Matilde Díaz fue una de las mujeres más importantes de la música popular colombiana desde mediados del siglo XX. En ese entonces la música que más se escuchaba en el país era la de las orquestas de Pacho Galán y Lucho Bermúdez, las cuales se habían originado en las emisoras La voz de Cartagena y emisora Atlántico. El porro, que apenas un par de décadas atrás había hecho el tránsito de música de gaitas a big band siguiendo el camino del jazz norteamericano, era lo que más bailaba Colombia, tal cual recordamos de Jorge Eliecer Gaitán quien, la noche antes de su asesinato, bailó hasta el amanecer en los salones del Hotel Granada. En el país conservador y tradicional que era Colombia entonces no era bien visto que una cantante hiciera parte de estas orquestas. El país había tratado con dureza el intento que había hecho Estercita Forero, quien tuvo que migrar primero a Venezuela y luego a Nueva York. Matilde Díaz, con un carácter fuerte y una voz arrolladora, logró abrirse paso en la orquesta de quien luego sería su marido, Lucho Bermudez, una relación sentimental que logró bajarle a esta presión social. Matilde abrió un espacio con el que la mujer colombiana no contaba en ese momento. Y lo hizo con gran éxito. En la segunda mitad del siglo pasado se consolidó la industria discográfica nacional y fue su voz la primera en popularizarse en el acetato con cantos como “Gloria María”.