El sitio de mi sueño

Canción de una tarde vaga y lejana

 


 

  Como un valle del tiempo será la tarde aquella,
  situada al pie de un día de dorado declive:
vago jardín viniendo, esa tarde ya vive
en el blanco destino de una amorosa estrella.


   

Sobre la rama última de azul humedecida
picoteando nubes un pájaro estará:
como un agua sombría o un oscuro cantar
la noche cruzará lejos de nuestra vida.


   

Allí vendrás, oh alta, oh límpida criatura,
con tus brazos de abrazo y tu boca de beso,
con tus manos de espera, de ardiente vuelo preso,
y con tu cuerpo joven de extendida dulzura.


   

Desde el alba del mundo hacia ese sitio vienes
a través de palabras, de besos, de miradas,
sobre sueños ardientes y sangres anudadas:
tenía la vida el solo objeto de tus sienes.


   

Tú venías saltando por sobre corazones,
bogando por el trémulo río del humano llanto,
desde el alba del mundo te está oyendo mi canto
venir, brisa morena, suma de anunciaciones.


   

Será la tarde aquella como un valle perdido
entre un delicado horizonte de anhelo,
con cálidas palmeras empapadas de cielo
y un dolor de jazmines en aroma expandido.


   

Bandadas de recuerdos, un retorno impreciso
entre olvidos, la vida como un río hacia atrás
reflejo por reflejo, esa flor, nada más,
y tus brazos que cierran un frutal paraíso.


   

Con palabras tan vagas como presentimientos
decir: eras la música subiendo entre jazmines,
ah, tú eras el ángel azul de los jardines,
eras el leve sitio donde juegan los vientos.


   

Un pequeño dolor. Un ardor más profundo.
Esa tarde el azul sueña nubes en vano:
para mí bajo el cielo habrá sólo tu mano
levantando la única margarita del mundo.


 
 
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