Odiseo,
te espera mi casa.

(De Mi nombre, 58)
La Noche
(fragmento)

—Cuando yo era niña —decía mi abuela— vivía Tata Cuñengue en un varaentierra. Tata Cuñengue, Tata Cuñé, dueño del monte que nadie ve. Verdolaga, Romerillo, Palociego, Vencedor, Jalajala, Lirio del Río, Siempreviva, Girasol, Pasiflora, Serpentina, Cola de Ratón. Cada hierba le ofrecía, por la noche su esplendor…
—Tata Cuñengue, aquí está; aquí está Tata Cuñé: Una hojita de salvia, lo salva a usted. ¡Aquí está Tata Cuñengue, Tata Cuñé!
—Póngamela en la frente, Tata Cuñé, con humo de tabaco y borra de café.
—Póngamela en la frente y todo será al revés: los pobres seremos ricos, la Ceiba será jagüey.
—Criollita, te estás burlando de Tata Cuñé; criollita, por la noche un güije te va a halar los pies.

(31)
Carta erótica
(fragmento)

La Habana, en el año 50 de mi vida

Mi fiel:
Ahora cierro los ojos y todo es noche: la noche de mi cuerpo. Todo es soledad. Todo es silencio. El dorado pájaro del silencio. Y yo entro en la pajarera del recuerdo.
(…)
Sí, entro en el recuerdo, en cada uno de tus detalles, para que tu recuerdo sea más que tú mismo, y nada quede a la improvisación apresurada de la soledad…
Y entro en el recuerdo aherrojando tus tobillos; cautivo de mis manos los rodeo de cadenas de hierro y sueños para que no escapes. Y, confiada, asciendo por tus piernas, clavo mis uñas, me agarro morosa al saliente de tus rodillas, adivino el errante de las corvas, escalo hasta los muslos, alcanzo sin prisa las ingles, oteo la lejanía. Escucho tu voz: te veo, niño inválido, arqueado como una caricatura de Praxiteles. Te llevo en brazos. Estoy contigo en tu cansancio mañanero, cargo tu frustración, tu rabia, tu envidia por las piernas que corren, nadan, patinan, se burlan: “¿Dónde va el cojito que mira un fli que mira un fla?”
(…)
Estoy en el ecuador rítmico de tu cuerpo.
Avanzo hasta tu centro.
Arribo a la meta.
(…)
Y entro en el recuerdo convencida de que tu boca es el camino de las especies. Yo juro descubrir el nuevo mundo de tu boca. Para conquistarlo, para invadirlo, para colonizarlo. A nadie más darás esa boca porque yo soy su dueña, porque si quiero la borro con mi beso, porque si quiero la rehago con mi beso, porque si no la beso, no existe. Tu boca no existe fuera de mi beso… Renuncio a todo, menos a tu boca. Lo olvido todo, menos tu boca. Te perdono todo, menos tu boca.
Ahora que es mía. Odio tu verga de flor efímera y tu cuello de gestos ambiguos y tu color. Tu boca es olorosa, líquida, espesa, sólida, roja, exacta. Suave, pedigüeña, dadora, todo lo anula, todo lo transforma…Yo necesito que me trague, que sea casta, que sea obscena, que se muera, que jadee, que no se sienta, que se calle, que grite, que muerda, que acaricie, que sea grosera, que sea ingenua, que me chupe, que me frote, que me lama, que me apriete, que me ronche, que me suelte, que me geste, que me abuse, que me obligue, que me venza, que me pida, que me suplique, que se me muera…
Y si por gastada en su oficio ya no tuvieras boca con que venir a mí, entonces yo entrará en el recuerdo de tu madre y entraré en el recuerdo de tu padre y buscaré la cópula en la que te engendraron y entraré en la cópula en la que te engendraron y los obligaré a que vuelvan a hacerte la boca.
(…)
Quienquiera que seas, quienquiera que hayas sido, quienquiera que puedas llegar a ser, no eres ahora para mí más que un fantasma del cuerpo reencarnado en mi soledad, cuerpo gemelo a mi sombra del que los dioses se sirven y con el que me retan en el enigma de esta noche eterna, la noche en que imagino tu sueño…Cuando todo es oscuridad y yo entro en mi propio recuerdo de recuerdo.
Excilia

(De In the Vorticex of the Cyclone, 58, 68, 76).
La le gis en el texto

Un problema de fondo, de sustrato vacío o conjurado. Un asunto de espejo sin espejo, un segmento del agua y la figura. Zona de ventisca. ¿Qué hace al otro valerse del escriba?, ¿sostenerlo y moverlo, al son de la propia osadía que ha creado? Un líquido disparo en pugnas con la lógica: ¿El sostén de aguas pútridas?, ¿nitidez sumergida de la fuente?

Hay que sorber el limo, la hinchazón del cadáver. Hay que guardar las huellas del desgaste cuando acuda el peso de la transparencia.

(De Los cursos imantados, 16)
[Sin título]

Querida:
He sabido serena de su muerte. La más delgada, la más alta de las hermanas. En apariencia la menos agraciada. La única que para unirse tomó un hombre casado que casi le doblaba en edad, cuando apenas había tiempo para aquello: En su pueblo hacía la zafra, mientras las vacaciones eran para sus hijos y su esposa acá en La Habana. Pervivían en paz aquellas dos familias, hasta que el tiempo le dio el marido eterno. Una muerte, un dolor, una herradura que arrancaban.
Una vez cada año íbamos donde ella. Si guardaba el gesto tutelar. Su ropa sucia, sus uñas, tiznadas del fogón, pero siempre la comida a su hora y el café claro. Cuando murió el abuelo, al que siempre fue la única que cuidó, llegaron de otras urbes sus hermanas, bien tenaces, a rifarse la cadena y su reloj de oro. Si alguien se casaba o se operaba, era ella quien cuidaba a los niños. Fue el alma de sus hijos hasta que partieron. Una hacia afuera, otro perdidamente para dentro de sí. Le quedaba la casa. Hasta que la casa de guano y de madera comenzó a derribarle. Como sus tablas, se averiaban sus piernas, sus deseos. Nunca quiso mudarse de aquel sitio vastísimo por el que todos los nuestros habían pasado, y como tal era el encaje oscuro de lo que no existía. Mi permanencia y mi recuerdo eran una explanada para su sacrificio. *

(De El libro de los sentidos, 11)

* Para Lila, Andrea Mendoza (30 de noviembre de 1928-23 de abril de 2005)
[Sin título]

Atencio: Podrías haber escrito cualquier otra cosa a la que aquí has escrito. Y siempre dirías lo mismo. TODO ES LO MISMO. Todo es posición mental, capacidad de moverse de un estado a otro, de una condición a otra, de un modo a otro. Hay algo que escribió un tal Foucault: «Hasta dónde se puede pensar de otro modo al que pensamos […]». Todo esto me viene leyendo LOS CURSOS: me reafirmo: existe un gran aburrimiento, un modo cegato de representar la realidad: toda: la íntima, la inmediata a nuestra intimidad; la realidad que nos refieren y depositan de nuestra propia realidad y del «MUNDO»: * sin duda esta última nos coacciona, nos (auto)censura — entonces nos ocultamos en los juegos infinitos del intelecto. No veo ni bien ni mal LOS CURSOS… veo lo que representa.

Ahora mismo una pregunta general: ¿Hasta cuándo la representación? PREGUNTA RESPUESTA; PREGUNTA RESPUESTA

Y otra más para terminar:

—ATENCIO (N!!) ¿Por qué insistes en publicar tu gran libro por partes??? (¿pregunta inútil porque trae consigo la respuesta?)

Porque LOS CURSOS me abren para decir decir decir(te), pero siento que ya estoy y estaría diciendo de otro modo lo SUBRAYADO EN UN LIBRO DE NIETZSCHE… y por ahí para allá hasta LLEVO EL GANCHO DE CARNICERO —HUIDIZO Y FEROZ— GRAVITANDO…

Parece que ¿todo está imantado?

16 de noviembre de 2001
Escambray


* EL MUNDO TRANSMITE AL HOMBRE DE UNA MANERA ENFERMIZA SU HUELLA DE VASTEDAD

(De El libro de los sentidos, 26-27)
[Sin título]

Cada uno de nosotros proyectaba la imagen del país en límites pendientes. Un extremo nos marca. La ignorancia también nos hunde la imaginación. A dónde vamos, sosteniendo ridículamente el rastro de una punta. La magnitud raída ascenderá. Cómo adentrar el diente en la otra carne cuando aprietas tus labios con horror.

(De La sucesión, 81)
[Sin título]

Un gran cuchillo sobre el que cae continuamente el pecho, eso es la sucesión. Penetraban en lo amargo con miedo. Con las facciones propias al hueco de la identidad. ¿Quién es capaz de aquietar lo turbio, cuando ello se aclara con lentitud? «La bisagra alimenta los horrores.» Va muda la procesión de vulnerados. Como el tiempo por dentro de un castillo, soy un grito cuajado en sus cerebros.

(De La sucesión, 93)
Hoy robé el arco iris

Hoy robé el arco iris
para colgarlo
de punta a punta
en este cuarto,
ahora cuelgan de él
las muecas de mi jefe
y los dedos de la noche
que levantaron las faldas
de mi honor.

Ahora, dócil, uso la blusa negra
con palabras que anuncian
el licor que él negocia.
Él me dice que luzco bien,
pues las letras se asientan
sobre las puntas brinconas
de mis senos.
El anuncio es de color
anaranjado,
enciende mi piel
y le da un toque de fiebre
y de delirio.
El insomnio se hunde
en mi cabeza,
dibuja en la sombra
letras temblorosas
y de sus bajos
fondos afluye
un eslabón de risa
que llega a mis oídos
se agranda y apaga
mis luces interiores.
Este mural humano
que ahora soy
se torna silencioso por el día
y llanto por la noche.

(De La contraportada del deseo, 26-28)
Tambores enlunados

Y yo aquí,
encerrada en esta piel,
en esta barca viajo
balanceándome.
En ella han quedado
cosidos los sueños,
los suspiros
y todos los caminos que se abrieron en el tiempo.

Aquí estoy años de años
en esta piel
que en sus insomnios
se sienta a oír
tambores enlunados,
desanuda los hilos
del pasado,
¡qué cosa!
¡Qué bestia!
Me llueven las sonrisas.
Pegados a la piel como yedras
crecen los recuerdos,
recogen luz,
aire,
e iluminan la ruta.

Anoche he sentido
que unas manos se llevaron mi piel,
la colgaron en las nubes
y desnuda,
estoy como niña cogida en travesuras.

(De Con su misma voz, 22-23)
Pecado original

Creedme lo que digo,
el pecado no es mío,
se adhirió
buscaba asidero
y se refugió en mí.
Viene pisándome los talones
desde hace rato,
no sé cuándo lo viví,
o a qué hora,
dónde.
¿Era yo misma?
No sé. No fui yo,
era la otra.

Corrían muchos soles,
era tiempo sin mar,
como conejo
salía saltando el pecado,
volátil andaba por las calles.
Era pecado de otros,
de otros mundos,
de otras sangres
se quedó volando,
me vio la cara
y se endosó a mí.

Ahora,
a cualquier rato anda suelto
y con un inmenso bostezo
me traga.
Malabarista,
conoce donde viene el viento,
se hunde en el filo de la noche
para que yo muera a destiempo.

(De Con su misma voz, 57-58)
Las huellas de la lluvia

Sobre la tierra húmeda
la lluvia derrama
su tempestad.
El cielo descifra
el lenguaje del agua,
estremeciendo los techos
de cartón y plástico.
Los pájaros llegan
a refugiarse
en las sombras de la montaña.
El relámpago se retuerce,
los perros le ladran
como a un muerto
y el camino con sus frágiles
formas retorcidas
moldean el barro.

Las casas,
como si las hubieran echado a la vida,
alcanzan el cerro
y colgadas de un hilo,
en ascuas,
se quedan mirando el vacío.
La lluvia humedece
la dulzura del huerto,
su perfume golpea
la puerta de la choza.
Y, adentro,
la madre negra
susurra
una oración a Yemayá.
Insinúa su congoja
con sustancial seguridad
de vivir muriendo
en el borde tembloroso
del abismo.

(De Multiplica las llamas, 7-8)
La nevada

La nevada ignora que con su frágil
blancura
va robándole verdor
al bosque.
Nunca supo
es una cárcel de hielo,
un oleaje de nieve
incontenible,
sutil, agobiador.

Callada, colmada de frío,
mirando a la montaña
se hincha con el viento
y danza una danza
frenética.

Ni siquiera sabe que a su paso
crece la sombra
en pleno día,
las horas pasan lentas,
se escucha en el silencio
cuando clava sus afiladas
puntas en su aventura
de muerte.

Teodolinda mira el jardín
levantado pulso a pulso,
seguramente andaba
creyendo era primavera
con el primer atisbo de sol,
con las primeras gotas de rocío.
Cándidamente anidó
en sus manos los rosales.

Mala suerte,
mala hora,
mala nota,
mala onda,
por cuenta propia,
sin consultar con sus dioses
ni con el calendario de Bristol,
hundió sus negros dedos
en la tierra.

No mienten sus ojos
al ver su alegría decapitada,
hoy ya no canta,
hoy solo llora.

(De Multiplica las llamas, 43-44)
I

Octubre 1944 1
Una recién nacida
abre su corazón a los geranios
27 de junio 1954 2
Una niña de luz recoge sus luceros
Se oculta en el mar

(De Sur desterrada)
XI

Extraño
El callejón de cangrejos
donde aprendí a caminar
Los pescadores en la playa
sacando las redes
Nosotros hacíamos
barquitos de papel en la orilla
Los huracanes llegaban
puntualmente en octubre
Nosotros corríamos a refugiarnos
en los tapancos
para no ser atrapados por el ojo
Lejos, en la capital
los universitarios
protestaban frente al terror
Sé que los barcos
siguen anclándose en el puerto
y las muchachas sueñan con marineros

Desde la ventana de una casa prestada
te invoco todos los días
como se invoca a los santos
para pedir milagros…

(De Sur desterrada)
XV

Se buscan
Tu arsenal de sueños perdidos en octubre
Aceite de maíz, leche de coco
Semillas de girasol y amaranto
Claveles rojos
con los que hicimos barricadas de amor
en tardes grises

Se buscan
El carruaje de los duendes
Las hadas con sus cuentos
Los payasos y acróbatas sin circo
Los mágicos, la música, cascarones de colores
Los helados, confites y bombones
para hacer la fiesta que jamás tuvimos

Se buscan
Aprendices de brujas
Videntes
Curanderas
Chamanes
Gente dispuesta a inventar remedios de hierbas
y energías ancestrales
para liberarnos de artificios
Curar los males…

Se buscan
Los barriletes de noviembre con su patojada
La primavera y el otoño
La inmensa estepa verde
que se desdibuja en tus extremos
Todo lo necesario y suficiente
para devolver la deuda de amor y la vida de luz
que merecemos
después de 500 años de muerte

(De Sur desterrada)
Voluntad de acero

En casa de Paulina
hay un fogón que no se acaba
es su energía con voluntad de acero
que se mantuvo de pie ante la tragedia
que no ha dejado de trabajar ni un solo día
para defender su dignidad
levantar la casa quemada
poblarla de pájaros y celebrar la vida

Su corazón transparente
no esconde ni le huye al dolor
lo enfrenta con entereza, con claridad
sabe que es una espina
clavada por algún demonio
de esos, que mató a su gente, arrasó su aldea
le robó a sus hermanos y la llenó de sombras

Ella sueña, cree, presiente, adivina:
mañana el árbol del patio
estará lleno de naranjas
volverá a bañarse en el río de su infancia
porque aunque el huracán le robó un verano
todavía hay camino, suficiente camino
para seguir buscando

(De Eterno desencanto)
Viajes al silencio

He transitado la ruta del silencio
Conozco bien su punto de partida
y las orillas que permiten el retorno.

