Nocturno

  Cuántas estrellas, cuántas estrellas,
para contarlas desde la orilla del rauco mar.
Verdes estrellas, azules, blondas,
tripulando el silencio en la alta noche.

 
 

Música hay en el ruido de la hoja,
música lenta, como el río canta.
Paralelo a la noche viaja el río,
con peces y luceros al costado.

 
 

Tu voz, tu recta voz va a las estrellas,
—de pie los ríos buscan cielo y nube—
como una flor pequeña habrá de ser tu voz,
mágica como un bosque de tréboles cantando.

 
 

Cuántas estrellas, cuántas estrellas
para contarlas en los remansos,
en su entraña remota, verde y fría.


 

Tu voz, tu voz enamorada y firme
podría expresar lo que la noche calla.
Por la garganta azul de la noche estrellada
podría decir esta angustia imborrable.


 

No es la noche como si una arteria
vertiese negra sangre que a todos nos bañase?
Ay! en su fondo helado, en su túnel de oro,
he de encontrar los sueños sin forma conocida.


 

Vertida hacia el recuerdo, viviendo de la muerte
como el río que va herido de su música,
es la noche, y tu voz tiene su acento.


 

Sólo tu voz, que llega acariciante,
y es como si la noche me apretase
contra su ancho pecho desbordado.


 
     
Anterior
Poema
Siguiente
Poema