Clamor
¿Qué hondo son agobia de levedad las hojas
de esta selva que extiende raíces de silencio
a tierra de huesos que sus flores ocultan?
Dice tu nombre solo y el olor de tu cabello.
Pero el silencio crece como una hierba suave
hasta el límite justo en que la luz vigila
y se oye. Si el dulce son sin fin se abre
la muerte va pasando como una inútil brizna.
Toda la noche, toda, y tu nombre la puebla
como la gota de agua en el negro recinto
cayendo es un rumor marino, sus puertos y sus naves.
Toda la noche, toda, y tu nombre infinito.
Toda la noche, toda, y tu perfume.
Tu olor es un clamor de profundas esencias
que fluye del obscuro fondo de los principios.
Toda la noche, toda, por tu perfume plena.
Que perdure la sombra si en el límite justo
la luz vigila y se oye vivir como una lámpara
cuya forma está en la tiniebla diluida
por conservar tan sólo su propia estructura diáfana.
Este hondo son que agobia de levedad las hojas
se lleva la firme voluntad de mis sentidos
y en su vasto tumulto me difunde,
esencia y substancia puras —no medido—.
Toda la noche, toda, tu nombre y tu perfume
y mi ser no medido.
La muerte va pasando como una inútil brizna,
lejana (¡cuán lejana!).
Ah, si la noche fuera más inmensa.
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