Albor denso, lleno de dobleces
Viajes hacia nuestra ruralidad
A veces, bajo una oscuridad insurrecta
Otras veces, iluminada por el sonido impetuoso
del aguacero sobre un techo laminado.


Ruta elíptica para recapitular
Hasta sentir la soledad más subterránea
Hasta ser un puntito leve en el vacío
Luz verde, titilante de un faro en la bahía.

Un todo invisible la habita
Adentro, somos tan sólo una partícula
De un grito solidario
De una profunda queja
De un miedo sanguíneo, resucitador…


Entonces, nuestro ataúd de culpas
se transforma en un viejo huraño y destentado
Las verdades se anuncian
como un crujir de hojas secas arrastradas por el viento.

Entonces, sólo entonces, nace un poema
Con la sonoridad de nuestro corazón
Con el color de nuestra piel
Con la fuerza de nuestro andar.


Conozco sí, la ruta del silencio
Atesoro algunas horas ganadas en ese camino infinito
suficientes para ver nacer un poema
Y, ¡sobrevivir!

De Mujeres trascendiendo fronteras. Poetas de Cuba y Guatemala (2015).
Te Regalo

Un barco de papel en su bahía
Un juego de palabras amorosas
Una pócima de no me olviden
Una playa con pelícanos
Una luna creciente
¡Un cometa!
Una tarde de payasos y risotadas
Un sueño atestado de cocuyos
Un árbol lleno de jilgueros
Un beso tibio sabor miel
Una llanura de flores
¡Una estrella!
Todo lo necesario y suficiente
Para aliviar las penas cotidianas
Para endulzar las mañanas ácidas
y las tardes impacientes.
Para iluminar las noches tristes
los días sombríos y su mar agitado.
Para seguir buscando el orfeón de alegría
La risa necesaria ante el ciego enojo.
Para sobrellevar el frío de una tarde remendada
Para tener paciencia y seguir buscando
la alborada que soñamos.

En Mujeres trascendiendo fronteras. Poetas de Cuba y Guatemala (2015).

Advertencia

No te quiero náufrago
de tus miedos
a la orilla de mi playa
Te quiero
en la profundidad de mi océano
con el corazón desnudo.

Te ofrezco mi amor
como el mar…

mareas altas y bajas
mundo reventado de peces
playa infinita
agua salada
verdeazulceleste
que no cabe en tus ojos.
Con sus barcos
esperando en el muelle
Con sus pescadores vaciando atarrayas
en la orilla.


No te quiero en mi orilla.
ni en mi muelle
te quiero feliz
jugando en mis aguas
extasiado de mi espuma
impregnado de mi sal.

(Inédito)
1 La poeta se refiere a la Revolución de octubre que dio lugar a las primeras elecciones libres en Guatemala. Al periodo que se instala de 1944 a 1954 se le conoce como los “Diez años de primavera en el país de la eterna primavera” (Murillo, Sur desterrada).
2 Golpe de Estado planificado por la CIA al gobierno de Jacobo Arbenz por enfrentarse a los intereses de la Chiquita Company y acusado de comunista por la oligarquía guatemalteca. Este hecho que da inicio a una guerra interna que durará hasta la firma de los Acuerdos de Paz, diciembre de 1996 (Murillo, Sur desterrada).
Garáwon/Tambor

Haneimeti hadonhani garáwon
Irahuñu nageirana
Areidahamuti wanichugu
Ayanuha hagia luagu lanina dügü

Gundatiñu liraunana nageira
Dagagudatiñu hon wayuna
Hinsieti sun huliligati hon
Adonha hamutigien garáwon

Irahuñu lílana nageira
Areida hamuti hanichigu
Idaraguahamutiñu haguburigu
Awadigimaridei mua
Afientiña luagu iseri ibágari

Haneimeti hadonhani garáwon
Irahuñu nageira
Areida hamuti wanichugu
gundati habagari irahuñu
Lílana nageira

¡Cómo tocan el tambor
Los niños de mi pueblo!
Conservan sus costumbres
Y hablan de dugú.

Muy felices,
Ofrendan comidas a sus ancestros,
Aman la comunidad nacional,
También tocan el tambor.

Los niños de mi pueblo
Conservan su identidad cultural,
Labran la tierra,
Creen en el desarrollo,
¡Cómo tocan el tambor los niños de mi
pueblo!
Conservan lo de sus ancestros,
Hablan de su identidad.

(De Tumálali Nanígi/La voz del corazón/The Voice of the Heart)
Nitu/Sueño

Nitu, yarafa ba
Ñuruba Ñahon wama
Aruwei habá wama
yarafa ba won nitu

Kei wabuserun, Agararahaba wama
lidan barasegu
Masu wamá erenga
giríbu bá wabá nitu

Wagurabubadibu nitu
ariñagabei buaguti won
aburuhawamei wawoguti
lidan aban ibanou

Nitu, niabiña bun
Manugutina risini
igundani nanugubei bun
Nitu, yarafa bán tou taruma banigi

¿Has visto un sueño avanzar?
Pues yo sí lo vi
¿Has visto lo bien que tu sueño puede avanzar?
Es divino y maravilloso.

El sueño avanza
Cuando el cielo llega a tus brazos.
¿Has visto lo bello que avanza tu sueño?
Pues yo sí lo vi.
El cielo en tus brazos
Es la conciencia del color de tu piel
ante los ojos de la sociedad
Es la frescura de tu pigmentación.

Lo maravilloso es
La sangre africana.
Es el dolor que sufrieron
Aquellos que te abrieron
Las puertas a la América.

(De Tumálali Nanígi/La voz del corazón/The Voice of the Heart)
Adimureha/ Hablar 1

Dan me le barihin anahameme lan Adimureha gama lumounda
Kei gürigia weiyaaña
Laduga busientina lan nariñaguni naritagun

Buin niña lau dimurei
Gundaguatina nungua
Gama lumoun maritaguaná
Luagu namanichuba lan

Laduga ahana, tau niñeñe
Agurabaha nounabunua
Gasu nadimureha
Lun nawaragun

Cuando por siglos me escuches
Hablar, hablar y hablar,
Como lo hacen los ancestros
Es porque mis pensamientos quiero expresar

Hablaré y respiraré
Pues llena estoy de palabras,
Feliz estoy de mí, que hasta se me ha olvidado
El silencio de centenarios que por años he llevado.

Me han ceñido como la corona
Presentándose ante mí
Por eso yo también responderé mi parte
Declararé yo también mi sabiduría
Lidan linarun katei, 2

Mechuntina ichioga gunfuliti
Ni ka un, abanbei labu nóuséruniña
Sungubei lidan linarun katei

Lau sun lidan lan linarün katei
Sun gürigia gunfarandatiña
Laduga rulumuti suntigabafu
Lani sifiri hadoun

Ligia lubeiti nariñagunbei
Guenle, aganba hamana
Laduga anihein giñe
Katei lunti nariñaguni

Abriré mis labios y responderé
Sin acepción de multitud
Ni títulos, ni menosprecio
Para no callar ni menospreciar

Lisonjas no sé hablar
Mis razones declaran la rectitud de mi corazón
Porque ciertamente, espíritu hay en el hombre
Y el soplo del omnipotente lo hace que entienda

He prestado atención
He entendido del derecho
Ya encontré sabiduría,
Por tanto escúchenme
Declararé yo también mi parte.
Ancestros

¿Cuántos de ellos murieron?
El mar fue el único testigo
De aquellos que vinieron
A abrir el camino a la América.

Murieron muchos.
Otros llegaron a la América.
Cuántos cantos sobre ese
movimiento,
Cuántos cantos por la sangre.


Cuánta desesperanza
Cuánta deshumanización,
Fueron tantos, Cuántas angustias
Pero ninguno fue escuchado. Hasta llegar a tierras nuevas,
Cuántos de ellos murieron, Cuántos de ellos murieron.
Todos murieron de dolor,
Muchos gritaron socorro, ¡Oh, Ancestros!
Pero ninguno fue escuchado. Dónde han quedado tus alaridos
Cuánta desesperanza,
Cuántos de ellos murieron.

(De Tumálali Nanígi/La voz del corazón/The Voice of the Heart)
Eres tú

¿Eres tú lo que en verdad crees ser?
¿Lo marfil y la palidez de tu piel?
Eres la causa de la aventura.

Naces, producto del alcohol,
Con la esperanza de una vida mejor,
Vergüenza del que te engendró
Quedaste cuajada en embrión
Después de una noche de alcohol,
Significas la mancha
En la vida de quien te engendró

Eres pasión desenfrenada por el sexo
Producto de la soledad
Deseo por los senos de la criada
La amenaza del patrón…

(De Tumálali Nanígi/La voz del corazón/The Voice of the Heart)
1 Enviado por correo electrónico para su uso en el ensayo.
2 Sin título, enviado por correo electrónico por la autora para su uso en el ensayo.
VERACRUZ: Magia de infinita pasión

I

A orilla del camino me detuve
a gritar a los cuatro vientos:
Soy Veracruzano,
y con eso basta

para salir al encuentro con la vida
y llevar la risa del Golfo a todas las fronteras
para apostar un quienvive con Toritos
y amanecer en los fandangos de la Candelaria,
para bailar un danzón con las palmeras
y zapatear alegre con la Bamba,
para perfumar al mundo con Vainilla
y contemplar a los Voladores de Papantla;
para cautivar con heroicas historias,
convertirme en la mulata de Córdoba y
escapar en un barquito
para saborear al sur con espumeante Popo
recorrer encantado sus selváticas bellezas
mañanear en el Café de la Parroquia
y enamorarte con flores de Fortín;
para tener jiribilla en el alma,
mirada en mar abierto, versada repentina,
arpa y jarana en la sangre ardiente
¡Sólo basta con vivir en Veracruz,
abrir los poros y respirar el Trópico!
Sí, mi hermano,
Somos isla multicultural bautizada con agua de coco,
zarandeada con pescado al mojo de ajo y
conquistada con tamales de minilla.

II

Ay, mi Veracruz: chapopote Olmeca
pegado en el cayuco de cada vida sureña,
tierra de grandes encuentros y desencuentros.
Río de mariposas,
Guardarraya de Mesoamérica.
Veracruz, alma
Veracruz, vida
Vera que no llega y,
Cruz que no se va
Raíz mágica,
muy adentro
de mis entrañas
Veracruz, mi cielo
Veracruz, espejo
de mi negritud y
con eso basta

Tríptico del gozo

Un domingo, decidí guardar en una pecera palabras extrañas,
para luego en otro día cualquiera, sacarlas al azar y jugar
con ellas; en fin,
no sé cuándo ni cómo me sedujeron, he aquí
lo que hicieron de mí…

Danza en larario la palabra eudemónica,
se mueve como péndulo hipnotizante,
sin temor al lapsus cálami,
resurrecta ante el dogma devela la Causa sin Causa.

Mística toda ella, atraviesa mi lengua; jadeante escupe en mi
boca, reticencias;
nictálope desparrama tinta en el litoral de mis mares y
secretos eónicos
de los libros sagrados son dictados…

Cantan Hierofantes esperan pacientes la simbiosis
Cielo adentro un ángel: Micah propicia
Himnos teúrgicos concomitante alegoría
Ir y venir en nuestra vida in púribis
del Agla unificador de la sibila
en el corazón del fuego cósmico: Joya en el Loto
México: Cuerpo mío

I
Discurre la lluvia sobre mi cuerpo
promesas incumplidas,
murmullos de protesta
contra gobiernos misóginos
oscuras voces enajenadas.

Mi cuerpo, tu cuerpo, nuestro cuerpo
Violado, humillado, olvidado.

Millones de gotas inundan
un territorio llamado Mujer;
agonizante sucursal del
placer político, puesta
en venta prenavideña.
¡Ja! Quizá en oferta, después
de muchos años en exhibición.
Aparece en primera plana
¡Gran inauguración, asiste!
Habrá bellas modelos
pasarelas de ganchos-cuerpos,
mientras el orden del día
de Amnistía Internacional,
“desaparece”, igual que los
feminicidios de Cd. Juárez,
en un pequeño apartado
del periódico local.

Al parecer sólo quedan:
Hombres sin memoria,
legisladores mezquinos,
desahuciadas conciencias de
dos aguas, en búsqueda del poder:
Virus letal, fatal, fecal.

Lo único que nos salva:
-el amor mutuo-.
La convivencia
en un mismo domicilio
dividido en 32 estados de sitio:
M É X I C O.

México entre partidos
Partiendo a México.
México, cuerpo mío.
Mi cuerpo: México.

II

Extremidades no sujetas
al poder del ayer y hoy
detienen el ecocidio,
desafían la vergonzosa ceguera
de un estado suicida y mudo.

Lluvia soy, bébeme
Tierra soy, cultívame
Fuego soy, incítame
Aire soy, respírame.

Naces de mí y en mí, respétame
¡Mujer y Madre soy!
Aunque enterrado tenga
el dolor de todos los tiempos
apartaré la muerte
del desconocido camino
de tu vida.
Amo tu mundo
y tu mundo me ama en el olvido.
¡Soy Mujer,
Aquí Estoy!
Alimentando sueños neonatos
sin traspapelar mis sentidos
para no caer
en el abismo de la culpa.
Niña Colibrí Niña María
Abran la cortina
México… cuerpo tuyo soy.
Migajas de ayer
Hay días en que la pobreza es tal, que para acallar el rugido del hambre
se busca entre la basura las migajas del ayer.
Peligroso el ayuno de lecturas por el ver de Naturaleza.
Peligroso el alarido del silencio: No hay salvación:

Mientras un cúmulo nace del polvo cósmico
tras la muerte de otro enjambre
todo es fuego en la Creación.

Ese es el destino de este Universo, quizá existan otros.
¿Cuánto tiempo nos queda? ¿Cómo se sale de aquí?
Hambre y frío… suplicante de un abrazo, soy… ¿soy? 1
Las aguas que se lamen

Eso eres tú,
la gota,
pero también todas las aguas que se lamen
con su dedo de fuego en la estación venidera:
lámense todas las aguas en la gota
con su rostro de niño
después de jugar una broma…
tú eres eso 2
Si tuvieras tiempo

Si tuvieras tiempo
te bañarías en mi orilla
y contaría mil historias
sin principio ni fin.
Si tuvieras tiempo
te sentarías a comer
conmigo los olvidos
y desnudaría mi alma
en tu presencia.
Si tuvieras tiempo
dibujarías en mi vida
una sonrisa
y evitaría la tristeza
por tu ausencia.
Si tuvieras tiempo
reinventaría la nada
para llenarlo todo
pero ya ves,
la muerte hoy, tiene prisa
¿y tú?…
Ah, si tuvieras tiempo 3
La vida es tan breve y mi corazón ama demasiado

Ay, de nosotros: la vida es tan breve y es tan largo el oficio de aprender; con tristeza veo que un hombre hace lo que puede hasta que se le revela su destino y lo va construyendo dueño de sus palabras, es complicado porque solo somos lo que recordamos y siempre hay algo cada día que como espuma te viste de alegrías o tristeza. Acurrucados en nuestra levedad, musitas: «con poco basta», pero mi corazón ama demasiado y oculto entre la multitud te sigue, busca el remedio para curar tus heridas y al escuchar el canto de los zanates cuando amanece la tarde, te pregunta: ¿Me quieres? ¿Me amas? Dices sí, ¡mentiroso! Dices sí con tanta frescura ¡atrevido! Dices sí y dócil permito que la tu lengua me desnude y entonces somos, somos jarrito de barro fresco festejando la vida, llorándola cuando uno de los dos se aleja.
Ay de la gente que nos dice: Ilusos, viven engañados, han olvidado que nada es eterno; pero tú conmigo y yo contigo en la intimidad febril del sí, nos besamos abajo del ombligo y renacemos ensalivados de amor. ¡Qué murmuren, que nos tachen de locos, que arrojen agua tras de nosotros! ¿Quién de ellos podrá apagar este fuego? Déjalos que vengan, mi cielo, armados estamos con ternura. 4
Tu silencio, quema

Una vez más la vida estalla
desolado queda el Universo.
Tañe su llanto en hoyo negro
Zurce su corazón en otros soles.
Muerde los años luz el desamor
Quema el silencio… no sabes cuánto.
Garrapatean los astros el olvido.

Desnuda del tiempo, tu imagen
se
vuelve… espejo
Desaparece
1 Poema inédito, 1996.
2 Del libro inédito Las aguas que se lamen, publicado en Facebook agosto 2015.
3 A la Vera de la Cruz que no se va. Veracruz: Plaquette editada por Asociación civil “X que nuestro Proyecto es Río Blanco”, 2014.
4 Obra inédita. Publicado en el Facebook de la autora, junio 2010.
A que muevan la cola

A que muevan la cola
les desafío
¿Quién mueve su trasero
mejor que el mío?
Y si alguien me lo quema
yo sin regaño
prometo hacerle el gusto
durante un año
Con esta cadera y esta cintura
no hay quien me queme
A ti
Con este meneo y este silbeo
no hay quien me queme
A ti
A mí
A ti
A mí
A ti
A mí
A ti
A mí
A ti
A mí
A ti
A mí
Si me lo quemas te juro
que no bailo más
Ay que te quemo te quemo
hacia el alcatraz
Si me lo quemas te juro
que no bailo más
Ay que te quemo te quemo
hacia el alcatraz
Ay no me quemas que no me quemas que no me quemas
el alcatraz
Ay que te quemo te quemo
hacia el alcatraz
Ay no me quemas que no me quemas
Quema quema quémame quémame
Ay que te quemo te quemo
hacia el alcatraz
Ay quema quema quema quema
quema quema quémame quémame quémame
Ay que no que no que no que no
que el movimiento no termina
Ay que te quemo te quemo
hacia el alcatraz
Ay no bailo más más
Yo no bailo más
Yo no bailo más
Yo no bailo
Si me lo quemas te juro
que no bailo más
Ay que te quemo te quemo
hacia el alcatraz
Si me lo quemas te juro
que no bailo más
Ay que te quemo te quemo
hacia el alcatraz
Hay que barrer

Barrer la injusticia en la tierra
Barrer la miseria
Esta escoba que tú ves
Está hecha pa’ barrer
Barrer la injusticia en la guerra
Barrer la violencia
Si la paz queremos ver
aprendamos a barrer
Despertemos pues de una vez
es tiempo ya
Este sueño embrutece
Hoy hay que barrer
Lo primero que habrá que hacer
es comprender
Comprender que es tiempo ya
y enfrentar la realidad
pero sin el velo de nuestra vanidad
Vamos pues a barrer
Busca tu escoba y ven
Ven con nosotros a barrer
Minuto a minuto
Morimos sin apercibirnos
que para poder vivir
hay primero que barrer
Barrer el peligro que acecha
en nosotros mismos
No busques alrededor
lo que está en el interior
Despertemos pues de una vez
es tiempo ya
Este sueño embrutece
Hoy hay que barrer
Lo primero que habrá que hacer
es comprender
Comprender que es tiempo ya
de enfrentar la realidad
Pero sin el velo de nuestra vanidad
Vamos pues a barrer
Busca tu escoba y ven
Ven con nosotros a barrer
Barrer la injusticia y la guerra
Barrer la violencia
Si la paz queremos ver
Aprendamos a barrer
La chichera

Chicha que el cuerpo mejora
y acaba con la desdicha
La chicha de Terranova
de Terranova, la chicha
Casera, casero,
ya llegó de Terranova
Chicha de Terranova
Quien toma un vaso pa’ calmar su sed
vuelve enseguida por dos o tres
Ayer traje chicha de maní
Y hoy día vendo
Chicha de Terranova
Quien toma un vaso pa’ calmar su sed
vuelve enseguida por dos o tres
Con un vaso de la chicha que vendo
más de un enfermo grave sanó
Esta chicha buena
quita la pena y el malhumor
Medio real el vaso grande de chicha
y por siete centavos doy dos
Esta chicha buena
quita la pena y el malhumor
La chicha de mi tinaja ya se va acabar
Ya la chichera, casero, ya se va
La chichera ya se va
y mañana volverá
La chichera ya se va
Me gritaron negra

Tenía siete años apenas
apenas siete años
¡Qué siete años!
¡No llegaba a cinco siquiera!
De pronto unas voces en la calle, me gritaron ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¿Soy acaso negra? me dije
¡Sí!
¿Qué cosa es ser negra?
¡Negra!
Y yo no sabía la triste verdad que aquello escondía
¡Negra!
Y me sentí negra
¡Negra!
Como ellos decían
¡Negra!
Y retrocedí
¡Negra!
Como ellos querían
¡Negra!
Y odié mis cabellos y mis labios gruesos
y miré apenada mi carne tostada
Y retrocedí
¡Negra!
Y retrocedí
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
Y pasaba el tiempo
y siempre amargada
seguía llevando a mi espalda mi pesada carga
¡Y cómo pesaba!
Me alacié el cabello
me empolvé la cara
y entre mis entrañas siempre resonaba
la misma palabra
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
Hasta que un día que retrocedía, retrocedía y que iba a caer
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Negra! ¡Negra! ¡Negra! ¡Negra!
¡Y qué!
¡Y qué!
¡Negra!

¡Negra!
Soy
¡Negra!
Negra
¡Negra!
Negra soy
¡Negra!

¡Negra!
Soy
¡Negra!
Negra
¡Negra!
Negra soy
De hoy en adelante
no quiero
lacear mi cabello
¡No quiero!
Y voy a reírme de aquellos
que por evitar, según ellos,
que por evitarnos algún sinsabor
llaman a los negros gente de color
¿Y de qué color?
¡Negro!
¡Y qué lindo suena!
¡Negro!
¡Y qué ritmo tiene!
¡Negro! ¡Negro! ¡Negro! ¡Negro!
¡Negro! ¡Negro! ¡Negro! ¡Negro!
¡Negro! ¡Negro! ¡Negro! ¡Negro!
¡Negro! ¡Negro! ¡Negro!
Al fin comprendí
¡Al fin!
Ya no retrocedo
¡Al fin!
Ya avanzo segura
¡Al fin!
Avanzo y espero
¡Al fin!
Y bendigo al cielo
porque quiso Dios que negro azabache fuese mi color
Y ya comprendí
¡Al fin!
Ya tengo la llave
¡Negro! ¡Negro! ¡Negro! ¡Negro!
¡Negro! ¡Negro! ¡Negro! ¡Negro!
¡Negro! ¡Negro! ¡Negro! ¡Negro!
¡Negro! ¡Negro!
¡Negra soy!
No hay negro que se me resista

No hay negro que se me resista
Con mi zamba landó
Voy moviendo lo bueno de mi pollera
Con mi zamba landó
Mi cintura se agita y se zarandea
Con mi zamba landó
Dale golpe al cajón y a la tamborera
Con mi zamba landó
No hay negro que se me resista
Con mi zamba landó
Voy moviendo lo bueno de mi pollera
Con mi zamba landó
Mi cintura se agita y se zarandea
Con mi zamba landó
Dale golpe al cajón y a la tamborera
Con mi zamba landó
Landó
¿Qué tendrá este landó?
Landó
Que no puedo parar
Landó
Ay yo no aguanto más
Vamo’ a bailar hasta que llegue el día
Con mi zamba landó
Voy moviendo lo bueno de mi pollera
Con mi zamba landó
Mi cintura se agita y se zarandea
Con mi zamba landó
Dale golpe al cajón y a la tamborera
Con mi zamba landó
Con mi zamba landó no hay quien pueda quien
Con mi zamba landó
Con mi zamba landó no hay quien pueda quien
Quien quien
Con mi zamba landó
Quien quien
No hay quien pueda quien
Quien quien
Con mi zamba landó
Quien
No hay quien pueda quien
Con mi zamba landó
Voy moviendo lo bueno de mi pollera
Con mi zamba landó
Mi cintura se agita y se zarandea
Con mi zamba landó
Dale golpe al cajón y a la tamborera
Con mi zamba landó
Pa’ gozá con el ritmo del tambó

Pa’ gozá con el ritmo del tambó
Negro tienes que ser
Libre como un cimarrón
Negro tienes que ser
Con la botija y el tambó
Negro ha de ser
Pa’ vivir con el latir del corazón
Negro tienes que ser
Pa’ saborear esta vida
tienes que saber sentir
Pa’ saborear esta vida
tienes que saber sentir
Deja que tu cuerpo así
solito te lleve
Pa’ saborear esta vida
tienes que saber sentir
Arrímate hacia mí
no tengas miedo
Pa’ saborear esta vida
tienes que saber sentir
No te acerques
No te acerques
que no es el momento
Pa’ saborear esta vida
tienes que saber sentir
Vente conmigo
y harás lo que te pida yo
Vente conmigo
y harás lo que te pida yo
y harás lo que te pida yo
Vente conmigo
y harás harás lo que te pida mi cielo
Vente conmigo
Vente vente vente conmigo
Vente conmigo
Ay pero vente conmigo vente conmigo ven
Vente conmigo
Vente vente vente vente conmigo
Vente conmigo
Toma mientras
Toma mientras
Eso es
Así mismo es
Así
Ahora vas a ver
lo que hago si no me besas
Vente conmigo
Ahora vas a ver
lo que hago si no me besas
Vente conmigo
Ahora vas a ver
lo que hago yo
Vente conmigo
Ahora vas a ver
lo que hago yo
Vente conmigo
la la la la la la la la la la
la la la la la la la la la
la la la la la
la la la la la la la la la la
la la la la la la la la la
la la la la la
Ya yo ta cansá

Ay ya yo ta cansá
de tanto pensar
No hay que desmayar
Ay pensando el día
sin nada alcanzar
Hay que continuar
Desde que raya el sol
piensa
y se vuelve a ocultar
piensa
Desde que me levanto
piensa/lucha
piensa/lucha
piensa/lucha
Deja ya de pensar
lucha y vencerás
vencerás vencerás
Deja ya de pensar
lucha y vencerás
lucha y vencerás
lucha y vencerás
Si tú te pasas la vida pensando
verás que el tiempo te va socavando
y si no tienes firmeza
y tu dolor vas rumiando
nunca podrás levantar la cabeza
Ay ya yo ta cansá
de tanto luchar
Hay que continuar
Ay es larga la espera
no recito más
No hay que desmayar
Desde que raya el sol
piensa
y se vuelve a ocultar
piensa
Desde que me levanto
piensa/lucha
piensa/lucha
piensa/lucha
Deja ya de pensar
lucha y vencerás
vencerás vencerás
Deja ya de pensar
lucha y vencerás
lucha y vencerás
lucha y vencerás
Si tú te pasas la vida pensando
verás que el tiempo te va socavando
y si no tienes firmeza
y tu dolor vas rumiando
nunca podrás levantar la cabeza
¡Ay, Niña Caramanduca!

María tiene en los labios un dulce canto de nana
y en las manos dos palillos que tejen alas de plata

¡Ay, niña caramanduca! ¡Ay, mi negrita valiente!
calla esa boquita de maní, cierra ese ojito de almendra

Con pedernal y azabache la frente te voy a sobar,
para que nadie te robe la voluntad de luchar

Duerme ñizca de chancaca, duerme mi ajonjolí,
con tus alas filigrana serás estrella fulgente.

Serás agua de candela, serás tierra de vendaval.
Te estoy tejiendo dos alas, dos alas de libertad.

Duerme, duerme, duerme
Juanito Pejerrey

Hoy les contaré el cuento
de Juanito Pejerrey
que perdió espina y escama
por ser muy desobediente

A Juanito Pejerrey
su madre mandó un recado:
tu abuelita está enferma
y ayer no probó bocado

Llévale esta panetela,
hazlo con mucho cuidado,
y el pejerrey prometió
cumplir rápido el mandado

En la playa de Agua Dulce
nadaba el Gran Tiburón
con su gorrita de lana
y su truza de cartón

Harto el Tiburón
de comer siempre pescado,
por el plato de la abuela
su gran reino le ofreció

Un palacio de coral
minas de perlas rosadas
una carroza enjaezada
con caballitos de mar

Una capa de terciopelo
un trono de concha y nácar
y la corona real
que a Juanito le hace falta

Juanito Pejerrey,
abrió la cesta de yuyos
y le dio al Gran Tiburón
el manjar que no era suyo

Largo hilo con anzuelo
bajó del cielo al momento,
lo enganchó de las agallas
y aquí se acabó este cuento
La Mazamorra Morada

La Mazamorra Morada
se lava con jabón la cara,
se echa polvos de canela
y sale para la escuela

Temprano por la mañana
camina por la alameda
cruza al puente de madera
que está sobre el río que habla

¡Mazamorra, mazamorra!
¿Quién te pintó linda tez,
tan oscura y delicada?
preguntan las cañas bravas

La Mazamorra Morada,
sin detenerse contesta:
tengo una antigua receta
en mi mochila guardada
Negro Gato Malatinta

Negro Gato Malatinta
del Perú viajó hasta Angola
a visitar a su abuela
que vive en una casona

Primero se fue al Brasil
nunca aprendió portugués
y el día del Carnaval
gastó su último real

En la noche sintió hambre
pidió una feijoada,
como no tenía dinero
le sirvieron pan con nada

Finalmente llegó el barco
que lo llevaría a Angola
a visitar a su abuela
que vive en una casona

En el puente de abordaje
buscó el ticket rosado
que lo tenía guardado
en la suela de un zapato

Como tenía cuatro
uno para cada pie
demoró en encontrarlo
y el barco zarpó sin él

Negro Gato Malatinta
se fue nadando hasta Angola
a visitar a su abuela
que vive en una casona

llegó una vida después,
de regalo le llevaba
una cinta anaranjada
y un corazón de papel
Desde el Puente Martín Peña

Tierra rota. Se hace el día
El marco de la laguna.

Un ejército de casa
Rompe la doble figura
De un cielo azul que abastece
A un mar tranquilo que arrulla.

Un ejército de casas
Sobre el dolor se acurruca.

Hambre gorda corta el sueño
de enflaquecidas criaturas
que no supieron morirse
al tropezar con la cuna.

Marcha de anhelos partidos
Pica la calma desnuda
Donde recuesta su inercia
La adormecida laguna.

Una canción trepa el aire
Sobre una cola de espuma.
Un verso escapa gritando
En un desliz de la luna.
Y ambos retornan heridos
Por el desdén de la turba.

¡Canción descalza no vale!
¡Verso sufrido no gusta!
Tierra rota. Fuerza rota
De tanto cavar angustia.

Huesos vestidos alertos
A una esperanza caduca
Que le hace mueca en las almas
Y se ríe en las arrugas.

Hacha del tiempo cortando
Carne de siglos de ayuna.
Adentro la muerte manda.
Afuera el hambre murmura
Una plegaria a los hombres
Que al otro lado disfrutan
De anchos salarios restados
A hombres obreros que luchan.

¿Respuesta? —Brazos parados.
Sobre el mantel. No hay industrias.

¡Obreros! Picad el miedo.
Vuestra es la tierra desnuda.
Saltad el hambre y la muerte
Por sobre la honda laguna,
Y uníos a los campesinos,
Y a los que en caña se anudan.

¡Rómpanse un millón de puños
contra moral tan injusta!

¡Alzad, alzad vuestros brazos
como se alzaron en Rusia!
Ochenta mil

¡Ochenta mil hombres muertos
en el campo de batalla!
¡Aviones, tanques, obuses
rifles, bombas, gas, metralla!
Se abren las horas suicidas
Y caen al suelo de España.

Doce horas a sangre y a fuego
De la noche a la mañana…
Lo que la noche escondiera
Lo ven los ojos del alba…

¡Ochenta mil hombres muertos
en el campo de batalla!
¡Ochenta mil sueños caídos
de ochenta mil rotas almas!…

Por allá vienen las viudas,
Las madres y las hermanas.
Subiendo la cuesta vienen
Todas ellas enlutadas.

La senda me moja bajo
Los ojos que se hacen agua
Y el viento se va salado
Con la sal de tantas lágrimas.

A lamer el río la sangre
Se estira en lenguas de llamas.
El agua del rio huele
A un millón de puñaladas,
Y las naciones de Europa
Con tanta sangre se bañan
Y sus mentiras condensan
En esta mentira clásica:
Son hombres que dan su vida
Por sus banderas y patrias…

Y en el escenario vivo,
En el campo de batalla,
Zumban odios de banderas…
Roncan rencores de patrias…

Ochenta mil intereses
A la vida le disparan
Con ochenta mil fusiles,
Ochenta mil negras balas,
Ochenta mil egoísmos
Que ochenta mil vidas matan.

Los Hitler, los Mussolini…
¡Balas! ¡Balas! ¡Balas! ¡Balas!
Las dos víboras de Europa
Que con la muerte se pactan.

Pero… allá vienen las viudas,
Las madres y las hermanas.

El aire se va salado
Con la sal de tantas lágrimas.
El agua del rio huele
A un millón de puñaladas.

Por allá vienen las viudas,
Las madres y las hermanas.

Subiendo la cuesta vienen
Todas ellas enlutadas,
Y su dolor canta el himno
Que hará el futuro de España.

¡Ochenta mil hombres muertos
en el campo de batalla!
¡Fascismo en contra del pueblo!
¡Pueblo en defensa de España!
¡Ay, ay, ay de la grifa negra!

Ay, ay, ay, que soy grifa y pura negra;
Grifería en mi pelo, cafrería en mis labios;
Y mi chata nariz mozambiquea.

Negra de intacto tinte, lloro y río
La vibración de ser estatua negra;
De ser trozo de noche, en que mis blancos
Dientes relampaguean;
Y ser negro bejuco
Que a lo negro se enreda
Y comba el negro nido
En que el cuervo se acuesta.
Negro trozo negro en que me esculpo,
Ay, ay, ay, que mi estatua es toda negra.

Dícenme que mi abuelo fue el esclavo
Por quien el amo dio treinta monedas.
Ay, ay, ay, que el esclavo fue mi abuelo
Es mi pena, es mi pena.
Si hubiera sido el amo,
Sería mi vergüenza;
Que en los hombres, igual que las naciones,
Si el ser siervo es no tener derechos,
El ser el amo es no tener conciencia.

Ay, ay, ay, los pecados del rey blanco
Lávelos en perdón la reina negra.

Ay, ay, ay, que la raza se me fuga
Y hacia la raza blanca zumba y vuela
A hundirse en agua clara;
O tal vez si la blanca se ensombrara la negra.

Ay, ay, ay, que mi raza huye
Y con la blanca corre a ser trigueña;
¡a ser la del futuro,
fraternidad de América!
Hora santa

A Hiram Rosado y Elías Beauchamp

Hiram y Elías, dos nombres: dos símbolos heroicos;
Dos pechos que supieron morir con dignidad;
Dos almas valerosas; dos mártires estoicos;
Dos glorias que caminan hacia la eternidad.

Caísteis abatido por manos homicidas
De seres que han nacido en vuestro propio hogar;
De seres que creísteis hermanos: ¡Parricidas
que vuestras juventudes no osaron respetar!
Vuestros cuerpos inertes, ya no vibran; se han ido
Para siempre, y descansan en connubio silente
Con la tierra, que abierta, presenció la traición.

Y aquí, cada cerebro se agita estremecido
Ante el contacto tierno de dos almas valientes
Que han señalado la hora de la REVOLUCIÓN.
Domingo de Ramos

¡Loor al Domingo de Ramos!
Domingo de Ramos
Dos veces bendito.
Bendito de gloria cristiana
Con ramos de palma
En donde se asoma a nosotros
El alma de Cristo.

Bendito de gloria patricia
Con ramos de sangre
De raro destello divino
Porque eso es la sangre inocente
De seres que mueren en santo martirio:
Un santo,
un solemne,
Un raro destello divino.

¡Loor al Domingo de Ramos!
Domingo de Ramos
Dos veces bendito.
Bendito de sangre inocente
De mujeres, hombres y niños,
Fusilados en acto vandálico
Por las balas del vil asesino;
En los labios un rezo ferviente,
En las manos un ramo bendito,
En las almas la clama del mártir
Y en las mentes patriótico himno.
Pero el Día de Gloria se acerca;
Cada ramo de sangre vertido
Será un himno de toques marciales
Como aviso al sangriento enemigo;
Cada vida segada
se alzará en un ejército vivo;
y en un grito supremo
que retumbe en el bárbaro imperio,
y en los judas traidores e indignos
surgirá nuestra patria rebelde
como un ímpetu de regio heroísmo.

¡Loor al Domingo de Ramos!
Domingo de Ramos
Dos veces bendito.
our boat

I can almost swear
I saw Olaudah Equiano in the Middle Passage
I can almost affirm
he was in my boat
not in my freedom

he tried to kissed my face
and he couldn’t
at least he tried to look at my eyes
he couldn’t
it was 1748 and we were captives
me and him we were both taken
we were both sold
he was a 14-year-old boy
niño mimado lloroso
I was 20 I think
maybe a dream soñado
purchased by an Englishman
try, we both to struggle
to sing, to chant
then we part
Olaudah to Britain
me Therese to the pretty Island
I hope he gained his freedom back

(De Saeta, the Poems)
Saeta
el amo camina con aire vacilante
alrededor de ambas esclavas
omele, ravanne, sabar, sikulú
todos los tambores se encienden
no quiero este ruido
quiero el sonido de los míos
se deshace de las botas
una por una
detiene su andar en las sombras de las paredes
desamarra la bombacha de los listones del cuello
da vueltas alrededor de la habitación
iluminada por las velas

toca como tamboras
los abundantes senos de Tshanwe
ella baja el rostro
le llama Teresa
el cabello prieto
ensortijado
no le cae sobre la cara a Tshanwe
la blusa que el amo levanta
no está hecha de hilos importados
carnes firmes y joviales
al ras de esta piel oscura
el amo desprende la falda manchada de barro
con una mano
le abre las piernas
le vuelve a llamar Teresa
palpa su pubis
lo estudia con ávidos ojos
sus dedos se enredan con él
empuja a la negra hasta el lecho
pero antes retira el mosquitero
entra y sale de ella; entra y sale

omele, ravanne, sabar, sikulu
otra esclava, Jwaabi
se ha quedado de pie
es mitad del aposento
las manos entrelazadas a la espalda
espera sin pudor su turno

(De Saeta, the Poems)
ágil como gacela

libre sobre la estepa del imponente paisaje rocoso
su tierra
así corre
así escapa
se embadurna de pinturas bélicas
que anuncian tempestad de dardos y pértigas
salta por encima de la extensión de piedra arenisca
más allá de las huellas de dinosaurio
grabadas en su superficie
desfila en un letargo
por el bosque selvático
habitat del petrificado enemigo
chasquidos de lengua
y una orden de ejecución en masa
silbidos que contestan silbidos
se prohíbe expirar
se prohíbe fenecer
la voluntad de sus ancestros
y su temple la dirigen de vuelta por el túnel
No fallezcas odalisca
No perezcas gladiadora
el tiempo de las edades pasadas te reclama
el transcurso de los siglos demanda tu existencia
millares de cebras, antílopes y ñúes,
miríadas de elefantes, leones y jirafas
marcan el carnaval de las heridas
lamiendo la carne descompuesta
luego de la batalla
los ríos se han convertido en arena
las corrientes de agua
no son más que hoyos fangosos infectados
cabezas de ganado vacuno, cabras, ovejas y camellos se han rendido y caído
para morir sobre la tierra reseca y quebrada
que ya no acoge a los pechos amamantando
Ahora esa tierra tiene sobreabundancia de escasez
sus hijas le han sido arrebatadas

(De Saeta, the Poems)
arrancada

negra cara negra
esa noche en el pedazo de espacio forrado de tierra
que hace las veces de cama
la esclava juega con la idea de regresar
recuerda escaramuzas fronterizas
Loango al norte
Ndongo al sur
los reinos de Mbangala al interior
las niñas congoleñas llevan el vestido naranja
producen granos que se convierten en juguetes
volver alguna vez
no parir en el Caribe
en esta isla de pieles blancuzcas
donde ahogar al recién nacido
y envenenarlo para evitar sus cadenas
es lo que hay que hacer

volver alguna vez
alguna vez a los suyos
verlos envejecer entre los sabios y sus magias
tocarles el rostro tatuado
con los colores de las plantas
al otro lado del desierto
el Namib y sus dunas de arena
tantas veces sirvieron de escondite
a ella y a sus parientes con los juegos de aldea
recordar los sonidos de chasquido
peculiares de su idioma
celebrar la llegada de bebés pequeños
con golosinas fruto de las palmeras
no parir en el Caribe
en esta isla de pieles blancuzcas
de idiomas enemigos
ver pujar a los elefantes
ver parirse criaturas
que de seguro
no serán atrapadas como ella
volver alguna vez

(De Saeta, the Poems)
carne negra

oler carne negra sangre negra / morder
negrura / pellizcar negros cachetes / trastear
tus negras nalgas / recordar a mami
ennegrecida / oscurantizada / tiznada de
carbones briosos / canturrear nanas negras
de mi negro abuelo coco / tembleque negro
majarrete tosco / toco toto toco toto
vejigante come toto / marrayo negrísimo en
boca rayada / bembes negrotes pa’
morderte en piñones / pestañas
noctámbulas de singarte en Cataño / costa
isla de cabras / costa punta salinas / costa
perla / costa boca bemba / arete de argolla
prieta/ nariz criolla mulata y marrón / te
ennegrezco el ojal del chupete trigueño /
ennegréceme la lengua violeta cafre /
acaríciame la encía púrpura con negrete
dulce / trucutá trucutá / tu negra cebolla /
trucutá trucutá / tu negra pinga negra / tan
buena que está tu dulcísima profundidad
soterrada / el cepeda y el ayala en cada
espasmo / consiénteme en la libre plena /
en la bomba suelta/ en el dulce e coco /
negrita linda / una crica azul / oscurísima /
toda tuya / negra tuya / tan buena que está
pizarro soy

(De Tongas, palenques y quilombos: Ensayos y columnas de afrorresistencia)
carimbo

Carímbame, tesoro
haz que tus manos sean fierro ardoroso
y tu nombre la firma insigne que marca mi estirpe
Carimbea tú mis contornos
estampa tu signo en la silueta pulposa de mi baja espalda
que se abre para ti
como rosa náutica
mono estrellada de quince puntas
pliegues estriados por el cielo de tu boca
con el carimbo de tu varilla en zeta

Carimbada estoy y estaré
márcame de ambrosía con tus membranas de zorra
en mi adentro y mi afuera
en el hoy y el ahora
carímbame, amada
carimba este portento de pieles paridas
que mil y una noches han sido tuyas

Si nuestro idilio hubiera sido descubierto
en tiempos de quema de brujas, adoradoras de afrodita, disconformes y herejes
aquellos otros nos habrían freído, dices

y yo te juro
por la sangre que me sale del cuerpo
que a mí nadie me hubiera escaldado
que a ti nadie te hubiera tocado
porque incluso atada yo de manos y pies
el cuello inmóvil
y una venda sobre la boca para no conferir nigromancias, encantamientos o cábalas,
habría invocado a las precisas guardianas del inframundo

sosegada y amarrada desde mi estaca
habría conjurado un sortilegio en verso
solicitado un púlsar de energía a las behíques
con tan solo un pestañeo
para quemarlos vivos a todos ellos
sacrílegos observadores
envidiosos de nuestro libre albedrío

y con tan solo un parpadeo
habría desatado tu cuerpo escindido por las llamas de mi lengua
habría desanudado mis sogas y cadenas

desamarrada ya
habría bebido de tus ubres frente a la turba
tragado tu lechoso manantial ante sus ojos testigos
iniciado el juramento de ser únicamente esclava tuya
súbdita de ti
propiedad única de tus dedos ambidiestros
nadie más ni dueño, ni juez mío

(De Perseidas: lesboerótica)
I

sale a darle clemencia al universo.
a su lado
se coagula toda bruma
en paralela negritud
mi abuela
reordena el caos nómada
de todas las mañanas
cuando todavía no bullen
sus deliberadas tetas opíparas
de querer atrapar el escándalo
y volverlo hojas secas para barrer. (11)
II

mi abuela es como la tierra, tú sabes:
mujer helicoidal que extiende su ceiba seca
a contrapunto, a contraluz,
para trenzar la ruta que el viento ha de seguir al día
y obligarlo a entregar
los huevos y obeliscos de anteayer.
Ella es así mi abuela,
basta que pase los pies por el cemento
para que la brea libere retículos de pájaros
qientras llegaba el progreso,
basta que los lleve con su escoba hasta sus piernas
para que recuperen ese grado amplio y permisivo
de triángulos en el cielo y en la boca.
Mi abuela es como la tierra, tú sabes:
hambrienta mujer inexpugnable
que extiende sus greñas
a las abejas instalando minuteros,
a las raíces latentes
sólo a ella hablándole al oído
y que las reconoce
como salidas de una misma vulva omnímoda
otorgándoles clemencia para seguir almacenando
jugos, sabiduría y sortilegios. (12)
IV

intento hablarle a mi abuela
por la pupila derecha
para poder pedir clemencia
y mi bendición,
lanzarme a las autopistas
a encontrar mis lugares de semilla,
mi propio método
de cargar el día en la cabeza
sin que se me derrame
ni una sola fracción de luz,
mi sistema de comunicación
con las rutas y raíces,
la fórmula de mi próximo reglamento
sobre vías y deberes del aire
las pautas para rearreglar el cosmos
cuando tenga setenta años
setentaitantos
y haya vivido sacerdotisamente
lo suficiente
como para desarrollar
un par impune de tetas portentosas
con las cuales enfrentarme a la erosión
y al pecado de conocer
por qué roto se sale el tiempo,
por qué filo se escapa lo cercano,
cómo hace una para encontrarse la gravedad
que no es más que la tierra
vaciada en cada arteria
tarareando la canción de las mujeres
que habitan
como mi abuela
entre guerra y guerra. (13)
Olores propicios que conjuro
en estos pabellones nemónicos—
yo en tu falda ondulatoria
mirando el comején de tus uñas,
aquellas venas varicosas, la televisión
donde corren estudiantes
por las calles de río piedras.
envuelta en nube de eucalipto y sahumerio
yo y mi maranta
esperando estoicas
el martirio de la peinilla furiosa,
de los furiosos marines de isla nena
(aceite de coco para resistir
sabor de muerte en la boca).
yo cortándome el pelo
y el olor a tus velas quemando santos
enredado en la cintura
de mi uniforme gris:
otra huela en el recinto
en vega baja el machete cae y cercena.
yo sobre un hombre húmedo
recordando de repente otros sudores,
la madera aromática en tus brazos fuertes
enseñándome la arista del grito fijo;
tus brazos barriendo
la nube oficial de ojo ocupado.
todos tus olores
en comparsa ante la sangre
en esta nariz memoriosa
que ahora te huele
de hembra a hembra. (15)
Qué mucho hay que hacer
para llegar a ti;
incontables noches devotas
mirando ardientes botones
de noche prensada
midiendo el arrastre
de criaturas celestes
morando entre poro y fauce
entre desahucio,
mimbre y yerba solapada
para llegar a tus pezones
ya cansados de milagros,
a tus piernas de brea cándida
que hoy confunden la casualidad
con designios divinos
y que a veces son
pequeñas charcas iluminadas
que devuelven el ojo a la olla
con sus dimensiones. (16)
Quédate conmigo hoy abuela
ven
duerme conmigo y sé mi amante.
déjame colgarme
de tus preciosas tetas del prodigio
de tu boca llana;
vamos a meternos los dedos en elipsis
hasta llegar al canto
resoplar
y recobrar los jugos prohibidos
los últimos, los más sabrosos.
ven
cabálgame abuela.
yo te llevo hasta la orilla palpitante
yo traslado tu sordera
a las agujas explosivas
a los oídos que dinamitaremos
con los dedos en la sangre de la otra.
dame tu lengua y tu pubis
tus zonas más tuyas,
métete abuela dentro mío
dentro destas galerías oscuras
contritas
que balbucean tu nombre. (17)
Recuerdas
cuando te encaramabas a los hombres
los corrías
los dejabas desolados
llorando asombro seco;
recuerdas tus prodigios caderosos
cucando rebeliones
y luego
a aquel hombre portentoso,
a aquel marín que te preñó tantas veces
que por poco te mata de hijos, recuerdas
cómo entonces
se te hinchó la cadera para otras cosas,
cómo nos vigilaste la carne
confundida
asustada por el vientre traicionero,
cómo nos viste caer a algunas
y a otras no
en la inescapable adicción a la progenie.
Ay abuela
yo quiero ser el vientre plano
que escoge su henchidura.
yo quiero retornar a los hombres
con todo el ímpetu de nigua
que traías en tus ancas
quiero ser el cuerpo negro de la provocación
más allá de los hijos
más allá de los hombres
más allá de las macanas
que nos cosen a tierra
que nos obligan
a atragantarnos de cloacas.
yo quiero ser la cuenca a tepe
y volcarme en ti
como una madre amante compañera;
salir sudada de las camas
de las calles,
sudada de baños públicos,
sudada y contenta.
esa es la arista fundamental
que tú señalas
desde el silencio mudo de tu espanto. (18-19)
Abuela,
si tú fueras iyalocha todavía me dirías
“hija de Yemayá
carne salina”
y yo te entendería
a pesar de personas planchaditas
que me dicen
“enfermedad vernácula
anécdota de tierra
mito hueco para algunos antropólogos.
zambúllete en el mainstream minoritario.
lee a Safo.”
o la leo, abuela
pero iyami me sigue reclamando
con la mano llena de caracoles sabios
de amantes y machetes
para cuando la lucha arrecia.
yo soy sal, abuela
sal negra que entiende a Safo
desde el sabor del hueso propio
y no tengo intención de plancharme
ni una greña más. (20)
Estos poemas vienen de “Conjuro de anamú”, Anamú y Manigua. Río Piedras, P. R.: Editorial La iguana dorada, 1991.
La gloria del progreso (1873)

A la sociedad “La juventud”
No basta a un pueblo libre
la corona ceñirse de valiente;
no importa, no, que cuente
orgulloso mil páginas de gloria,
ni que la lira del poeta vibre
sus hechos pregonando y su victoria,
cuando sobre sus lauros se adormece
y al progreso no mira,
e insensible a los bienes que le ofrece,
de sabio el nombre a merecer no aspira.

El mundo se conmueve
cual de una fuerza mágica impulsado;
el progreso su luz extiende breve
desde la zona ardiente al mar helado
y vida y movimiento a todo imprime.
Por eso las naciones convocadas
en lucha tan sublime
dispútanse agrupadas
el lauro insigne del saber divino
y cada pueblo aspira
a llenar con honor su alto destino.
Lucha sublime, sí, donde se mira
en héroe convertido al ciudadano
ceñir triunfante la inmortal corona,
desde el pobre artesano
que en su taller humilde se aprisiona
hasta el genio que escala al firmamento
y fija al ígneo sol su inmoble asiento.
Contemplad al que atento y cuidadoso
se desvela en su estancia, retirado,
indagando la ciencia. Al que afanoso
sorprende los secretos de natura,
y con mano segura
al lienzo los traslada trasportado.
Mirad al que, domando
del mármol o del bronce la dureza,
de forma le reviste y de belleza;
al hábil arquitecto que elevando
hasta el cielo la cúpula gigante,
sublime y arrogante,
parece desafiar del tiempo cano
la destructora acción. Ved al que ufano
el ánimo sorprende y maravilla
trocando fácil con su diestra mano
en deslumbrante vidrio humilde arcilla;
al incansable obrero
que sobre su telar constante vela,
que sin cesar se afana,
y con prolijo esmero
hace que de algodón o tosca lana
brote bajo sus dedos rica tela;
al que tenaz horada las montañas
y en sus rudas entrañas
abre a la industria salvadora senda;
al que su rica hacienda
no consume en estéril opulencia,
y con afán loable
acorre presuroso a la indigencia,
y el pan de la instrucción le brinda afable.
Mirad al que a su imperio
hace que salve el líquido elemento
y atraviese, más rápida que el viento,
la palabra veloz otro hemisferio.
Miradlos todos, vedlos agrupados
oponer una valla al retroceso;
ellos son los guerreros denodados
que forman la vanguardia del progreso.

¡Oh, dichosas mil veces las naciones
cuyos nobles campeones,
deponiendo la espada vengadora
de la civil contienda asoladora,
anhelan de la paz en dulce calma
conquistar del saber la insigne palma!
Esa del genio inmarcesible gloria
es el laurel más santo,
es la sola victoria
que sin dolor registrará la historia
porque escrita no está con sangre y llanto.

¡Oh juventud, que de la Patria mía
eres honor y orgullo y esperanza!
Ella entusiasta su esplendor te fía,
en pos de gloria al porvenir te lanza.

Haz que de ese profundo
y letárgico sueño se levante,
y, entre el aplauso inteligente, al mundo
el gran hosanna del Progreso cante.
(76-78)
Amor y anhelo (1879) 1

Quiero contarte, dueño del alma,
las tristes horas de mi dolor:
quiero decirte que no hallo calma,
que de tu afecto quiero la palma,
que ansiando vivo sólo tu amor.

Quiero decirte que a tu mirada
me siento débil estremecer,
que me enajena tu voz amada,
que en tu sonrisa vivo extasiada,
que tú dominas todo mi ser.

Por ti suspiro, por ti yo vierto
llanto de oculto, lento sufrir;
sin ti es el mundo triste desierto
donde camino sin rumbo cierto,
viendo entre sombras la fe morir.

Y con tu imagen en desvarío
vivo encantando mi soledad,
desde que absorta te vi, bien mío,
y arrebatada, sin albedrío,
rendí a tus plantas mi libertad.

Deja que el alma temblando siga
de una esperanza soñada en pos,
que enajenada su amor te diga,
mientras un rayo de luz amiga
pido al futuro para los dos.

¡Oh! ¡Si a tu lado pasar la vida
me diera el cielo por todo bien!
¡Si a tu destino mi suerte unida,
sobre tu seno de amor rendida
pudiera en calma doblar la sien!

¿Qué a mí la saña del hado crudo?
¡Qué los amagos del provenir!
Tu amor llevando por todo escudo,
yo desafiara su embate rudo
y así me fuera grato vivir.

¡Ay! En las horas de hondo tormento
que al alma asedian con ansia cruel,
vuela en tu busca mi pensamiento,
mientras el labio trémulo al viento
tu nombre amado murmura fiel.

Ven y tu mano del pecho amante
calme amorosa las penas mil,
¡oh de mis ansias único objeto!
Ven, que a ti solo quiero en secreto
contar mis sueños de amor febril.

Mas no, que nunca mi amante anhelo
podré decirte libre de afán,
gimiendo a solas, en desconsuelo,
cual mis suspiros, en raudo vuelo,
mis ilusiones perdidas van.

Tuya es mi vida, tuya mi suerte,
de ti mi dicha pende o mi mal:
si al dolor quieres que venza fuerte,
sobre mi frente pálida vierte
de tu ternura todo el raudal.
(170-173)
Anacaona (1880)
I

Tendida en las espumas
del piélago sonoro,
nacida al rayo de oro
del éter tropical;
de vida palpitante, bellísima y lozana,
Quisqueya eleva ufana
la frente virginal.

Quisqueya, que a las nubes
encumbra sus montañas,
y guarda en sus entrañas
mineros de valor,
y entre aguas que fecundan
campiñas siempre amenas,
auríferas arenas
prodiga su esplendor.

Donde feraces bosques
ofrecen enlazados
mil árboles preciados
en sempiterno abril,
y orgullo y ornamento
de la región indiana
la palma soberana
levántase gentil.
Donde es la brisa aromas
y músicas las aves,
y emanaciones suaves
de vida y libertad
cuanto la flor exhala,
y el céfiro murmura,
e inunda con luz pura
la vasta inmensidad.

Región encantadora,
vergel de los amores
que guarda los primores
del primitivo edén.
En sus amenos campos
la paz de la existencia
sencilla la inocencia
gozar pudo también.

La indígena familia,
la raza de Quisqueya,
de su comarca bella
en posesión feliz,
miraba candorosa
asar la vida en calma,
sin pesadumbre el alma,
sin yugo la cerviz.

La selva le brindaba
sus frutos regalados,
sus flores los collados
sus aguas el raudal;
y pródigos, fecundos,
los senos de sus mares,
de peces a millares
riquísimo caudal.

Por la desnuda espalda
la suelta cabellera
al aura lisonjera
flotando sin cesar,
ceñida la alta frente
de plumas y de flores
la gloria y los amores
cercábanle a la par.

Mecidos al columpio
de hamacas vaporosas
las horas venturosas
pasaban sin temor,
gustando embelesados
en lánguido reposo
del coiba el delicioso
perfume embriagador.

A la tranquila sombra
del bosque silencioso,
el indio alzó orgulloso
su rústico caney;
y en diumbas repetidas
y juegos y cantes,
su culto y sus altares
solemnizó la grey.

Mirad esas llanuras,
mirad esas montañas,
pobladas de cabañas
indígenas ayer;
parecen desoladas
tristísima esa historia
presenta a la memoria
con lágrimas traer.
II

Como la palma de la llanura
su talle airoso moviendo esbelta,
en largas ondas al aura suelta
la cabellera negra y sutil,
joven y hermosa, feliz recorre
los campos ricos de la Maguana,
una graciosa beldad indiana,
más que otra alguna noble y gentil.

La luz del genio brilla en su frente
que en torno ciñe regia corona;
toda es hechizos Anacaona,
del gran Caonabo consorte fiel.
Es su mirada serena y pura
de su nativo candor retrato,
y de sus labios el eco grato
lleva las almas en pos de él.

Allá en Jaragua, región hermosa
de azules lagos y altas colinas,
donde las flores más peregrinas
su cáliz abren rico de olor:
donde una tribu privilegiada,
clara de ingenio, de forma bella,
entre la indiana raza descuella
de sus encantos por el primor.

Allí entre aromas, luz y rumores,
nació radiante la soberana
que hoy dicta leyes a la Maguana
con sus talentos, con su virtud.
de regia estirpe, sencilla, tierna,
como las flores hermosa y pura,
cruzaba ufana por la llanura
cantando alegre su juventud.

Pero Caonabo, cacique fuerte
que en las batallas lidia triunfante,
el de alto porte, grave semblante,
que airosas plumas ciñe a su sien,
le habló de amores, y así temblando
como en el árbol se agita el ramo,
tendió los brazos a su reclamo
y de Jaragua dejó el edén.

Dejó sus lagos, dejó sus bosques
del gran cacique la noble hermana
que hoy por los valles de la Maguana
junto a Caonabo sonriendo va;
mientras su nombre lleno de fama
de tribu en tribu corre admirado,
y ante su genio privilegiado
Quisqueya toda rendida está.

Por las llanuras y las montañas
las brisas llevan ecos ardientes,
areitos dulces, notas vehementes
que van llenando la inmensidad;
ritmos sonoros de ignoto encanto
que da a los vientos Anacaona,
ya si los hechos del bien pregona,
o de sus selvas la libertad.

Nadie ceñirse la palma puede
ni del talento ni la hermosura
adonde yergue su frente pura,
adonde se oye su voz vibrar.
Tierna paloma que de Caonabo
las iras templa con sus arrullos,
y allá entre aromas y entre murmullos
tranquila calma le da a gozar.

El, impetuoso, como el torrente,
va del peligro tras los azares;
ella en las notas de sus cantes
su fama ensalza de vencedor.
Mas cariñosa, blanda, apacible,
de los combates huye al estruendo;
gloria más digna quiere viviendo
para la dicha, para el amor.
(176-181)
Mi ofrenda a la patria (abril de 1887)

[En la investidura de sus discípulas,
las primeras maestras normales de Santo Domingo]

  ¡Hace ya tanto tiempo…! Silenciosa
sí, indiferente no, Patria bendita,
yo he seguido la lucha fatigosa
con que llevas de bien tu ansia infinita.
  Ha tiempo que no llena
tus confines la voz de mi esperanza,
ni el alma, que contigo se enajena,
a señalarte el porvenir se lanza.
  He visto a las pasiones
levantarse en tu daño conjuradas
para ahogar tus supremas ambiciones,
tus anhelos de paz y de progreso,
y rendirse tus fuerzas fatigadas
al abrumante peso.
  ¿Por qué, siempre que el ruido
de la humana labor que al mundo asombra,
recorriendo el espacio estremecido
a sacudir tu indiferencia viene,
oculta mano férrea, entre la sombra,
tus generosos ímpetus detiene?

  ¡Ah! Yo quise indagar de tu destino
la causa aterradora:
te miro en el comienzo del camino,
clavada siempre allí la inmóvil planta,
como si de algo que en llegar demora,
de algo que no adelanta,
la potencia aguardaras impulsora…
¡Quién sabe si tus hijos
esperan una voz de amor y aliento!
dijo el alma, los ojos en ti fijos,
dio en su soledad mi pensamiento.
  ¿Y ese amoroso acento
de qué labio saldrá, que así sacuda
el espíritu inerme, y lo levante,
la fe llevando a reemplazar la duda,
y del deber la religión implante?

  ¡Ah! La mujer encierra,
a despecho del vicio y su veneno,
los veneros inmensos de la tierra,
el germen de lo grande y de lo bueno.
Mas de una vez en el destino humano
su imperio se ostentó noble y fecundo:
ya es Veturia, y desarma a Coriolano;
ya Isabel, y Colón halla otro mundo.
  Hágase luz en la tiniebla oscura
que al femenil espíritu rodea,
y en sus alas de amor irá segura
del porvenir la salvadora idea.
  Y si progreso y paz e independencia
mostrar al orbe tu ambición ansía,
fuerte, como escudada en su conciencia,
de sus propios destinos soberana,
para ser del hogar lumbrera y guía
formemos la mujer dominicana.

Así, de tu futura
suerte soñando con el bien constante,
las fuerzas consagré de mi ternura,
instante tras instante,
a dar a ese ideal forma y aliento,
y rendirte después como tributo,
cual homenaje atento,
de mi labor el recogido fruto.

Hoy te muestro ferviente
las almas que mi afán dirigir pudo:
yo les di de verdad rica simiente,
y razón y deber forman su escudo.
  En patrio amor sublime
templadas al calor de mis anhelos,
ya sueñan que tu suerte se redime,
ya ven de su esperanza abrir los cielos.

  Digna de ti es la prenda
que mi esfuerzo vivísimo corona
y que traigo a tus aras en ofrenda:
¡el don acepta que mi amor te abona!
Que si cierto es cual puro
mi entusiasta creer en esas glorias
que siempre, siempre, con placer te auguro
si no mienten vitorias
la voz que en mi interior se inspira y canta,
los sueños que en mi espíritu se elevan,
Ellas al porvenir que se adelanta
de ciencia y de virtud gérmenes llevan.
(272-275)
Mi Pedro (1890, 1896)

Mi Pedro no es soldado; no ambiciona
de César ni Alejandro los laureles;
si a sus sienes aguarda una corona,
la hallará del estudio en los vergeles.

  ¡Si lo viérais jugar! Tienen sus juegos
algo de serio que a pensar inclina.
Nunca la guerra le inspiró sus fuegos:
la fuerza del progreso lo domina.

  Hijo del siglo, para el bien creado,
la fiebre de la vida lo sacude;
busca la luz, como el insecto alado,
y en sus fulgores a inundarse acude.

  Amante de la Patria, y entusiasta,
el escudo conoce, en él se huelga,
y de una caña, que transforma en asta,
el cruzado pendón trémulo cuelga.

  Así es mi Pedro, generoso y bueno:
todo lo grande le merece culto;
entre el ruido del mundo irá sereno,
que lleva de virtud germen oculto.

Cuando sacude su infantil cabeza
el pensamiento que le infunde brío,
estalla en bendiciones ni terneza
y digo al porvenir: ¡Te lo confío!
(292-293).
Poesías completas, Ed. de 2006.
1 Vale indicar que este poema fue excluido de la edición que hiciera Pedro Henríquez Ureña de la obra de su madre en 1920—probablemente por “prurito moral”, como lo expresa Diógenes Céspedes (Poesías completas, 170); así también como “Anacaona”, este posiblemente por su extensión, que ocupa casi 75 páginas en la edición de 2006.
2 Quisqeya era el nombre que los taínos usaron para referir a la isla que hoy compone la República Dominicana y Haití.
3 Generalmente considerado su último poema, dedicado, por supuesto, a su hijo Pedro, nacido en 1884. Las cuatro primeras estrofas datan de 1890, las últimas dos de 1896, pocos meses antes de su muerte (Poesías completas, de la nota de Diógenes Céspedes, 292).
EVA-SION-ES

I.-

Nadaban los peces
Fuera del agua
Y era común
Coincidir con los pájaros
En las raíces de los árboles.

II.-

Libre
El agua ascendía por llanuras violeta
No había sol
Pero la luz imperaba
En aquel paraíso
Bajo el verde absolutismo
De un manzano.

III.-

Toda dolor, toda islas
Patrias de un interior
Donde el único lindel
Es lo azul de mis nostalgias
Soy la ingrávida esterilidad
De la memoria.

IV.-

Atlantis hoy, ayer Manhattan
Lo que hundido yace aquí
Es la saga del desamor
Escombros del paraíso de la obediencia
Parricidio del primer verbo.

V.-

Vivo todas mis muertes
Con la prosa como única arma
El asombro el recanto del poema
Soy todas las Juanas
La que salta y topa los cañones
La que combate sin flechas y sin Arco
La que escribe sus renuncias
Con la misma tinta de la que es esclava.

VI.-

Sherezada
Sobrevivo las mil y una noches
Del insomnio
Oyá del ulular del viento
De Ochún y Yemayá hija y ahijada.

VII.-

En Cuba, Brasil y Guinea-Bissau
Reencontré a mis madres
Tengo de ellas la rebeldía del pelo
Y el difuso color
De la arena sin playas.

VIII.-

Eva-Mulata
De la violenta lujuria de mis ancestros
Sólo heredo el silencio
De las víctimas
El olor a café del alba
Y la negra mancha del andullo
Escupido una y otra vez
Como mi suerte.

IX.-

Lloro en las lunas
De Cuarto Menguante
Y cuando están llenas
De una preñez inexpugnable.

X.-

Hecha de danzas
Y faldas al vuelo
De conjuros de jazmín
Y rosas blancas
Intento apagar la antorcha
Del inquisidor que in/daga
Si duermo con Lucifer.

XI.-

Peste de carne abrasada
Rumor de huesos que se calcinan
Coro de ayes
Ayeres de mujeres-islas
Expulsadas del paraíso
Con sus manzanas y serpientes.

XII.-

Mitad gestas
Que no he combatido
Cimarrona de historias
Ajenas
Soy prisionera morisca vendida como blanca
Geisha que arrastra
Los vedados pies
Nana, sirvienta, prostituta
Obrera de zona franca.

XIII.-

Tengo el útero por frontera
Del África, Asia, Europa
El ritmo interno de gaitas
cítaras, tambores
De lo que he sido y renacido
resonancias
El todo una conjunción de átomos
El cuerpo un manojo de moléculas
Vertical me alumbro y rompo aguas
En una marea de placentas y maldiciones.

XIV.-

Exilada fracción de lo total
Cuota, pedazo, partija
Disperso cúmulo de añicos
Soy Lot donde lo que permanece
Es de lo incierto las certezas.

XV.-

Caminos de azúcar
Trenes, riel
Del batey conozco los infiernos
Negro paraíso de flores otoñales
En islas sin estaciones
Verdor de caña donde Macoríx
Combate hijos de madres ajenas
Sión de los condenados
Colina convertida en valle de lágrimas.

XVI.-

Charreteras, kepis, unicornios
Del Generalísimo sólo permanecen
De las colegialas los blancos uniformes
Brillantes zapatos de charol
bajo el batir de palmas
Rindiendo culto al Arcángel
Que anunciaba su final
Como doncellas
37 es el año en que nació
Uno de sus ajusticiadores
Masacrada sangre engendrando
Sangre libertaria.

XVII.-

De este lado del Este
En yolas desde Higüey y Miches
Miles de Enriquillos y Anacaonas
Atravesar el Leteo intentan
Sangre que por fin se aúna
En las fauces del Canal de la Mona.

XVIII.-

Viuda a destiempo
Sola la soledad solo atalaya
La fuerza del brazo
Que en la noche blande
La desnuda necesidad del transeúnte.

XIX.-

Ignorante de decretos
Analfabeta
La vida se abre paso
Entre dispersos pilotes fronterizos
Muralla de papel en los desiertos.

XX.-

Un enjambre de niños y niñas
Convierten su risa inocente
En trompetas de Jericó
En una Quisqueya de azúcar y sales
En un Ayití de pájaros y soles.

XXI.-

Emplumada la serpiente
Busca nuevos Adanes
En la fragmentada inocencia
De nuestros Edenes
Quetzalcoatl se muerde la cola
Frente a un muro de lamentos convertido en riso
Eva - islas sin dolor pariéndo-se.

XXII.-

Paraíso
De edictos libre
Donde hubo manzanas
sucede el milagro del mango.
Estos poemas vienen de la edición digital de Miguel D. Mena. http://www.cielonaranja.com/viciosochiquipoe1.htm
Dominicanish

Brujo haitiano brujo colombiano
brujo de las matas
Se rentan cuartos clases gratis de GED ESL
GED ESL clases de ciudadanía
Tienda de cigarrillos 24 horas llamas a 39 centavos el minuto
STD ISD PCO STD ISD PCO
un fax para dejar lo mejor de los dos mundos .(24)
Urban Aphorisms

Amor de lejos
Amor de tres.
Amor de cuatro.

El me introdujo…
entonces
dulcemente
realicé…
En días como hoy lluvioso
More te adoro.
Levente no. Yolayorkdominicanyork

Gente, si en verdad no pudiéramos vivir sin nuestro allá… las mejores playas, el lugar natal, mi gente, esa comida… ya nos hubiéramos regresado. ¿Quién nos para? La verdad. El nuestro allá, está allá pero no es nuestro. For real. La verdad, la verdad, la verdad… que ni tan mal la pasamos aquí. En verdad mejor de lo que creía. O se dice. Yo voy en diciembre a gozá, no porque aquí no se goza. Solo porque mi mamá y mi abuela están vivas. Esas son el país para mí. Cuando se mueran esas mujeres se acaba la República Dominicana para mí. Mejor así. Porque sería terrible para el país que a todos los que estamos afuera nos dé con ir. O como está este mundo… que nos deporten a to’ pa lla. Tú te imaginas. (n.p.)
***
Yo, Yo no me llamo ningún Solange. Yo soy Quisqueya Amada Taína Anaisa Altragracia. Una York-dominican-york.
La de tus remesas. Tu vergüenza. Tu riqueza. (n.p.)
Canto de plenitud

He estado migrando
desde que nací.
De hecho, nacer desencadena migraciones.
Todo vivo es un migrante.
Migrante. Migra. Migraña.
Migrante migraña.
Migra migraña.
Migración rápidamente envolvió
toda mi existencia.
Migro. Mudo.
Transcurro de segundos a
minutos a horas a días a
semanas a meses a años
y años años.
Migrando cada día.
Del día a la noche.
De la noche al día.
He llegado a muchos lugares.
De muchos lugares he salido. (12)
As Is É

“De una Dominicanyork en Andhara”
Aquí es un insulto decirle a un
hombre que usa pulseras
Timacle mi amante las usa
perlas cobre madera plata
lo guían sigilosa y deliciosamente
a adivinar mis deseos
a tocarme donde florezco. (89)
Ana y Anand

Ana y Anand tienen 7 años.
Ana y Anand son intérpretes y
traductores.

En la sala de espera de la Oficina de
Transporte de Harlem, hoy, hay
muchas personas. Se escuchan
diferentes idiomas. Y somos todos de
colores. De variados colores, como los
pajaritos que vienen de afuera. (101)
En nota a pie de página reproduzco las citas originales que traduzco al español en el cuerpo del texto: Brujo haitiano brujo colombiano / brujo de las matas / Rooms for rent GED ESL free clases / GED ESL Citizenship classes/ smokeshop 24 hours calls 39 cents a minute/ STD ISD PCO STD ISD PCO / fax to let best of both worlds.
Cruzando El Masacre

A los cinco yo sabía todo acerca de la guerra
y acerca de paseos por los llanos
bajo el abrazo ocre del sol
Yo sabía que era una guerrera
Solamente las guerreras entienden que el Masacre
fluye para un lado y luego para el otro

Cada vez que separábamos las aguas
mi padre sonreía y decía
"Así es como conocemos a Dios"
Sus palabras saltaban
de lado a lado
Mi voz se aferraba de las montañas con fuerza

Si escribes un poema –decía
que de aletazos de allá para acá
entonces podríamos separar las agua de nuevo
Así que seguí escribiendo sobre la suavidad rizada
soplando ondulaciones
mi poema una burbuja voluminosa de espuma creciente

El eco de Papá Doc grita desde el palacio
se filtra a través de los huesos
de perros negros muertos
su pelambrera se derrama y cubre
las curvas hinchadas de Haití
Ella llora por todos sus hijos muertos
Los de aquí y los de allá

Yo soy esa que está en la cubierta mientras el barco parte las aguas rojas
Yo soy la que escribe este poema
que enlaza desde allá hasta aquí
Pero allá como aquí son solo abstracciones
Hay peces pequeños que saltan a bordo
lamentándose por lo que llevo conmigo

Escucha mi súplica
Si vas allá o si vienes aquí
te van a seducir los cuerpos descompuestos
La mano enérgica de la dictadura
te va a doblar sin misericordia
Vas a beber rojo una y otra vez
Una sed insaciable cantará
su canción solitaria en tu garganta

Los Tonton Macoutes derribarán tu casa
Papá Doc te matará
con una mirada de sus espejuelos
Yo ya lo sabía a los cinco

Las caravanas de mujeres caminan sobre el agua
Todos llevan pañuelos rojos
que flotan como banderas al viento
Banderas rojas ondeando tristezas
Mis ojos se sumergen en busca de esqueletos
Yo soy una guerrera No te olvides

Pero incluso aquí en lo alto de la cubierta
estoy en peligro de morir también
Papá Doc puede dar vueltas a su cabeza y dispararme
con sus gafas negras

Este poema sigue cantando la devastación
de la tierra y lo veo
Soy todas las niñas de los bateyes
Nuestras madres cruzan el río
formando recuerdos rojos

Bailamos en el diluvio alucinante de la pena
El oleaje acribilla los cuerpos de dos doncellas
Mírame ahora aparecer con mi propia cara
y bailar sola
El dolor de Haití desgarrando a la guerrera que soy

No puedo oír bien lo que tengo que decir
Pero ya no puedo pretender que Dios me ilumina
Estoy sorda
  ciega
     sin aliento

Escribo
Deja que las flores suban desde el fondo del río
Deja que las cayenas florezcan sólo para ellos
Deja que este poema cante la vergüenza
Cante la vergüenza Cante la vergüenza

Así es como conocemos a Dios.
Ciguapas

Una Ciguapa es una criatura mitológica femenina del folclore dominicano. Comúnmente es descrita como una mujer de piel oscura y pelo largo que cubre su cuerpo desnudo. Sus pies apuntan hacia atrás.


Hay mujeres en el paisaje
el océano las baña de azul
Vienen con sus pies virados hacia atrás
Sus narices apuntando hacia América

Quiero hablar de amor
estas mujeres han llevado su peso
reposicionando sus pies para soportarlo todo

Volver a casa no me asusta
Sé cómo enseñarle mis dientes a los leones
Una gaviota del tamaño de un sueño
nos lleva de vuelta

Vuelo con las mujeres—mis pies apuntando
hacia atrás hacia América

La espalda de la gaviota es suave y blanca
Brillamos como una luna ascendente
pariendo hijos todo el camino hacia allá
Todo el camino de vuelta hacia acá

Las mujeres cargan el amor sin tregua
sus pies dan pisotadas fuertes
protestando por mi insurgencia
Le enseño los dientes a los leones—
mi modo de cargar el amor.
Jamón y queso

En la espalda de mi padre, con ropas prestadas,
vine a América.

Li-Young Lee

Mi padre perdido en las calles de New Jersey
planta la memoria que ahora invento
Es el verano de 1969
él camina por estas líneas
que desdoblo como mantel precioso
Ordena un sándwich
de jamón y queso
(por cuatro años consecutivos)
Luego
Green salad
(caminos del Cibao donde la nostalgia se regresa)
Black coffee
(sin la azúcar melodiosa el resto no pasa aquí)

Mi padre camina sombra lerda en la tinta
nos mira extrañado (a mi memoria y a mí)
Tengo cinco años
me duele el portazo que nos abisma
Aprendo a escribir mi nombre

¿Qué hago en la parte escondida de su vergüenza?
Cruzo las calles desoladas de Paterson
asida a la fotografía de mi padre

En los apartamentos
viven como colmenas gentes forjadoras de sueños
Comienzo
a engordar la idea de un mundo ancho que se desborda
Por estas calles anduvo
lleno de vida el cadáver de Allen Ginsberg
Entusiasmada
inflada de esperanza comienzo a
bordar imágenes nuevas
en el mantel donde mi padre inscribió
fábrica
 sudor
   invisibilidad
      jamón y queso
         jamón y queso
            jamón y queso
               jamón y queso…
Sigo bordando como la que no quiere la cosa
Allen Ginsberg y yo tete-a-tete
Nada hay que nos separe
hablamos el mismo idioma
Le leo un poema de desolación
él ríe con dientes imperfectos
Somos camaradas Allen y yo

Por la otra esquina
Imponente
poderosa Doña Aída hila mi nombre
para que todos sepan que he llegado
para que no se me olvide
La soledad pesa en la memoria
Mi padre llega de la fábrica perdido en sudor
viene recitando un poema
reclamando las calles de Manhattan
las calles de cualquier pueblo que camino
Me trae de la mano
No estoy segura si es a él
o es a ti
a quien amo profundamente en este instante Allen

¿Por qué me meto en la memoria
que mi padre disolvió?
Jamón y queso les contaba
jamón y queso
(por cuatro años consecutivos)
Invisible
mientras yo aprendía a escribir mi nombre

Vengo de la mano de Allen Ginsberg
mano de mi padre
mano de Doña Aída
mano mía esta que
borda en el paño ancho de un país que se desborda
acostumbrado a las ropas prestadas

Espejo claro de identidad múltiple
Que nos trae a mi padre y a mí
(Él ha jurado jamás dejar el Cibao
yo le sigo trayendo en la memoria)
Se quita el zapato izquierdo
Descubre el lugar donde antes
el dedo más largo nos unía
se lo han amputado para salvarle la vida
Agarro el símil
Sé a qué viene esta memoria
Carne magra oscura
por la que viajo a New Jersey

Algo comienza a dispersarse
se desborda
inunda los apartamentos
que habitan los forjadores de sueños
Salgo sabiendo a donde voy
Aprendo a caminar con sandalias
del brazo de mi padre que ya no está aquí
Vulnerables
a carne viva nos amamos más

Encuentro mi sitio en las calles de New Jersey
Y me vuelvo a casa
—casa inventada entre la nostalgia y el perdón—
Planto memorias que mi hijo luego inventará
Al jardín viene a visitarme el fantasma de Allen Ginsberg
Hasta osa cuestionarme el buen poeta
Y me sonrío
le leo un poema que habla de regreso
regreso malabarista como el de Li-Young-Lee
Ambos sabemos viajar en una espalda
ancha
robusta (a pesar del tiempo)
Ambos sabemos el secreto de la carne magra
Oscura podrida que nos mantiene vitales
Somos voces que saben de donde nace el silencio
voces que se alzan a través de los tiempos
Nosotros los hijos de la memoria
Viajeros con raíces
  Viajeros con raíces
    Viajeros con raíces
       Viajeros con raíces inventores de memorias
El Ombligo Negro de un Bongó

La abuela de ojos azules
oreja negra retinta
narraba cuentos de cuco
de cuco negro
Historias de pañitos bordados
sábanas blancas
sexo virgen
Secretos de ollas y habichuelas
bastón mágico para cocinar la dicha
Perdí la zapatilla de cristal en el polvo
y no vino el príncipe a acariciar las magulladuras
Luego fueron los cactus no los tulipanes
Fue el encierro no la libertad
En las horas fijas de la guerra abuela
Sus cuentos resbalaron por la piel
negra—no trigueña—abuela
mujer—no muñeca—abuela
Vino el trueno
se desgarró en rayo sobre la isla
Era el tambor
La carcajada del sarcasmo explotando en los rizos
Bucles duros resistiendo químicos
canturreando grifos y felices en el aire
La majestad tersa oscura—negra—bella
Le mire a los ojos—geografía extensa e indivisible—
Desde entonces soy una duda clavando interrogantes
Flecha aguda la lengua el cuerpo entero
Antes del óxido recobré la voz
las pestañas sacudieron al tiempo
Soy heroína dentro de la jungla abuela
Veo la ronda
   el palmar
el fuego
Yemayá la del vientre de agua
   el areíto
      Yocahú-Vaguá
Una negrita ruega por agua
El baquiní redobla las banderas
La cajita de colores abuela ¿La olvidabas?
La mano pegada a tu esqueleto
Agita un ramito de ruda
No temas abuela
Es Lemba que te saluda bonachón.
Cara Sucia

Nació de pie como un augurio
Presta a la batalla nació
El cordón tres veces anudado al cuello
Arrancó de cuajo las raíces a su madre
Dos azabaches brillantes
desafiantes como el Diablo los ojos
Caimito morado
A plena luz del día hizo sombras
Piernas abajo con un grito de sirena se lanzó

De pie como un augurio creció
Con la tinta de la mala suerte
La abuela no quería una niña morena
De pelo crespo burlando la raza
Otra marca incrustada en la estirpe
Otro pelo sediento de vaselina
El discurso bajo el ala
En lugar del pan trajo desgracia
El mundo no quería otra niña morena
Otra piel cantando salves en los montes del Cibao
A la junta vinieron todos
A mirar la afrentosa criatura
La que nació de pie
Con la piel morada azul marino
envejecida por las horas
Anudado al cuello el cordón invisible
El diagnóstico insalvable
Mil veces maldecida criatura
La que nació de pie
Dicen que antes de desprenderse
mordió el vientre de la madre
Desapercibida jamás ha de pasar
Escandalosa presencia
Escandalosa piel
Escandaloso el pelo
Se pasea por las calles
Fuerza no hay para detener
a la que nació de pie
con la piel oscura
con los ojos brillantes
el discurso bajo el ala
Ángel negro voz cantante.
Danza

Los labios de Anacaona conocen la verdad del ritmo
Brebaje sagrado su música
en la barriga hueca del caracol sigue sonando
En textura de yuca sus sueños llenos de vida danzan
Tomándonos de la mano se mueve en círculos la Cacica
Nos espera al borde del tiempo

Un avión circula en el aire y ella sonríe
Apuesto a que cree somos los desterrados
volviendo a su vientre cálido
Cree es la cigüeña metálica y moderna

Su voz irrumpe en el letargo
Se arriesga todopoderosa hasta alcanzar esta mía
¿Será que somos de voces frágiles apagadas quebradizas?
¿A dónde ahora con este sopor este síndrome de soledad?
Gentes de carne viva de abrazos y griteríos
no nos queda el silencio

Bendícenos con tu ritmo Sálvanos
De nosotros Sálvanos
Del progreso mentiroso que nos desnuda
Sálvanos

A nuestras bocas sedientas les falta el dulzor de los ríos
El salobre profundo de nuestra sal
extraviado en lo insípido languidece el paladar
Mándanos pues la yuca bendecida
en el misterioso cazabe
No nos dejes caer en la tentación de un mundo arrítmico
Nosotros
Almas colectivas acostumbradas al manoseo

soplar la humedad convincente de los montes
y me descubro tiesa muñeca rota

¿Será que todo paisaje comienza en soledad?
¿Que toda pertenencia viene después del destaje?

Ahora puedo ver el paisaje
Entiendo finalmente para que sirven los ojos
Los oídos la magia de escuchar
En cada paisaje brotan gentes como fantasmas coloridos
En cada imagen se acomodan nuevos cuerpos
Como si supieran que el lugar donde nacemos
no es sólo un punto de partida
que siempre estamos regresando al
ombligo misterioso del origen.
Pregón número dos

A las seis de la mañana
por las calles de la ciudad
gira una voz por el aire;
pregón de Marimorena.

¿Qué noticias, qué noticias
del mundo trae la prensa?

A las cinco de la tarde;
pregón de Marimorena
como campana sonora
de los barrios populares;
pregón de Marimorena!

¿Quién te dio morena vieja
esa hermosa gritería
que sale de tus pulmones
agitando noche y día
del mundo las sensaciones?

Pregonera de esperanzas
con los diarios bajo el brazo;
dos vintenes1 y una chanza
que tú olvidas calle abajo.

La noche de los suburbios
en tu mente es rediviva;
danzan corazones turbios
para que otros vivan.

Qué saben los “redactores”
cómo se vende un diario,
políticos o “doctores”
después del abecedario?

Tú, negra, analfabeta,
Marimorena,
día a día, jeta a jeta,
las calles llenas
con pregones sandungueros:
en la mañana primero
y por la tarde después
durante los treinta días
o treinta y uno del mes.

No hay sol que te arredre nunca,
ni lluvia que te aglutine,
y si se empapa tu nuca
o chapotean tus botines,
vas adelante y pregonando
como heraldo en los mítines
y es un concierto tu anuncio
de todos los diarios juntos.

Cuando un señor de la prensa
pase a tu lado y te oiga
que no se escape de esta
y tus pregones desoiga:
para cuando tú no puedas
gritar el diario que escribe
pues sin el pan te quedas
y a ti nadie se suscribe.

Dile que en las columnas
del diario que ellos fabrican
pueden reclamar sin duda
jubilación para el canillita.

Pues pan para el que trabaja
y que trabajó en su vida
y que bregue por la caja
en la cámara en seguida;
y que siempre lo recuerde
que pioneros de la industria
—la industria del periodismo—
son todos los pregoneros
que como tú hacen lo mismo.

Oigan políticos,
periodistas,
que aquí hacen gordas sus vistas;
pues miren cómo ha vivido
Marimorena,
señores tan egoístas,
que nada nunca les ha pedido.

Pregón, tu pregón pregonera
de toda la prensa diaria,
Marimorena, morena
de mirada estrafalaria.
Tú haces más que las rotativas
y más que las linotipos
que cantan en los talleres.

¿Qué harían tantos obreros
si su labor no vendieras?
¿Qué harían con el tiraje
sin tu pregón solidario?
Administradores y empleados
y otros cómodos sentados?

Por dos vintenes un diario,
Marimorena,
camino de su sudario.

(De Pregón de Marimorena, 1952: 38-41)
Tango número uno

Turbación de cuerpos adheridos,
el cadáver de una noche.
Ayer tambor,
hoy danza;
tenue langor,
alabanza.
Tambora
agitada en el solar,
sonora
tambora chás chás.
El puñal del violín
se clava en el alma del piano
Rueda de gallo,
tribu
en el ostracismo.
Ay Don Rafael de Sobremonte
¿quién los junta?
¿quién junta,
quién vio tantos negros juntos
alrededor de un tambor?
¡Ay Don Rafael de Sobremonte!
Tango
tango, tango, tango.

¿Quién junta,
quién los junta
quién junta la música y el danzón,
al hombre y la mujer
pies y pecho?

Ídolo bandoneón

(1952: 48-49)
¡Aleluya!

Coro redentor que clamas
desde Las Antillas
hasta el Plata
y el río como mar
exclama:
¡Aleluya!
Pueblo americano
yo soy tuya,
nací en ti
pues por ti voy
y digo así:
¡Aleluya!
Qué de gente
hay en la calle,
y no hay nadie
que silencio
guarde.
¡Aleluya!
Son muchos
los que van a trabajar
y muchos son también
los que apenas comen
y quisieran cantar:
¡Aleluya!
Piernas
para caminar yo tengo
que no se detendrán
yo voy y vengo
sin cesar.
¡Aleluya!
Yo negra,
tú blanca, mujer americana
la misma sopa
habremos de comer
durante días y semanas;
lo mismo tú, mujer
de Europa,
has de comer igual que yo
la misma sopa,
y tendrás la misma fe
y la misma ropa
y has de beber tu vino,
en igual copa.
¡Aleluya!
Qué de gente
habrá en las calles
cuando salgan a batir
los parches de los pechos
por el aire.
¡Aleluya!

(De Cien cárceles de amor)
Abuelito Mon

Me cabe el cañaveral
en cuatro dedos de ron.
Poco paga el yanqui ya
por este millón de cañas
que el negro sembró y cortó.
Mas no me trago este trago,
porque es trago de sudor.
Aquí el borracho es marino,
pero si se pone a andar
se ve que es de tierra el mar.
La ola suelta de un trago
aquí siempre es de huracán.
Mas si aquello va al hocico
con el instinto del cacho,
es que el ron siempre al borracho
le quema primero el pico.
Y por el pico esta vez
no es mi tufo el que echaré;
le voy a tirar al rico
desde aquí toda mi sed.
Cantando tal vez no pueda
pasar algodón de seda…
Mas como quiero cantar
bien claro, me voy a echar
todo el Caribe en un trago.
Y este viaje yo no pago
si ya el viajero es el mar.
Y mataré con mi boca
lo que con balas no mato.
Si un hombre cuerdo es barato,
que se me baje a los pies
el trago que no me achata,
que calientes de bachatas
con mis pies quiero esta vez
un idioma hablar que diga
que el ron no está en mi barriga,
que bajo este sol mulato
el ron no está en mis zapatos,
pero que también sin fiesta
si está el yanqui, se me junta
el ron en aquella punta
con la que mi potro vuela,
porque ante el yanqui borracho
se me emborracha la espuela.
Es que poco o mucho ya
me saco lo mío hoy;
me lo saco, porque el mar,
aunque se pone a golpear
puertos que de aquí no son,
siempre con mañas de ron
¡qué criollo camina el mar!
Me saco este grito hoy,
me saco este hueso ya;
¡que como en olas van rumbas
nunca estará yanqui el mar!
Pero como el negro suelta
agua – triste como yo.
Mientras el yanqui en el bar
duerme su siesta de ron.
Este trago no me trago
por ser trago de sudor.

(1949: 21-22)
Negro: siempre triste

Tristezas de negros
   tu canto es dolor, silencio,
      humildad.
No cruces los brazos;
   los negros no deben cruzarlos
      jamás.
Tus antepasados los cruzaron ya…
   Por temor al amor, por esclavitud
      negro triste olvida…
Los buques negreros, aquellas sentinas oscuras
   del barco, horrores, el hambre,
      azotes sufridos, olvídalo todo;
      que lentamente viene, la ansiada libertad!

Yo negra soy
Porque tengo la piel negra
¡Esclava no!…
Yo nací de vientre libre.
Badagris Badagris, dictador
de la puñalada y el veneno.
Espíritu vuelto de los cañaverales
del Tafiá, Padre, del rencor
y de la ira,
negro: implora al
Legbá, Dembolá, Uedó, Avidá.
Yo negra soy,
porque tengo la piel negra.
¡Esclava no!…

(1949: 31-32)
1 Según el diccionario 1000 palabras del español del Uruguay de la Academia Nacional de Letras (Uruguay) la palabra "vintén" significa: "ínfima cantidad de dinero". En: http://www.mec.gub.uy/academiadeletras/Bpalabras/Pp_Palabras.htm.
Candombe de resistencia

    Latina,
       hispana,
          sudamericana
    con sangre africana latiendo en mis venas,
    soy, ante todo,
    un ser humano;
    una mujer negra.

Mi abuela fue lavandera
y mi abuelo historiador.
Mi abuelo hablaba del racismo
y del deber de cada Negro
de mostrar, siempre de sí mismo,
lo mejor,
de dignificar su procedencia ancestral
de enorgullecerse de su acervo cultural.
Los vecinos del barrio, familiares
y amigos,
decían que el abuelo estaba loco
por leer tantos libros.

La abuela de mi abuelo
de niña fue esclava;
dijo que su hijo
sería la última generación esclava
en la familia,
y en el Uruguay.
Luego...
le regaló su primer libro
sembró la primera flor.
La tatarabuela flameaba en su sangre
la bandera libertaria;
ella dijo que sus hijos
serían libertados,
principalmente,
de la ignorancia.
Y así…
el jardín resurgió.
El abuelo mamó
su noción de libertad,
así como
heredó su pobreza
y el compromiso
genealógico
de ser cada día mejor.

Mi bisabuela no se equivocó
al decir que seríamos libres,
sobre todo de la ignorancia;
el abuelo tampoco se equivocó
al pensar que aceptaríamos
nuestra africanidad uruguaya
y la dignificaríamos.

Mi madre no heredó
esa loca pasión por los libros,
así como tampoco vaciló
en curvar su espalda
lavando pisos
para poder pagarme
la mejor educación posible.

Ella se dijo a sí misma
“fertilizaré la tierra
para que crezca la flor”.
Y así se convirtió
en una gran dama
de manos callosas
y mirada tierna.

De ahí he surgido yo,
navegando libros,
    mares,
y penas;
otro eslabón
que se suma a la cadena.
Queriendo cumplir
la promesa de la bisabuela,
y guardando la sabiduría del abuelo
en mi pecho
    y en mi conciencia.
Hija de Ogún,
    águila
       mujer
          guerrera.

Mi hija es también otra guerrera,
bebe a diario del bagaje cultural
          ancestral
y genealógico
de intentar ser cada día mejor.
Tal vez, tan solo
a contar esta historia
he llegado yo al mundo,
en este tiempo
y derribando fronteras;
desde el lado sur del continente
donde las sombras se extienden
pretendiendo invisibilizar
nuestra presencia.
Soy una negra uruguaya,
parida en la América Mestiza
con sangre Africana templando
el tambor de mis venas.
Latina, Hispana, Sudamericana
qué más da.
Soy ante todo
un ser Humano,
una Mujer Negra.

(De Memoria y resistencia, 2004: 17-20)
Memoria y resistencia

       A las de siempre,
       las pioneras
    las infatigables hijas de la Noche,
    Mujeres Negras
    que ennoblecen la historia.
    Y para aquellos hombres
    que también lo hacen. Axé.

Hombre Negro
si tan solo buscas
una mujer que caliente
tu comida y tu cama,
sigue ocultando tus bellos ojos
tras la venda blanca.
La de la lucha y los sueños
es quien te habla.
Ese es mi reino.

Soy resistencia y memoria.
Construí el camino del amo
así como el de la libertad.
Morí en la Casa Grande
igual que en la Senzala.
Dejé el ingenio y descalza
me hice cimarrona.
Sola fui comunidad, casa
y gobierno
porque escasas veces
estuviste allí.
Hombre Negro sin memoria,
codo a codo
espalda contra espalda,
sigues sin estar allí.

Negro,
nuestro ausente de siempre,
generación tras generación,
yo te parí,
como a tu padre
y a tus hermanos.
Yo curvé la espalda
sujetándote durante la cosecha;
sangro, lucho, resisto
y desconoces mi voz.
Ausente en tus memorias,
y hallada culpable
vivo
prisionera del tiempo
y del estereotipo.
Fueron mis senos
quienes te alimentaron,
y al hijo del amo también.
Fui sangre mezclada en el barro
con látigo, humillaciones
y el estupro después.
Desde allí desplegué
al viento mis alas;
madre,
    negra,
cimarrona,
Iemanjá,
    Oxum,
       e Iansá a la vez.

A veces la leyenda me recuerda
pero nunca la historia,
aunque tú la escribas,
Hombre negro
qué le hicieron a tu memoria
que desconoces mi sereno andar
bravío
por la tierra.

Hombre que buscas en mí
el retrato de una estrella de Hollywood
o de tu rubia compañera de oficina,
olvídalo.
Yo soy la reina guerrera
que te hizo libre bajo las estrellas.
La que de niño te enseñó
a amar la tierra
y a usar el fusil.
Yo,
memoria perdida
que atraviesa tus ventanas.
Yo,
piel azabache y manos raídas.
Yo,
Negra;
Yo,
Mestiza
corazón tibio y desnudos pies.
Yo,
traje raído y pelo salvaje,
Yo con mis labios gruesos
te proclamé rey.
Yo,
compañera de lucha y de sueños
a quien tu ausencia y la vida
le enseñaron
le exigieron
mucho más que a
calentar
tu pan
y tu almohada.

Le enseñaron a cantarle
a nuestro Dioses,
a preparar los niños del mañana
para que sus vidas de hombres
y mujeres liberados
testifiquen
fielmente
la total nobleza
de nuestras batallas.

Yo:
Madre,
    negra,
       cimarrona,
Iemanjá,
    Oxum,
       e Iansá a la vez.

(De Memoria y resistencia, 2004: 49-52)
Acapulco II (El mercado)

Cinco semanas entre el olor a frutas,
entre un aroma de flores y montañas;
cinco semanas entre música viva
y pequeños pasos tras los turistas,
entre máscaras, cerámicas, telares,
y collares entretejidos por voces náhuatl.
Cinco semanas de contacto con la vida bulliciosa
con la flagelante sonrisa de América Latina.
¿Y la Revolución?
       Los indios tienen hambre;
¿y la revolución?
       Los campesinos sin sus tierras,
¿y la revolución?
       Los gringos no hacen cola
       ni pagan entrada en la discoteca.
Pa' que sirvió tanta sangre güey,
tanto discurso,
tantas promesas.
Mango, sandía, guayabas
olores dulces que circulan sueltos,
más tortillas, más frijoles…
—No te rajes cabrón—
Para los indios y los negros,
la revolución siempre queda para mañana.

(De Afro Hispanic Review 24 2, 2005. 197)
He recibido orejas y miedos

Mi padre aparece en el Cuira con el frío en los huesos, y la piel seca como hojas de topochos cuando juega a la cebada en el cielo. A nadie le preocupa ahora dónde está mi padre. Él vive en un lugar anterior a la muerte. A veces voy a su río a beber un vaso de agua o le escribo un padrenuestro. Lo lastimoso, su carne impasible al borde del verbo.

He recibido orejas y miedos.

En una tarde calurosa como ala de cuervo
he soñado mi espanto.

La tos recoge sol y tormenta
dentro de la copa de mi madre; dibuja signos y cábalas
en el cuarto vacío de mi padre.

Entonces,
por qué el adiós,
por qué las flores,

y la piel una fogata con el temor
de quien muerde el fruto del cordero.

(De Cuira)
Mi ángel de la guardia

Mi ángel de la guardia
tiene una casa de tamarindo
en la recta de Martinzote.

Gabriel es mi ángel de la guardia. Vestido
de albahaca duerme en el cielo. Bebe leche
al levantarse. ¿Y quién no ha tenido un ángel
con incrustaciones de huesos? A veces, lo llamo
en la pendiente de algún río. Serenamente él me lleva
hacia su corazón. Parece una isla,
sus pestañas son largas como una hoja de cayena.
Cuando llueve se queda a mi lado. Guardo su cuerpo tibio,
en una cesta de piña que hay en la habitación.

Gabriel
bautiza mi cuerpo
a los veintinueve años
con agua de azulillo.

(De Cuira)
Magdalena en Ginebra

Mis pies danzaban en la tierra húmeda
Los eucaliptos
iban hacia el lugar desnudo
El viento
me amaba con violencia
Los pájaros
venían cansados de lo profundo
y en mi interior
el eco de los pasos
se prolongaba
como una campana de monasterio
que suena con pereza

ignoraba que en la vida
había pesadumbre
creíame eterna
perversa
intocable
Entre surtidores
humedecía los pies en las fuentes
en parques con glorietas
Vinos y manjares
extendían mi destino
más allá de los bosques

La ironía de los lagos
diseña una vida andrajosa

Caí
conocí vidrios en el paraíso
El silencio cerró las heridas
aunque el anhelo era
un temprano despertar
hallar el rincón de una iglesia
o una extensión de césped
y dormir tranquila
aunque debajo de estas nubes
que parecen protegernos
no existe un sueño para mí.

(De Magdalena en Ginebra)
Manuscrito de palo en el cielo

En algún lugar oculto entre las raíces,
mi abuela escondía sus tres arrugas verticales
que acentuaban la profundidad de sus ojos.

En algún lugar las mujeres
tienen una abeja incrustada en la laringe

y lo que sudan es miel.

Lo apurado fue la lluvia que llegó a desnudarnos a todas.
A ofrecer un cielo de madera, sin el tiempo de mirarnos por dentro.
Muchas habíamos olvidado los ojos,
o nuestras piernas en alguna vidriera.

La penitencia es llevar un obsequio, algo que parezca un regalo.

Lo mejor es apurarse, estar allí cuando enciendan las velas,
aplaudir, abrazar y desear muchos años de vida. Allá viene
el herrero, que siga de largo,
tenemos varios dulces sobre la mesa.

La vela se apaga a las cinco de la tarde, la gente regresa a su casa
con los mismos zapatos, que nadie olvide sus pies en el baño.
Lo siguiente es aprender a cuidarse uno mismo,
tratar de que los labios no se queden en la boca de otros. Por eso acá
la gente baila, pero no se atreve a besar.

Olvidaron repartir los caramelos después de la fiesta,
la idea era entregarlos,
para no sentir hambre y no comer el cordero.

Otra vez un manuscrito de palo en el cielo.

Todos arrodillados, con las manos juntas, orando.

De nuevo, las mujeres se acercan al oído,
adivinando el susurro,

quizás digan que hablamos con nuestras sombras
si nos acomodamos en las almohadas
y proyectamos los nervios más allá de la arcilla.

No espero que me canten.
Le oí decir a mi padre cuando escribía su nombre
debajo de la tierra.
Lo leído fue escrito hace mucho tiempo.
Otra vez la duda,
el olor a pescado recogiéndose.

Es cuestión

de acostarse en una estera,
desmantelar los árboles hasta las canas
y dejar que brote el amor.

(De Mieles)
Arrodillada

Arrodillada
creyéndome álamo desnudo
y con el peso del cielo.

Un charco de junio
busca mi rostro,
se burla igual que los muertos
de mis manos.

Una soledad larga y cercana
como una luz de mayo
es mi adiós.

Estoy sola con mis voces,
con los gestos que viven de lo añorado,
en este barro que me hace feliz.

(De Mieles. Poesía reunida)